Durante los dos primeros cuartos los Cowboys lucieron como hacía años que no veían los casi 80.000 seguidores que se dieron cita en el estadio. Los Jerry's boys fueron demoledores en ataque e infranqueables en defensa. Romo administraba el juego aéreo con precisión, lanzando pases a corta, media y larga distancia. Cualquier ruta era una amenaza real, no simple distracción, y los Witten, Robinson, Bryant o Choice recepcionaban, una y otra vez, cualquier envío que Tony pudiera arrojarles. Al tiempo, un renacido Félix Jones superaba la defensa rival a través de ella o flanqueándola, buscando él mismo sus pasillos de entrada, escapando a cualquier intento de placaje, rehaciéndose y volviendo a la carga. En defensa el espectáculo no era menos impresionante. Los Detroit Lions veían impotentes como los blitz locales llegaban hasta su quarterback y, cuando no era así, las coberturas funcionaban con igual eficacia. Una exhibición en toda regla.
Pero a los pocos minutos del tercert cuarto todo cambió. Los Cowboys tiraron su playcalling a la basura y se dedicaron a lanzar y lanzar pases imposibles buscando, quizá, una gloria que aún no pueden alcanzar. Si hablásemos de fallos puntuales, de errores de lectura, de precipitación o de desacierto, sin duda arreciarían las críticas justificadas a Tony el escorpión, pero cuando el error sucede de forma reiterada, hay que mirar hacia la banda y preguntarle a Jason Garrett. El juego terrestre simplemente desapareció y con ello, el poder ofensivo del equipo en conjunto, tanto por la aportación que la carrera proporcionaba al ataque como por la previsibilidad que los de Dallas concedían en sus drives. Demasiada ventaja para el viejo zorro de Gunther Cunningham quien no dudó en sacar buena tajada del error local. En el estadio, por televisión o por internet, el desastre se veía venir con la misma certeza con la que uno observa la llegada del otoño.
Jason debería hoy levantarse de madrugada. Tomar el coche y acudir al centro de mando. Recorrer la sección de archivos y escoger al azar tres o cuatro dvd's. Le aconsejaría que centrara su elección en la década de los noventa, cuando aquellos Dallas Cowboys de Troy Aikman, Emmitt Smith o Michael Irvin construyeron el último sueño en the lone star state. Observar en su despacho algunos de esos partidos y tomar notas: cómo conservar una ventaja en el marcador, cómo utilizar el juego terrestre, cómo administrar el tiempo de juego, etc... Incluso marcar el número de teléfono y llamar a un tal Jimmy Johnson. Quizá aprendiera el camino de ganar partidos jugando al fútbol, pero más importante que eso, aprender a cómo no perderlos.