Nadie se corresponde al presente con la adjudicación de animosidades
que resignan para los terceros en el elenco de sus absurdas deudas.
La ciudad bosteza en los almibares del verano,desde las primeras lluvias,
para que por encanto liemos las jarciasde las neuralgias, con las miserias del olvido.
Penetra la melancolía social,ese desvarío que prende en la sangre
y ensombrece las calles húmedasde muchas consecuencias, más allá del agua.
Inseparable vigor esparce una premiosa lujuriasobre los dorsales versos del acople.
Inmutables coplas ocultan los pies de remisas indecenciasque hacen el pan nuestro, de estos días sin dioses,
y un clamor vaporiza el canturreo a los orishas.
Decadencia libertina de una ciudaddonde el polvo de sus escombrosnos derrumba.
Pichy