El Tribunal de Justicia de ese eufemismo llamado Unión Europea se apunta al método Pilatos – no confundir con el Pilates – vulgarmente conocido como lavarse las manos o pasar de todo. Este método resulta más cómodo y llevadero que el lavado de conciencia. El TJE, vía sentencia, da por buena la prohibición vigente en varios países que impide donar sangre a los homosexuales, a quienes los criterios científicos, a falta de los éticos, pueden relegarlos de nuevo a su antigua condición de apestados. “Es preciso demostrar que estas personas están expuestas a un riesgo elevado de contraer enfermedades infecciosas graves y que no existen técnicas eficaces de detección”, deja claro la sentencia. Es preciso ser impreciso, y flojo. Lo que por un lado dan por otro lo quitan al sembrar dudas y confusión. ¿Para qué las normativas europeas contra la discriminación de las personas bisexuales, gais, lesbianas y transexuales si luego el TJE dicta esta sentencia que se carga el respeto de ellas?
Con los medios científicos de hoy la discriminación no se sustenta, con las técnicas actuales no es posible la discriminación por riesgos llevada a cabo hace 30 años en pleno desconcierto por una enfermedad desconocida y de la que hoy se sabe todo. Claro que si vale gay como enfermedad, tal como se predica en los púlpitos de dios, ¡qué se va a hacer ante tamaño despropósito! Pues una campaña de acoso y derribo, tacita a tacita, para que los partidos que sustentan la bandera de la homofobia, cada vez más en Europa, tenga expedito el camino al poder ante tan contundentes argumentos. Lo importante es que el donante esté sano, o “sano sanote puro machote”, otra categoría de salud (con denominación de origen)
El Gobierno francés alega que existe un periodo inmediatamente posterior a la infección viral en el que no es posible detectar el virus en el enfermo aunque se hagan pruebas de VIH. Digo yo que esto será válido también para los heterosexuales, de hecho casi todos los contagios de sida se producen por contacto sexual, el 48% de los nuevos casos por hombres que mantuvieron relaciones homosexuales, pero ¿qué pasa con el 52% restante?, ¿tampoco se detectan?, ¿es este el criterio científico? ¡Estamos apañados! Cierto que hoy en día debe prevalecer el concepto “práctica de riesgo” sobre el de “grupo de riesgo”, porque, por ejemplo, un servidor, que aún no se considera gay y tampoco pertenece a ningún grupo peligroso, puede tirarse todo lo que se mueva y chutarse todo lo traficable con una jeringuilla de segunda vena y estar libre de sospecha (además de loco). Y si ejerciendo de descerebrado atiendo un ataque de altruismo o solidaridad y dono sangre, con responder no a todas las preguntas “con segundas” que me formulen, listo, que para algo se es descerebrado. Eso si vivo en Francia o Reino Unido, que aquí, de momento, la ley obliga a analizar cada extracción y la mía iba a dar muy mala sangre.
El hecho de ser homosexual no implica más riesgo de contraer una enfermedad infecciosa y de transmisión sexual que cualquier heterosexual pero los leguleyos no lo tienen claro, ¿o si? No implica ser a su vez un tarado inconsciente que se entrega a todas las prácticas de riesgo existentes porque es lo que “le pone”, como tampoco implica tener un afán desmesurado por meterse en una autopista en sentido inverso cual conductor suicida, que para el caso es lo mismo y no espera tanto tiempo para matarse y tan agónicamente. Es de Perogrullo, pero parece que no. Es como decir que ser religioso, clérigo, cura, capellán, tonsurado, padre, mosén, presbítero y demás hombres de sotana predispone a la pederastia, ¡vaya estupidez!
Toda esta historia debe formar parte de algo que no conseguimos percibir con claridad todavía, nada bueno. Quizás se está pretendiendo que el orgullo (gay) vuelva a ser vergüenza, que vuelva a dar miedo salir del armario por mucha claustrofobia que se padezca, de ocultar la condición en cualquier sitio y lugar, de alterar las estadísticas. Que todas estas acciones en su conjunto inciten a la población al odio (más aun), que las palizas homofóbicas se vean con normalidad, pasivamente, sin respuesta policial y judicial. Es posible que el modelo que todo lo modela, tan tradicional él, empiece a estar harto de tanto orgullo y quiera dar una vuelta de tuerca, otra más, en otra dirección, en ese torno que estrangula todo lo que no le gusta.
Con su sentencia, los legisladores europeos, que deberían garantizar la igualdad y la equidad de ese enorme colectivo al que supuestamente sirven, han demostrado ignorancia, temor y debilidad al consentir y justificar la exclusión de los homosexuales para la donación de sangre. La bandera de Europa tenía que haberla diseñado Desigual, esa exitosa firma de moda. Por cierto, ¿el páncreas, hígado, riñón, corazón y otros órganos vitales, si proceden de un homosexual, valen para salvar una vida? ¿Lo aceptaría usted, señor Sentencias, en caso de verse desahuciado por el suyo? Claro que es muy posible que no conociera la identidad del donante. Su orgullo lo agradecería.