Conocía a Óscar Esquivias (Burgos, 1972) como autor de relatos; sabía que había ganado el premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en 2008 con La marca de Creta; y había leído su cuento Miedo en la antología Siglo XXI, publicada por la editorial Menoscuarto en 2010; así que le pedí amistad en facebook, ese lugar del ciberespacio en el que un montón de desconocidos se llaman amigos por tener una afición en común; en este caso, la literaria. Descubrí el entusiasmo de Esquivias por el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia cuando colgué allí los enlaces a las entradas que le dediqué a este autor en el blog; y a raíz de estas entradas conversamos un poco virtualmente. Meses después le pude conocer en persona en la presentación del libro de cuentos La vida interior de las plantas de interior de Patricio Pron, presentado por Ernesto Calabuig. La casualidad quiso que compartiéramos metro para volver a casa, y fue agradable darse cuenta de que en realidad es muy fácil entablar conversación con esos desconocidos de facebook con los que compartes una pasión común. Mantuvimos una animada charla en el metro sobre Jorge Ibargüengoitia y José Donoso.
Cuando anuncié en las redes sociales el verano pasado que iba a firmar mi poemario El bar de Lee en la feria del libro de Madrid, fue una sorpresa que Óscar me comentase que había leído mi anterior poemario, Siempre nos quedará Casablanca, y que le había gustado. Yo había comprado unos meses antes La marca de Creta, pero no lo había leído todavía. Óscar apareció en la caseta el día que firmaba y me compró El bar de Lee, además de mi novela Acantilados de Howth. Unos días después firmaba él y, por supuesto, no podía dejar de pasarme por su caseta. Allí compré otro de sus libros de cuentos, Papanitos verdes, y su primera novela, Jerjes conquista el mar. En un mundo en el que desaparecen los lectores literarios, ahí quedamos los autores para comprarnos libros entre nosotros antes del fin.
El viernes 28 de febrero (que fue festivo para los docentes) seguía leyendo los Cuentos completos de Juan José Saer, y después de terminar el tercer libro (de cinco) –el titulado Unidad de lugar– me apeteció (como la semana pasada con El material humano de Rodrigo Rey Rosa) cambiar de aires y tomé de la montaña de inleídos Jerjes conquista el mar. Lo leí casi de una sentada esa misma tarde.
Con Jerjes conquista el mar Óscar Esquivias ganó el Premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid en el año 2000; la novela la publicó la editorial Visor ese año. La editorial con la que Esquivias publica actualmente –Ediciones del Viento– la volvió a reeditar en 2009, tras una revisión del autor “para acercarse al ideal de precisión de aquel primer intento”, como nos cuenta el autor en una nota final. Jerjes conquista el mar fue la primera novela escrita por el autor, que debía de tener unos veintisiete años.
Jerjes es un joven con una leve discapacidad mental, y trabaja –gracias a un Plan de Integración– limpiando cristales en el edificio de la Telefónica de Gran Vía, junto a Duque, otro joven, cuya discapacidad, según él mismo apunta, es la sordera, aunque el lector intuya que miente por pudor. La novela comienza en la madrileña –y tan fatigada por mis pasos– Cuesta de Moyano. En concreto en la caseta de la viuda de Infantes, una señora mayor que se dedica más a ahuyentar a la posible clientela que a tratar de vender libros. Jerjes rebusca entre sus libros y pregunta interesado por un álbum de fotos y recuerdos, ya que le interesan las postales antiguas, sobre todo si aparecen playas. Cuando pregunta el precio del álbum, va a recibir el esperado bufido de la viuda de infantes. Sin embargo, Jerjes volverá al puesto hasta que consiga el álbum, mientras se va creando una extraña relación de amistad entre estos dos personajes bastante desvalidos. En la página 64, el librero Fermín Vidrieras, que regenta un puesto de libros cercano al de la viuda, apuntará: “Qué pareja, la loca y el tontito”.
Los escenarios principales de la novela serían la cuesta de Moyano, donde Jerjes interactúa con los libreros señalados y también con algún otro comprador de libros; el edificio de la Telefónica de Gran Vía, donde Jerjes se relaciona con su compañero Duque, los guardias de seguridad y algún que otro empleado de la Telefónica; y la casa de Jerjes, donde este convive con su madre y el cada vez más presente novio de esta.
Todos los personajes de la novela son peculiares, y hasta cierto punto marginales. Sobre ellos el narrador posa una mirada tierna, no exenta, en más de una ocasión, de un humor socarrón. La novela se sitúa a finales de los noventa, cuando aún se compraba con pesetas y Juan Villalonga era el presidente de la Telefónica. En más de un caso me ha parecido ver que el narrador se detenía en una visión costumbrista de Madrid; por ejemplo al describir los discursos de mendigos y músicos del metro, como si quisiera rescatar para la capital una corte de los milagros valleinclanesca (“Madrid es un carnaval”, pág. 59).
Jerjes conquista el mar se organiza en capítulos cortos, con abundantes diálogos frescos y coloquiales. Sus pequeñas tramas se van engarzando de modo sencillo y elegante. Ya dije al comenzar la entrada que esta novela se puede leer prácticamente de una sentada, y uno acompaña a sus personajes marginales y entrañables (bien perfilados mediante el empleo de certeros detalles) con una sonrisa. Jerjes conquista el mar es una primera novela, escrita por alguien que no llega a los treinta años, bastante sencilla, pero muy bien armada; una novela que parece escrita sin grandes pretensiones de trascendencia, pero con el pulso firme de un narrador que sabe estructurar bien una historia y desplazar a los personajes sobre la trama de forma ágil, mediante el uso de los diálogos y las elipsis. Jerjes conquista el mar es “un texto muy depurado, muy sencillo, muy limpio, con una anécdota aparentemente pequeña, pero con una gran carga poética”, como apunta el propio Óscar Esquivias en este vídeo en el que presenta la novela:
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Como el mismo Esquivias apunta en el vídeo, su trilogía novelística formada por las obras Inquietud en el paraíso, La ciudad del Gran Rey y Viene la noche es la que más lectores (y reconocimiento, apuntaría yo) ha tenido de toda su obra. También es un destacado cuentista: dentro de poco espero comenzar sus dos libros de cuentos, que están esperándome en mi montaña de libros inleídos.