Javier Ramírez; ‘Phoenix Secret es un desafío constante’

Publicado el 07 octubre 2025 por Emprendedores De Hoy

Hay artistas que se suman a un camino por azar. Y hay otros que parecen haber sido escritos en la trama mucho antes de aparecer. Ese es el caso de Javier Ramírez, director, editor y compositor. Conoció a Víctor Aroca en septiembre de 2021, en un encuentro que marcaría el inicio de una complicidad creativa que pronto se convertiría en hermandad, y la excelencia serían sus pilares.

Desde aquel primer instante, el vínculo con Víctor Aroca fue inmediato. Había algo en su conexión que iba más allá de lo profesional. Javier lo recuerda con nitidez: “Era como volver a casa. Reconocí un espejo en el que veía mis fortalezas y también mis sombras. No se trataba de un proyecto más, sino de un llamado.”

Ese llamado lo llevó a involucrarse de lleno. En largas videollamadas con Víctor, las conversaciones fluían durante horas, casi como si se conocieran desde siempre. Muy pronto llegó el reto del primer teaser. Y lo que en otro contexto podría haberse resuelto en pocos días, aquí se convirtió en una auténtica obra audiovisual.

Entre los dos dieron forma a 18 versiones distintas, madrugando y trasnochando, hasta lograr una pieza que vibrara con la esencia que querían transmitir. Lo curioso es que, cuando llegaron a la versión número 14, ambos pensaban que ya estaba perfecto. Sin embargo, el perfeccionismo volvió a aparecer: primero Víctor propuso un cambio, después Javier añadió otro, y así, poco a poco, fueron afinando con precisión quirúrgica hasta alcanzar la versión número 18, la definitiva.

Javier sonríe al recordarlo: “Me enseñó que la perfección no es un destino, sino un camino. Sabíamos que la esencia estaba ahí, pero había que pulirla hasta que brillara. Y lejos de frustrarme, me motivaba. Era como cincelar una escultura.”

Quienes lo conocen saben que Javier es tan perfeccionista como Víctor. Y en esa excelencia compartida encontraron un código común: el del 11.11, que no aboga por lo urgente, lo inmediato, sino por la elaboración paciente de un multiverso disruptivo que no deja indiferente a nadie. Ese pacto tácito —nunca conformarse con lo básico, buscar siempre lo extraordinario— ha marcado cada producción, cada edición y cada nueva creación.

Javier no es alguien fácil de impresionar. Se define como un creador exigente, acostumbrado a medir cada detalle con lupa. Y, sin embargo, admite que con Víctor Aroca le sucede algo distinto. “Cuando Víctor me dice que me va a enviar un boceto, un guion que acaba de escribir o una pieza musical que acaba de componer, siempre me advierte: ‘te voy a volar la cabeza, prepárate’. Yo suelo responder con escepticismo, porque no soy nada impresionable… pero tengo que reconocer que todo lo que hace supera mis expectativas. Y eso para mí tiene un valor enorme.”

Es un juego que se repite: Víctor lanza la advertencia, Javier sonríe incrédulo, y después llega el asombro. “Muchas veces me he quedado sin palabras, y no es algo que me ocurra a menudo. Leer un guion y sentir que es brutal, escuchar una pieza y notar que te atraviesa… es algo que me recuerda todo lo que nos podemos compartir los unos a los otros. Entre él y yo crecemos muchísimo, por las perspectivas que nos damos y por lo sublime que es compartir el arte en esa constante evolución que para mí se representa a través del 11.11.”

Ese proceso no solo fue un aprendizaje técnico, sino también una definición de estilo. Para Javier, trabajar con Víctor es encontrarse con alguien que va más allá de lo convencional: “Víctor tiene una visión láser y un concepto de belleza en equilibrio que irradia armonía en todas las áreas. Esa mirada le hace sumamente perfeccionista: hasta el más mínimo detalle lo tiene en cuenta. Para mí, que soy un reflejo suyo en ese sentido, es algo natural. Pero para alguien que no esté acostumbrado, puede resultar desbordante. No se trata de presión, sino de llevar una obra hasta su máximo potencial.”

En esa búsqueda compartida no hay desgaste, sino una compenetración fluida. “Dentro del Dream Team cada uno aporta una pieza única. Juntos logramos transmitir la excelencia que nos representa, no solo audiovisualmente sino también en esencia.”

