Jennifer Pareja: "Mi psicólogo ha sido el deporte"

Publicado el 16 mayo 2019 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
Cronómetro de Récords entrevista a la excapitana de la selección de waterpolo

Jennifer Pareja, durante su intervención en Amb veu de dona. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 


Toni Delgado / Barcelona 

Jennifer Pareja (Olot, 1984) era una niña más que devoraba los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 desde el salón de casa. —¡Yo quiero ir allá!  –les dijo a sus padres. —Vale, vale. Deja de soñar y sigue trabajando duro.

Ocho años después, Jennifer Pareja se instaló en el CAR de Sant Cugat y apostó su vida por el waterpolo: "Dejé a la familia, medio aparqué los estudios, renuncié a la vida de adolescente...". "¿Y por qué este sueño no puede convertirse en un reto o un objetivo?", se preguntaba continuamente. Retirada en 2016, la eterna capitana de la selección de waterpolo cuenta sus miedos, fortalezas y vivencias en la primera edición de Amb veu de dona [Con voz de mujer], organizada por SER Catalunya en el Auditori CaixaFòrum. Antes de su ponencia, conversa un cuarto de hora con Cronómetro de Récords. Jennifer Pareja es cercana, risueña, persistente y soñadora. Transmite la misma pasión y se siente igual de suelta que en la piscina. Ahora es asesora ejecutiva de la presidencia del Consejo Superior de Deportes.
—"Me he cansado de ser una luchadora. No voy a luchar más. Lo que soy es merecedora. Merezco el mismo trato y los mismos derechos. Merezco ser tratada de la misma forma, ser amada", ha reivindicado en su intervención Anabel Montes, jefa de misión del Open Arms. Resume la historia de la mujer. Ya no podemos mirar al pasado, aunque necesitamos tener presente de dónde venimos. Hemos sido siempre merecedoras. Hemos luchado mucho.   —Es necesario aparcar la palabra coraje. Y adjetivos que todavía nos colocan por detrás. Ya hemos demostrado que estamos ahí igual que vosotros. No toca tirar de coraje, sino de realidad. Somos merecedoras.  —El éxito todavía se asocia más al hombre.  Los logros y los sueños ya no son sólo cosa de ellos. Las mujeres también podemos soñar y perseguir nuestros retos. El éxito es éxito. No estaríamos en este punto si otras mujeres no hubiesen persistido tanto cuando el camino era mucho más duro.  —¿Desde que te retiraste se ha reducido la desigualdad?Ya la viví de pequeñita. Me decían que el waterpolo era de chicos, que parecía un tío porque estaba muy fuerte... Cuando tienes claro cuál es tu sueño, no te puede importar qué piensen los demás. En los últimos años ha habido un cambio de actitud y de mentalidad, aunque quedan muchos pasos por dar.  —Hay muchas niñas que aspiran a ser jugadoras de baloncesto profesionales que no siguen a las mayores. ¿Pasa lo mismo en el waterpolo?Disponer de referentes nos permite avanzar. Necesitamos que sean actuales y no depender de los de hace 10 años. Tenemos que fomentar que las niñas se interesen por las competiciones [femeninas]. El compromiso de los entrenadores y entrenadoras es enseñarles la historia, las tácticas y técnicas, pero también presentarles espejos de quienes aprender.   

La excapitana de la selección de waterpolo. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 


