Un saxofonista con el que toco habitualmente siempre se ha caracterizado por escribir a mano unas partituras muy claras y fáciles de leer. Recientemente me comentó que a partir de ahora iba a hacerlas por ordenador. "¿Te has instalado un programa de edición de partituras?", le pregunté. Su respuesta fue: "No, me he comprado un scanner".
Un saxofonista con el que toco habitualmente siempre se ha caracterizado por escribir a mano unas partituras muy claras y fáciles de leer. Recientemente me comentó que a partir de ahora iba a hacerlas por ordenador. "¿Te has instalado un programa de edición de partituras?", le pregunté. Su respuesta fue: "No, me he comprado un scanner".