Si queremos salvar Europa, ha llegado el momento de salvar el mundo.
El día 7 de enero murieron doce humoristas de la revista satírica Charlie Hebdo en París. No tuvo ni pizca de gracia. Hoy, exactamente una semana más tarde, sale a la venta un nuevo número del semanario, con una tirada que alcanza los tres millones de ejemplares y está traducido a dieciséis idiomas. En portada, Mahoma proclama Yo soy Charlie, y en la cabecera puede leerse con ironía: Todo está perdonado (Tout est pardonné, en francés). Pero ni hablar. No les compete a ellos. Es una cuestión que nos atañe a todos. Aunque la risa es una buena forma de llegar a todo el mundo; al menos es mejor que el terror institucionalizado.
Una portada del semanario francés Charlie Hebdo.
Yo soy Charlie es un estado de espíritu, que también quiere decir derecho a la blasfemia, comentó el redactor Gérard Biard, cuya declaración recogía El Periódico el martes 13 de enero. Es cierto: no hay humor sin reírse de uno mismo, pero tampoco sin empatía. Quizá pueda haber humor irrespetuoso, pero no puede haber respeto (por la libertad, cuanto menos) sin humor.
Hoy, la opinión pública no recuerda los nombres de los diecisiete muertos en París; en un mes, la actualidad habrá silenciado totalmente aquello por lo que vivieron, lucharon y murieron; de una u otra forma. Al escritor y académico Pérez-Reverte no le costó mucho exclamar: “¡Es la guerra santa, idiotas!” en un artículo tan directo como alarmista, aunque con unas cuantas buenas dosis de verdad. Para mí por lo menos no es santa, y quizá todavía no es guerra; pero poco le falta.
Europa: ¿crisol de naciones?
En realidad, el verdadero problema no es la Yihad, sino el ombliguismo de la cansada Europa que el resto del mundo mira hastiado. Europa, que sigue jugando una mano sin cartas y cree que el resto de la mesa no se ha dado cuenta, debe despertar. La semana pasada fue Charlie Hebdo, y luego volvió el fútbol (la Liga y el Balón de Oro), el cine (los Premios Goya) y otras armas de distracción masiva, expresión de Jordi Évole en su texto Yo no quería escribir este artículo de la que me apropio por un instante. Todo eso está muy bien, hasta que debemos tomar decisiones rápidas, porque a pensar ya vamos tarde.
Portada de Charlie Hebdo del miércoles 14 de enero de 2015.
Está por llegar el día en que África se niegue a pagar el legado de un pasado neocolonialista; pero mucho antes se presenta el día en el que el liberalismo occidental debe enfrentarse a una realidad: estamos en guerra, y no podemos seguir mirando hacia otra dirección. Lo siento.
¿Y cómo vamos a enfrentarnos a una guerra cuyo enemigo desconocemos, y cuyos posibles aliados ya han sido puestos en nuestra contra o han adoptado una opción neutral o colaboracionista por puro pavor?
Compromiso más allá de Occidente
A finales de agosto, francamente preocupado tras el visionado de los documentales que Vice News emitió sobre la situación en Irak y Siria, dediqué un extenso artículo, titulado ‘Un hiver à Majorque’, el Estado Islámico y la independencia de Cataluña, a algunos de los problemas que llegan de la mano de la globalización, el aislacionismo y el concepto de estado y nación. Por aquel entonces, yo afirmaba que hacernos una imagen, nuestra o del prójimo, terrible o idealizada, sin conocimiento previo, nos llevaría hacia un acantilado. Ahora estamos frente a él y, como decía, no sabemos nada de aquel a quien tenemos delante.
Por eso Europa confunde Islam que, etimológicamente, significa paz, con Yihad, y religión con fanatismo y radicalismo. Occidente exige a los musulmanes que nieguen categóricamente su implicación y apoyo a los ataques de tres locos (que son el germen de un grupo mucho mayor). ¿Acaso nadie recuerda los atentados terroristas en la isla de Utoya (Oslo, Noruega) en julio del 2011, verdad?
Si lo hiciéramos, comprobaríamos que no se trata de religión, sino de fanatismo e ignorancia. Hablamos de un problema global que se está tratando con un aislacionismo impropio de un siglo XXI totalmente globalizado y para el que todos nosotros nos hemos preparado. ¿Y sabéis qué? El Estado Islámico va ganando. Por cada comentario negativo que aparece en Twitter, diez usuarios hablan de su causa en positivo; hackean cuentas oficiales, adoctrinan a niños que apenas caminan y matan y mueren por su causa. Una causa estúpida, sangrienta y vacía para la que no estamos preparados.
La solución llega por comprometer a pueblos, ciudades y políticos del norte en un frente común y aceptar que la gente de Siria e Irak, de Oriente Próximo y de Oriente Medio, necesitan un oído amigo y una causa común frente a los terroristas; frente al Estado Islámico, y frente a Al Qaeda. Si queremos salvar Europa, ha llegado el momento de salvar el mundo. Si queremos pensar en local, ha llegado el momento de actuar de forma global.
¡Están decapitando a gente! ¡Disparando con fusiles de asalto a sangre fría en el centro de París! ¡Explotando y masacrando a la población civil en trenes y torres, bajo el cielo de los cinco continentes! ¡Destruyendo las siguientes diez generaciones de muchos musulmanes! Y pronto, si nadie toma conciencia de ello, quizá también de europeos.
En el artículo antes citado, Pérez-Reverte decía: “(…) Es contradictorio, peligroso, y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros.” No estamos aplaudiendo a ISIS; estamos detrás de la cortina, como Polonio, y con los ojos cerrados no se puede esquivar la estocada.
Solo espero que este sea un aviso más, pero a medida que pulso teclas, conjugo verbos y construyo frases, el tic tac suena cada vez más a cuenta atrás.
Enlaces relacionados:
- Mahoma llora por Charlie, en El Huffington Post
- Yo no quería escribir este artículo, por Jordi Évole, en El Periódico
- Mahoma proclama en la portada de ‘Charlie Hedbo': “Je suis Charlie”, en El Periódico
- Es la guerra santa, idiotas, por Arturo Pérez-Reverte, en XLSemanal
- Información sobre el atentado contra Charlie Hebdo, en Wikipedia.
Por último, si bien debo admitir que el título de este artículo me ha predispuesto muy negativamente a leerlo, la opinión en sí me parece inteligente e interesante. Comparto:
- Todos somos Excalibur, por Lluís Prados en El País