Llegó el día del evento y, a medida se acercaba la hora de comienzo, continuaban entrando espectadores como si repartieran maná en el club. El malestar del responsable fue creciendo tema tras tema, corchea tras corchea. "Si la entrada fuese más cara estaría ganando más dinero", debió pensar. Llegó el descanso, comenzó el segundo pase, el público seguía disfrutando de la bebida y de la buena música. La actuación llegó a su fin y, como respuesta a los insistentes aplausos, el líder del grupo se acercó al micrófono: "Vamos a tocar un tema más". En esto que el gerente se plantó delante del escenario, se dirigió al público que abarrotaba su local y, con ostensibles gestos de enfado, dijo: "¡Eso, van a tocar un tema más, pero solamente uno, porque el precio de la entrada ya está más que amortizado!".
Llegó el día del evento y, a medida se acercaba la hora de comienzo, continuaban entrando espectadores como si repartieran maná en el club. El malestar del responsable fue creciendo tema tras tema, corchea tras corchea. "Si la entrada fuese más cara estaría ganando más dinero", debió pensar. Llegó el descanso, comenzó el segundo pase, el público seguía disfrutando de la bebida y de la buena música. La actuación llegó a su fin y, como respuesta a los insistentes aplausos, el líder del grupo se acercó al micrófono: "Vamos a tocar un tema más". En esto que el gerente se plantó delante del escenario, se dirigió al público que abarrotaba su local y, con ostensibles gestos de enfado, dijo: "¡Eso, van a tocar un tema más, pero solamente uno, porque el precio de la entrada ya está más que amortizado!".