Los jardines de la Fonte Baixa se encuentran en Luarca (Valdés), en El Chano, una de las dos mitades de la rasa costera entre las que se encajona caprichoso el último tramo del río Negro.
Allí, a unos dos kilómetros del centro de la Villa Blanca (ver mapa), se encuentra nuestro destino: una finca de más de veinte hectáreas que alberga un auténtico vergel con más de quinientas especies distintas originarias de los cinco continentes. Y como telón de fondo, el cambiante Cantábrico, empeñado en convertir en irrepetible cada una de las visitas.
La historia de los jardines comenzó a principios de los años ochenta del pasado siglo, cuando el madrileño José Rivera Larraya, cautivado por el paisaje (al igual que antes les sucediera a Roberto Frasinelli, Rosario de Acuña y tantos otros), decidió comprar un terreno para construir una casa. A la hora de ajardinar la zona que rodeaba a la vivienda, buscó el asesoramiento del paisajista asturiano Rafael Ovalle. Las propuestas que le iba haciendo este reputado viverista de camelias le fueron entusiasmando hasta tal punto, que fue comprando varias fincas colindantes para hacerlas realidad y convertir los verdes pastos de antaño en los excepcionales jardines que ahora podemos contemplar.
A pesar del carácter privado de los jardines, muchos son los que, avisados de una u otra forma, hasta aquí se llegan para disfrutar de tanta belleza. Los visitantes son recibidos por José Manuel Alba (teléfono de contacto: 678865276) quien, a lo largo de un recorrido de unos cinco kilómetros y de unas tres horas de duración, va poniendo el énfasis en alguno de los ejemplares que encontramos a nuestro paso.
Aquí te presenta un algarrobo proveniente de Valencia, que con casi mil años es el árbol más antiguo de los jardines; allí te habla de un ejemplar de bonsái adquirido en una subasta por unos 24.000 euros; más adelante te señala un árbol de hierro (Metrosideros excelsa) de Guayana...
Caminos y caminos en un itinerario circular que se interrumpe cada poco para contemplar no sólo las especies botánicas, sino también los diversos objetos (esculturas, fuentes, columnas, arcos o un escudo nobiliario de un conocido linaje del occidente de Asturias) que se entreveran en la inacabable variedad de verdes allí existentes.
O esta otra, cuyo nombre popular paraguas de pobre (Gunnera pittierana), habla bien a las claras del uso que los habitantes de algunos países de Sudamérica hacen de sus grandes hojas, que una vez secas son utilizadas para protegerse de la lluvia.
Caminando, caminando, los cinco kilómetros de recorrido dan para muchas plantas, para muchos árboles, para muchos arbustos. Cada parada, un comentario interesante acerca del bambú original, con cañas más duras que las especies conocidas en la región; o esa palmera imperial traída del ilicitano Huerto del Cura.
Indudablemente, las auténticas protagonistas de los jardines son las especies vegetales que en ellos se encuentran, pero no por ello podemos dejar de disfrutar de las inmejorables vistas que se contemplan desde los distintos miradores, bien sean de la playa de Salinas o de la villa de Luarca.
En suma, una visita a todas luces recomendable, pues las tres horas que allí pasamos fueron un tiempo de completo disfrute.
========================
Algunas cosas más del concejo de Valdés
========================================
Más propuestas:
- Por tierras de Ibias
- Puertos de Marabio
- La catedral de los vaqueiros
- Covadonga
- Parque de Isabel la Católica: un oasis para las aves
- Bandujo, la aldea recuperada
Otros lugares de interés
========================================================================