“Javier Krahe. Ni feo, ni católico, ni sentimental”, de Federico de Haro

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

Prólogo de Julio Llamazares
Epílogo de Javier López de Guereña

«…el mundo entero era un escenario en el que no había actores y espectadores, sino que todos éramos actores y espectadores a la vez. Y quien dice actores dice músicos… Siempre hizo lo que quiso y consiguió vivir de ello. Para él eran importantes la música, la conversación y la noche, unidos al tabaco y al whisky…»(Julio Llamazares)

Reseña escrita por Maudy Ventosa.

Cubierta de: ‘Javier Krahe. Ni feo, ni católico, ni sentimental’

El periodista Federico de Haro, que ya de pequeño cantaba “Marieta”, acaba de publicar en Reservoir Book, Penguin Random House, una biografía sobre Javier Khrae. Como dice el autor, no se trata de una biografía al uso, sino de algo tan informal como el personaje, peculiar y cariñosa… Ha contado con la familia de Krahe y con su círculo más íntimo de amigos y compañeros de profesión –Sabina, Carbonell, Wyoming, Ladoire…–, a los que ha entrevistado durante los dos años que le ha llevado la elaboración de este libro. Ha mantenido largas conversaciones con su fiel guitarrista y amigo, Javier López de Guereña, que le acompañó en la presentación a los medios. El resultado final, es el excelente libro que tengo en mis manos.

Federico ha conseguido realizar un retrato íntimo de la vida y obra de Krahe, inseparables, respetando cronología y hechos, huyendo de caricaturas y estereotipos, a través de anécdotas contadas por sus personas cercanas. Incluye fotografías y letras de cancines, citadas por cortesía de sus herederos. El prólogo corre a cargo de Julio Llamazares, –El juglar anarquista-, con el que compartió muchas noches de bar, canciones, copas y partidas de ajedrez y que afirma que era a la vez un caballero y un pícaro, un seductor y un misántropo, un ácrata y un burgués, un sentimental y un duro… Dependía de la hora y el humor.

El epílogo lo firma Javier López de Guereña, seguramente una de las personas que más lo añoran, autodenominado hijo predilecto. Nos cuenta que, en sus canciones, Krahe ponía su sentido del humor, su forma de vida, su genio y su ingenio. En su recuerdo queda una persona buena, alguien extraordinario no solo por las canciones, sino por su vida, su trato, su genio, su chispa…

Federico quiere que, a través de este libro tan bonito y cuidado, los que conocían a Krahe lo vean, y los que no, lo descubran. Estudiante de El Pilar, visitaba con asiduidad el Museo del Prado, era amante de los conciertos de la Orquesta Nacional y del cine… Krahe, niño rubio y de ojos azules que aprendió tan pronto a decir que no como a ponerlo todo en duda…

«La primera biografía de Javier Krahe, el bardo
más irreverente e inclasificable de la canción española»

Jorge Krahe, hermano de Javier, fue el primero en poner música y cantar las letras que éste le enviaba desde Canadá. Fue allí donde entró en contacto con las canciones de Leonard Cohen y donde descubrió al que más claramente influiría después en su vida profesional y sería para él un referente, un maestro: George Brassens. Javier cayó deslumbrado por el ingenio, la irreverencia y el rigor del francés; más tarde, el responsable directo del debut de Javier en La Aurora, fue Chicho Sánchez Ferlosio, donde cantaba con Teresa Cano. En la sala Vihuela, de la mano del poeta Fernando Quiñones, conoció a un tal Joaquín Sabina…, y fue el comienzo de una gran amistad que se fraguó en la primavera del 79.

Corría el año 78, cuando se abre en Latina La Mandrágora, en el 42 de la Cava Baja, que más que local de actuaciones, era cenáculo al que acudían con asiduidad músicos, cantantes, poetas, magos, pintores, cineastas, escritores… El éxito del local no se entiende sin las actuaciones de Chicho Sánchez Ferlosio y el trio que formaban Krahe, Sabina y Alberto Pérez, que marcaron el ambiente literario y satírico del local.

En Zahara de los Atunes -Cádiz-, un verano,
murió Javier Krahe, pero no su obra.