—¿Tuviste referentes femeninos?Ninguno. Sólo masculinos. Me fijé en los waterpolistas. —¿En Manel Estiarte?Claro, en la generación de los Juegos Olímpicos del 92. ¿Sabes qué me ha dicho un hombre hoy en el AVE? "Mi hija empezó a jugar al waterpolo por ti". ¡Yo ya soy feliz! Algo hemos cambiado.  —¿Cómo reaccionaste la primera vez que comprobaste que alguien se reflejaba en ti?   Sólo puedo hablar en plural. Lo nuestro ha sido 100% en equipo. La plata en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 supuso el gran impulso para el waterpolo femenino: aumentaron las licencias federativas, el público nos empezó a conocer... Uno de los grandes premios que me llevo del deporte es que niños y niñas me digan que de mayores quieren ser como yo.  —En el Preolímpico de Trieste  de 2012 os clasificasteis  por primera vez para unos Juegos Olímpicos tras vencer a Grecia, campeona mundial y subcampeona europea. Era el gran sueño de las 13 locas que nos habíamos dejado la piel y muchísimas horas en ello. ¡Cambiamos la historia! Se me pone la piel de gallina.. A falta de dos minutos llorábamos en el agua.  —Qué imagen... Llorar en el agua... ¡Sí! ¡Éramos olímpicas! En el agua las lágrimas no se notan.  [Sonríe]. —¿Ser mejor jugadora del Mundial de Barcelona, mundial y europea te cambió?Nada. Fue más bien un "me puedo morir tranquila". Mi esfuerzo y el de mi familia habían valido la pena. Tenía una medalla olímpica y un oro mundial. —¿Cuál es tu función como asesora ejecutiva de la presidencia del Consejo Superior Deportes? María José Rienda, la primera secretaria de Estado para el Deporte, ha apostado por mí y le estoy muy agradecida. Ella  quería mi visión de deportista. He vivido todas secuencias del deporte, desde el escolar al de alto rendimiento. Soy una enferma de los deportes, me gustan y los sigo todos. Me ocupo de temas de mujer y deporte, deportistas, visibilidad, comunicación...   —Ahora eres analista en televisión, das charlas y conferencias... ¿Cómo te has preparado para comunicar mejor?   Ha sido un largo proceso. Los y las deportistas no sólo transmiten cuando compiten, también lo hacen con su discurso y con la imagen que proyectan. Quien no me conoce me adjudica un perfil más agresivo. Como yo en el agua tenía un juego intenso y cara de mala leche... —Jugabas con ganas de comerte el mundo y casi siempre te imponías en los esprints. A veces, la concentración y el hambre se confunden con otras cosas... Fuera del agua no tengo mala leche, no me peleo nunca y siempre estoy con la sonrisa en la boca. Jugando no podía ser así. Aprender a comunicarme y contar las cosas mejor me ha ayudado a dar otra imagen de mí.  —Contagiabas tu energía al público. ¿Cómo transmites ahora con el micrófono?La pasión era mi motor cuando competía. ¿Cómo voy a hablar sin energía de algo por lo que siento pasión? No te lo puedo comunicar de otra manera.  —En el escenario hablas como si estuvieras en la piscina.  Tal cual. El deporte es mi gran amor. —Le contaste a Lou Martín en una entrevista para El País que de pequeña nadabas y ganabas, pero que lo dejaste porque te aburrías. ¡Así fue! [Risas]. Mi premisa siempre ha sido que cuando las cosas no me ilusionen, las dejaré. Según todo el mundo, tenía un gran futuro, pero yo quería divertirme. El club no lo entendió, mi familia, tampoco... Cambié la natación por el waterpolo porque quería hacer amistades. Ser feliz. —¿Cómo has ido digiriendo que Miki Oca no te convocase para los Juegos Olímpicos de Río? ¿Ahora lo ves de otra forma? ¿Igual?Igual. Hay una parte que no entendí, no entiendo y no entenderé, si no se me da una explicación diferente. Aunque tampoco quiero entrar ahí, por favor. ¿Cómo lo digiero ahora? Quizás es una manera de protegerme a mí misma, pero a veces estoy casi agradecida por cómo me ha cambiado. Maduré. Me he convertido en una persona que ni yo misma conocía. En otra versión quizás mejor.  

Jennifer Pareja con el cartel de Amb veu de dona. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords. 

—¿Ahora te afectan menos las cosas que no están en tu mano? Tal cual. No podemos torturarnos...  —Pero solemos hacerlo...  No vale la pena. Aquello fue una hostia infinita que me hizo tocar fondo. El deporte me ha enseñado a ser mejor cada día. Me marco pequeños retos diarios y quiero aprender continuamente.   —¿Tu psicólogo ha sido el deporte?Sí. Mi psicólogo ha sido el deporte. ¡Me gusta mucho esa reflexión! Cuando competía, trabajábamos con psicólogos y psicólogas. Son una figura imprescindible. En la época en la que toqué fondo no quise ir ni a un psicólogo ni a una psicóloga porque consideré que tenía que pasarlo mal. Utilicé las herramientas que me había dado el deporte e hice un clic. Me dije: "Jennifer, tienes que salir de aquí". Y aquí me tienes.