Año: 2005
Duración: 58 minutos
Dirección: Dario Argento
Guión: Steven Weber, Bruce Jones
Intérpretes: Steven Weber, Carrie Fleming, Laurie Brunetti, Brenda James, Harris Allan
Frank es un agente de policía que un día salva a una chica de ser asesinada. Antes de morir, el asesino sólo es capaz de pronunciar el nombre de la mujer: Jenifer, que además tiene la cara totalmente desfigurada, es incapaz de hablar y no tiene nadie con quién ir. Ante estas circunstancias, Frank decide acogerla en casa...
Emitido en los EE.UU. el 18 de noviembre de 2005, Jenifer es uno de los episodios de Masters of Horror que más llamó mi atención y más gratamente me sorprendió. Poco o nada esperaba a estas alturas de Dario Argento, otrora rey del giallo y del terror italiano y director de clásicos como Rojo Oscuro (1975), Suspiria (1977) o Phenomena (1985), y tengo que reconocer que en este episodio, basado en la historia de cómic homónima publicada en el número 63 de Creepy (julio 1974) (escrita por Bruce Jones y dibujada por Berni Wrightson) encontramos trazas del Argento de siempre, el que prefiere provocar repugnancia y desasosiego en el espectador antes que terror, y que opta por no dar ninguna explicación al horror que dispone en la pantalla.
En el apartado técnico, buenos efectos especiales, como siempre a cargo de los maestros Howard Berger y Greg Nicotero, consiguiendo momentos gore realmente llamativos que contribuyen a aumentar el interés y la intensidad de la narración. Especial mención para el rostro desfigurado de la protagonista, una convincente creación de maquillaje, y para la fotografía, que hacen que el episodio esté más cerca de la producción cinematográfica que de la televisiva.
De los cuatro primeros episodios de esta atípica serie, éste dirigido por Dario Argento es el que juega en una liga algo diferente, tratando de dejar en el espectador un poso diferente gracias al morboso argumento y usar como baza el interés innato del ser humano por este tipo de temas escabrosos. Además, resulta interesante el planteamiento moral de los extremos a los que puede llegar un ser humano normal para ver satisfechos sus bajos instintos. En definitiva, un episodio que, aunque no es ninguna obra de arte (el final es previsible y se ve venir a lo lejos, y hay ciertas situaciones bastante inverosímiles y difíciles de asimilar), plantea cosas interesantes y tiene pinceladas (aunque escasas) del gran maestro que es Dario Argento. A ver si vuelve pronto por sus fueros...