Ya se ha comentado en estas mismas páginas (virtuales pero páginas al fin y al cabo): hay amenizaciones en las que un músico se siente tratado como basura. Ciertos dueños de chalets, responsables de comunicación de compañías, maîtres y otros individuos se creen superiores y lo demuestran en cuanto pueden. No sólo es tarea del músico tocar bien, sino también saber estar en todos los sentidos. Hace unos meses un saxofonista pidió al responsable de una finca que hubiera unas sillas sobre el escenario. Aquél gritó a uno de los camareros: "¡Trae unas sillas para estos chavales!". El artista le agarró del hombro, le miró fijamente a los ojos y le dijo con seriedad: "Chavales no. Señores". Trajeron las sillas, trajeron bebida, les dieron de cenar. Y, lo más importante, les trataron con respeto.