El fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado es uno de los artistas más reconocidos en su profesión y no solo por el propio valor estético de su obra sino también por el profundo humanismo que destila cada una de sus imágenes. Embajador de Buena Voluntad de UNICEF, ha ganado algunos de los premios más prestigiosos, no solo de su campo sino también otros más generalistas como el Príncipe de Asturias de las Artes. Desde que abandonó la agencia Magnum, se dedicó a proyectos muy personales que suelen reflejarse en libros y exposiciones itinerantes. Sus temas son sociales y medioambientales y es en este último aspecto en el que se centra su última obra: “Amazonia”. Está compuesta por doscientas fotografías tomadas a lo largo de un periodo de siete años y son una protesta contra la deforestación y un alegato a favor del modo de vida indígena. Salgado conoce bien la amazonía en la que ha desaparecido durante meses en varias ocasiones para convivir con las tribus locales. Afirma que probablemente sea la única persona no nativa que ha estado en todos los poblados de la tribu Zo'é, por poner un ejemplo.
Las fotografías que componen “Amazonia” están expuestas desde el 20 de mayo de este 2021 hasta el 31 de octubre en la Philharmonie de París y más tarde lo estarán en otras ciudades como Roma o Londres. Se da la circunstancia de que una de las exposiciones recientes celebradas en la institución parisina se centró en la historia de la música electrónica. Tuvo lugar en 2019 y una de las personas que más aportó al evento fue Jean Michel Jarre, quien cedió parte de los sintetizadores y aparatos de su estudio privado para ilustrar la evolución de los instrumentos electrónicos y la moderna concepción de los estudios de grabación. Aquella fue la primera colaboración entre Jarre y la Philharmonie y también el inicio de una serie de proyectos entre ambos. En aquel momento se anunció la celebración de un concierto muy especial en el que Jarre tocaría acompañado de (o acompañando al) software “EON”. Una aplicación de música generativa que el propio Jarre había desarrollado junto con un equipo de programadores expertos en inteligencia artificial. La pandemia de COVID hizo que el evento, programado para octubre de 2020 se cancelase pero eso no fué óbice para que los responsables de la institución parisina decidieron encargar a Jarre un proyecto más: la composición de una banda sonora para la exposición de Salgado. Al músico le faltó tiempo para aceptar y enseguida se puso manos a la obra.
El enfoque de “Amazonia” en su vertiente musical estaba muy claro. Jarre había hecho ya inmersiones en músicas de determinadas zonas geográficas y las había integrado en su propia obra. Pensamos en composiciones como “Fishing Junks at Sunset” de sus “Concerts in China” o “Calypso” de “Waiting for Cousteau”. Sin embargo en este caso no quería hacer nada parecido. La música que acompañaría a la exposición de Salgado iba a ser completamente diferente. Jarre partiría de los fondos fonográficos del Museo de Etnografía de Ginebra en donde se recogen alrededor de cuarenta horas de sonidos grabados en la amazonía en las últimas décadas, algunos de los cuales fueron aportaciones de viejos colaboradores del propio Jarre como Xabier Bellenger o el técnico de sonido Denis Vanzetto. Hay sonidos naturales, animales, canciones de las tribus indígenas, etc. Jarre sencillamente los dispone a lo largo de los algo más de 50 minutos de duración de la obra y los acompaña de forma sutil con fondos sonoros y patrones rítmicos nada invasivos consiguiendo lo que pretende: sumergir al oyente en el ambiente de la selva amazónica sin distraerle más de lo necesario. La audición es, en realidad, una experiencia inmersiva que debe funcionar de maravilla en el contexto de la exposición y que no lo hace nada mal privada del entorno de las fotografías de Salgado, sobre todo en la versión en sonido binaural especialmente mezclada por Jarre para ser disfrutada con auriculares y que está disponible como descarga digital.
La versión en CD de “Amazonia” está dividida en nueve partes aunque, de hecho, se trata de un todo continuo en el que resulta complicado encontrar una separación real en términos musicales. La primera parte es una de las pocas en las que encontramos algún atisbo de melodía, concretamente en unos breves acordes que se repiten unas pocas veces al comenzar la reproducción. Una melodía breve de teclado que surge de entre los cantos indígenas y los sonidos acuosos del entorno que es una excepción en el desarrollo del trabajo. El resto de la aportación de Jarre es sutil. Profundas notas estáticas, retazos sueltos aquí y allá, esbozos de percusiones que son abortados al poco de empezar, etc. Hay algún segmento que nos recuerda a los extraños pasajes dibujados por “EON”, la app de la que hablábamos algo más arriba, y que forman breves armazones rítmicos que ayudan a estructurar los diversos tramos musicales de la obra pero todo es efímero. Ninguna melodía llega a cuajar antes de disolverse y dar paso a la siguiente. A veces un ritmo se sostiene un poco más como ocurre en los primeros instantes de la mayoría de las partes del trabajo pero nunca dura demasiado. Solo el conocedor en profundidad de la obra de Jarre reconocerá algunos sonidos y patrones familiares pero lo hará en muy contadas ocasiones. Con todo, la escucha es una experiencia muy interesante y alejada de otras obras similares. El disco, a nuestro juicio, va mejorando con los minutos y la segunda mitad del mismo nos resulta mucho más atractiva que la primera. La parte 6 tiene un extraño aire “oxigenado” en el inicio y la 7 nos muestra la mejor integración entre ritmos electrónicos y cantos indígenas de todo el trabajo con unas cuerdas finales que son puro Jarre. Sin embargo, si nos tenemos que quedar con un fragmento concreto, optamos por el que cierra el disco. La parte 9 de “Amazonia” llega a emocionarnos con su percusión persistente, cuerdas repetitivas que recuerdan a “Ethnicolor II” del disco “Zoolook” y, especialmente, ese tramo final que llega tras los sonidos de la tormenta y en el que los samples vocales replican las cuerdas anteriores poniendo un broche extraordinario al trabajo.
“Amazonia” es un disco distinto. No por tratarse de música destinada a ser oída mientras se hace otra cosa (asistir a una exposición en este caso) porque ese es un terreno que Jarre ha pisado ya en muchas ocasiones. Baste recordar que la pieza larga de “Waiting for Cousteau”, antes de formar parte del disco, fue la música de ambiente que sonaba durante una exposición fotográfica sobre los grandes conciertos de Jarre. El propio “Music for Supermarkets” era en origen música destinada a sonar de fondo en una galería de arte y otros trabajos como “Geometry of Love” o el prácticamente desconocido “Interior Music” cumplían funciones similares aunque en otras circunstancias y espacios. La diferencia entre “Amazonia” y todos estos otros trabajos es notable ya que estos, en mayor o menor medida y con la única excepción de “Interior Music”, funcionan perfectamente por sí solos como obras musicales. En cambio, la música de Jarre para Salgado es diferente ya que cumple con una función inmersiva. No nos ayuda a integrarnos en un recinto expositivo: nos traslada al ambiente del Amazonas. Ahí es donde radica su mérito y también donde encontramos el mayor “pero” para el oyente habitual de Jean Michel Jarre que no va a encontrar aquí el tipo de música que le ha hecho célebre por más que toda la obra tenga su sello muy presente en todos los detalles. No hay temas pegadizos, himnos electrónicos ni pirotecnia sonora en “Amazonia” pero ahí radica su encanto y el desafío para el oyente. Os animamos a aceptar el reto y hacer este viaje a lo más profundo de la selva con los auriculares puestos.