Ese trabajo en conjunto funciona porque el multiverso no se construye en soledad. “No es solo Víctor o yo. Cuando nos reunimos y hacemos una lluvia de ideas con otros miembros del equipo, surgen propuestas y visiones que de forma individual no podrían aparecer. La fuerza del Dream Team está en eso: cada visión se complementa y juntos logramos lo que ninguno lograría por sí solo.”

Ese intercambio constante, donde la sorpresa es mutua y el aprendizaje es compartido, ha cimentado la relación entre ambos. Lo mismo ocurre con el Dream Team: para Javier, el grupo no es solo un colectivo creativo, sino una familia estelar en la que la cercanía y la hermandad marcan la diferencia. “Lo que vivimos juntos es real. Hay confianza, hay entrega, y hay algo muy cercano que nos une. Eso es lo que hace que este multiverso sea tan distinto.”

Y ya, con esta complicidad como trasfondo, se abren las respuestas más personales de Javier, que permiten entender mejor su visión, su estilo y su lugar dentro de Phoenix Secret.

¿Qué significa para ti haber entrado en Phoenix Secret desde 2021?

Significa haber respondido a un llamado profundo. No fue solo un casting o un trabajo más, sino la certeza de estar entrando en un espacio donde mi arte tendría un sentido mayor. Desde entonces me siento parte de un viaje de transformación que va más allá de lo profesional.

¿Cómo recuerdas tu primera conexión con Víctor Aroca?

Fue inmediata. Pasamos horas en videollamadas, compartiendo ideas y visiones, como si nos conociéramos desde siempre. Reconocí en él un hermano de propósito y eso me marcó.

¿Qué aprendiste del primer teaser con 18 versiones?

Aprendí que la excelencia requiere paciencia. Cada versión nos acercaba más a lo que queríamos, y me enseñó que lo extraordinario no surge de la prisa, sino de la dedicación consciente.

¿Qué es lo que más te gusta de trabajar en el Dream Team?

La hermandad. No somos solo compañeros, somos familia estelar. Cada uno aporta su riqueza y su talento, y cuando todo se une, nace algo que supera lo individual. Nadie camina solo.

¿Cómo definirías tu estilo artístico?

Un estilo que busca la emoción auténtica. Mi arte siempre quiere emocionar de verdad, porque si no conecta, no sirve.

¿Qué representa para ti el código 11.11?

Es un símbolo de excelencia y de propósito. Un recordatorio de que nada debe hacerse a medias. El 11.11 me recuerda que cada detalle importa.

¿Cómo es tu relación con el resto del Dream Team?

De respeto y complicidad. Todos somos diferentes, venimos de lugares distintos, pero compartimos la misma visión. Con ellos siento que todo es posible.

¿Qué significa ser ‘hermano de luz’ en este multiverso?

Compartir alma, misión y propósito. Cuando digo que somos hermanos de luz lo digo porque realmente siento esa conexión con Víctor y con todo el Dream Team. Es como si hubiéramos pactado antes de nacer encontrarnos aquí.

¿Qué ha supuesto en tu vida personal trabajar en Phoenix Secret?

Un crecimiento enorme. Me ha exigido dar lo mejor de mí, me ha enseñado a ser más paciente, más resiliente, y me ha demostrado que el arte puede ser un camino de transformación personal. No soy el mismo que en 2021, y sé que lo que viene seguirá cambiándome.

¿Dónde ves tu papel dentro del multiverso en los próximos años?

Expandiendo mi rol, integrando más la dirección, la edición y la música para crear experiencias completas. Phoenix Secret me permite crecer y explorar, y sé que mi papel será seguir aportando desde esa multidisciplinariedad, siempre buscando sorprender y emocionar.

¿Cómo resumirías tu experiencia en una frase?

Phoenix Secret es un desafío constante. Un lugar donde el arte se convierte en misión y donde uno descubre que lo extraordinario sólo nace cuando te entregas con todo lo que eres.

Hablar de Javier Ramírez es hablar de un creador que no se detiene, de un perfeccionista que encontró en Víctor Aroca y en el Dream Team de Phoenix Secret Multiverse un espacio donde la excelencia se convierte en regla y la emoción en arte. Su historia no es la de un artista más dentro de un colectivo, sino la de un hermano de propósito que eligió caminar hacia lo extraordinario. Y, en sus propias palabras, lo extraordinario siempre es aceptar un desafío constante.