Hasta que acabó el concierto. Jamás he visto a un público solicitar (exigir, diría yo) un bis con tanta pasión. Los lugareños se levantaron de sus asientos y empezaron a vitorearnos y a cantar a coro el típico "¡otra, otra!" hasta que volvimos al escenario a redondear la actuación. Una vez finalizado el espectáculo vinieron varias personas, concejales incluidos, a felicitarnos. Fue un momento tan surrealista que solo faltaban Berlanga y su cámara.
Hasta que acabó el concierto. Jamás he visto a un público solicitar (exigir, diría yo) un bis con tanta pasión. Los lugareños se levantaron de sus asientos y empezaron a vitorearnos y a cantar a coro el típico "¡otra, otra!" hasta que volvimos al escenario a redondear la actuación. Una vez finalizado el espectáculo vinieron varias personas, concejales incluidos, a felicitarnos. Fue un momento tan surrealista que solo faltaban Berlanga y su cámara.