“Ni feo, ni católico ni sentimental”… es la definición a la que llega Federico de Haro, parafraseando al propio Krahe, que a su vez los copió del maestro Valle-Inclán… uno de sus maestros.

Dice Sabina que Javier Krahe nunca fue viejo porque nunca fue joven. Y será verdad.

Para terminar, la primera estrofa de “El obseso sexual”, una canción de la que Cela cita cuatro versos en su Diccionario Secreto:

Cuando en su más tierna infancia
aquel niño preguntaba
si era en París de la Francia
donde un niño se engendraba.
Sus padres se enrojecieron
y cómplices se sonrieron.
El padre dijo a su esposa:
“¿Pero qué pregunta es esta?”
a cuestión embarazosa,
la callada por respuesta.
Este niño no es normal
Es un obseso sexual

Sinopsis de la editorial.
Javier Krahe, como él mismo solía decir, añadió una varilla nueva al abanico del género canción en nuestro país. Con ella, el aire circula con una fuerza literaria insólita y descubre rincones inexplorados. Conocido sobre todo por sus letras cáusticas sobre el amor, la política y la religión, admirador de Brassens y de Leonard Cohen, colega de Chicho Sánchez Ferlosio y mentor de Joaquín Sabina y Albert Pla, tuvo una vida inquieta (a su manera) y curiosa. Tanto como sus canciones, que hunden sus raíces en los años de estudiante en El Pilar y llegan hasta las fecundas temporadas en Zahara de los Atunes, pasando por el dulce autoexilio canadiense en el franquismo tardío, los primeros años de la democracia y los posteriores encontronazos con el poder. Canciones como «La hoguera», «Marieta», «Un burdo rumor», «Cuervo ingenuo», «En la costa suiza» o «No todo va a ser follar» son bandera de la contracultura más duradera.
Federico de Haro ha reconstruido la vida y la carrera de Javier Krahe a partir de los dos ingredientes imprescindibles en toda gran biografía: pasión y fuentes. La familia y los amigos del cantautor han abierto las puertas de sus casas para contarle todo lo que no se sabe sobre Krahe. El relato, completado con un examen cercano de su personal manera de componer las canciones e introducirlas en directo y con un apéndice con sus primeras letras (inéditas hasta hoy) da como resultado un retrato íntimo y original del hombre que siempre anduvo a la contra.

«Bendito sea el Krahe; y quien le ha glosado con tanto acierto, Federico de Haro.»
Javier López de Guereña.

El autor:
Federico de Haro nació en los ochenta en la ribera del Manzanares. Nunca fue muy futbolero, pero desde su casa se escuchaban los uys de la afición del Atlético de Madrid, y eso, se quiera o no, marca. Su infancia fueron las mañanas de cromos en el Rastro y las tardes de bicicleta en el Retiro. Luego la familia se mudó a la sierra de Guadarrama y el encontró ahí su lugar en el mundo (mañana será otro).

Federico de Haro

Su periplo universitario fue largo. Empezó Medicina y Filosofía, acabó Periodismo. Como buen milenial, salió al mercado laboral en plena crisis. Soportó la tormenta y el tormento atrincherado en sus vocaciones: la fotografía, la escritura y la docencia.
De Javier Krahe lo primero que le gustó fue “Marieta”, porque era la única ocasión en que a sus padres les hacía gracia que el niño dijera “gilipollas”. Luego, todo lo demás: las canciones-milagro, los conciertos, Brassens. Escribir una biografía a su altura siempre le pareció tarea imposible. Se lo sigue pareciendo, pero él puede asegurar, eso sí, que Javier Krahe: ni feo, ni católico, ni sentimental es su mejor libro hasta la fecha. Es, además, el primero.

El libro:
Javier Krahe: ni feo, ni católico, ni sentimental ha sido publicado por la Editorial RESERVOIR BOOKS en su Colección RESERVOIR NARRA. Prólogo de Julio Llamazares.  Epílogo de Javier López de Guereña. Encuadernado en tapa dura, tiene 288 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Como complemento pongo un vídeo con una entrevista a Javier Krahe realizada por Fernando Sánchez Dragó en el Programa El faro de Alejandría en 2003. El sonido empieza en el 00:43​ por problemas con el copyright.


Para saber más:
Javier Krahe en Wikipedia.