Jayne Mansfield, la estrella más kitsch del Hollywood clásico,Parte 1

Publicado el 06 abril 2010 por Leevancleef

Una peluca en la carretera, rodeada de trastos, restos de un coche destrozado , sangre… una peluca, símbolo eterno de la confusión y lo rocambolesco que rodea las vidas , pero mucho más las muertes prematuras y trágicas de todo aquel que es carne de cañón para convertirse en un cadáver muy reivindicado.

La peluca enmarañada concedió a Jayne Mansfield la entrada  en el top 10 de las leyendas urbanas que más nos fascinan a los que  devoramos los libros titulados Hollywood Babilonia o Secretos y Mentiras de Hollywood como si del último libro en la tierra se tratase y eso que siempre acabas leyendo lo mismo contando de distinta forma. Esa peluca que la acompañó ( en distintas formas, con distintos moldeados) a lo largo de casi  toda su carrera salió violentamente despedida del coche en el que Jayne Mansfield encontró la muerte a los 34 años cuando se dirigía a Nueva Orleans junto a su último amante Sam Brody y sus tres hijos. Eso llevó a salpimentar la verdad con un supuesto decapitamiento de la actriz, algo que no llegó a pasar, aunque a punto estuvo.

Eran las 2 de la madrugada y pocas horas antes había hecho su último show en el Gus Stevens Supper Club, en Mississipi. Era 1967 y por entonces Jayne era prácticamente de lo que vivía, de este tipo de espectáculos en clubs de carretera y locales más o menos importantes. Dicen quienes la vieron actuar en directo que era muy buena, que era una “entertainer” en toda regla. Sus espectáculos eran una especie de trash-burlesque, en los que no faltaban las  canciones y , como no, las frases irónicas y llenas de carga sexual a lo Mae West, cuya trayectoria tanto admiraba Jayne.

Pelucas, algo bastante tabú en la época ( hay mucho que agradecer a Dolly Parton entre otras por llevarlas a la normalidad) y mucho rosa acompañaron siempre a la reina de la serie B de los 50 por excelencia,la respuesta más “tramp” a Marilyn Monroe. Eso y muchas ganas de triunfar, sed de fama y de notoriedad. Antes las estrellas sabían fabricarse sus propias leyendas y mentir , inventarse biografías  . Pero a cambio tenías que tener mucho que ofrecer. Y Jayne lo tenía.

Vera Jayne Palmer poco se podía imaginar que en su día protagonizaría unas 500 portadas de revista. Siempre fue su sueño, pero sabía que  no iba  a ser fácil. Su belleza y su obstinación le ayudaron en el camino y desde que en 1955 posaba en la revista Playboy , llamando definitivamente la atención de las productoras de cine, empezó a dar forma a una de las máquinas de autopromoción más escandalosa y deliciosamente efectivas de la historia del mundo del espectáculo. Allí dónde hubiese una cámara estaría Jayne.

El Mansfield le vino de su primer matrimonio con  su “sweetheart” del instituto, con el que tuvo a su primera hija. Pero ni un marido aburrido ni un bebé iban a impedirle el intentar alcanzar su sueño . Aún le quedaba toda una vida por delante a sus 17 años.

Hizo obras de teatro y desde un  principio fue consciente de lo que el público quería de ella. Jayne era muy inteligente ( se dice que su coeficiente alcanzaba 163) pero eso no era lo que estaba predestinada a ofrecer en el mundo del espectáculo. Su talla 100 de pecho fue su mejor arma para convertirse en el centro de atención allá a dónde iba. Nada la iba a frenar. Con el estreno de su primer película como protagonista, “The Girl Can’t Help It” (1956), el  mundo entero fue testigo ( atónito) del nacimiento del sex symbol más exhibicionista y trasgresor de Hollywood. Tras una breve etapa en la que soñó con convertirse en actriz seria, fue consciente de la realidad y aceptó su papel en Hollywood con entusiasmo y sentido del humor. Al fin y al cabo ya había conseguido la fama , pensaba¿no era muy ambicioso anhelar todavía más?.

Jayne con su hija mayor, Jayne Marie

(Continúa….)