El trombonista estaba molesto porque seguíamos sin tocar dos notas negras de la forma adecuada, y no se le ocurrió otra cosa que gritar, en medio de la hamburguesería atestada de inmigrantes ecuatorianos y colombianos: "¡Joder, sólo son dos putas negras!"
El trombonista estaba molesto porque seguíamos sin tocar dos notas negras de la forma adecuada, y no se le ocurrió otra cosa que gritar, en medio de la hamburguesería atestada de inmigrantes ecuatorianos y colombianos: "¡Joder, sólo son dos putas negras!"