Jennifer Teege: ejemplo de esperanza y perdón

Por María González Prieto @dibuperiodistas

A Jennifer Teege, la segunda ponente del día, un secreto familiar la llevó a la mayor crisis de su vida.

Jennifer, de madre alemana y padre nigeriano, fue adoptada cuando tenía 7 años, pero mantuvo el contacto varios años más con su madre biológica.

Cuando tenía 38 años, acudió como cada día a la Biblioteca Nacional, y cuando paseaba por los pasillos, llenos de libros, uno con las tapas rojas llamó poderosamente su atención. En la portada aparecía la foto de una mujer, y en el fondo, como difuminada, la de un hombre. El título del libro era: ¿Tengo que amar a mi padre? La fotografía de la mujer le resultaba familiar, al ojear sus páginas, pronto descubrió que la protagonista de aquel libro era su madre biológica, y su abuelo, Amon Leopold Goeth, el comandante del campo de concentración nazi cuya historia está representada en la película de Steven Spielberg La lista de Schindler.

Entró en shock, y poco después los médicos le diagnosticaron un tipo de estrés postraumático. Pasó mucho tiempo hasta que consiguió “asimilar” aquel descubrimiento. Ella no podía entender que su propio abuelo hubiera matado a tantísima gente en aquel horrible lugar.

Jennifer sintió que debía rendir un homenaje a todas esas víctimas, y viajó hasta Krakovia, dónde se encontraba el antiguo campo de concentración, y paso varios minutos delante del monumento que recuerda a las personas que allí perdieron la vida, colocó flores, y con ese acto se sintió en paz consigo misma, y pudo aliviar ese sentimiento de culpa que sentía porque alguien de su familia biológica hubiera causado tanto dolor.

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El testimonio de Jennifer Teege me impresionó, y en ese momento no entendí por qué se sintió tan mal, tan afectada por esa noticia, pero pensándolo… Yo no sé cómo habría reaccionado en  su lugar, probablemente de una forma bastante parecida.

De su conferencia, quiero quedarme con unas cuantas frases:

La primera: “El parecido físico no dice absolutamente nada de la personalidad”. Esta frase la descubrió cuando vio el parecido físico que existía en su nariz y su boca con su abuelo Amon Goeth, y analizó las personalidades y pensamientos tan diferentes que tenían, y es cierto. A todos nosotros nos puede pasar con cualquier de nuestra familia, si lo pensamos, ¿no?

La segunda: “La clave para un mundo mejor es la empatía”. ¡Esto es una verdad como un templo! Y no me canso de repetirlo… si todos fuéramos capaces de ponernos en el lugar del otro, podríamos ayudarle y crear de esa manera un mundo mucho más feliz para nosotros y para los que están a nuestro alrededor.

La tercera: “Hay que saber quiénes somos y qué queremos para ser felices”.

Y la cuarta. Compara a las personas con un árbol. Un árbol no puede vivir sin sus raíces, y nosotros tampoco. Nuestra historia, nuestra familia y de dónde vivimos forma parte de nosotros, e igual que un árbol se moriría si le cortamos sus raíces, a nosotros nos pasaría lo mismo. Por eso, Jennifer dice: “No puedes elegir qué tipo de árbol eres cuando naces, pero sí puedes decidir en qué tipo de árbol te quieres convertir”. ¿No os parece maravilloso?

Si queréis conocer más sobre ella, podéis hacerlo en la web de LQDVI, Jennifer Teege.