El atleta español Jesús España se ha pasado de frenada. Ha criticado duramente al Comité de Competición por exculpar a su compañero Alemayehu Bezabeh de tentativa de dopaje en el marco de la “Operación Galgo”. No sé con qué cara le mirará ahora al corredor de origen etíope, pero digo yo que por algo le habrán absuelto.
“Si digo la mitad de lo que pienso, no vuelvo a correr”, declara España. Tirar la piedra y esconder la mano, como diría un niño, está feo. Si sabe algo que lo cuente, que lo denuncie, y no en los medios de comunicación, que lo haga ante los organismos competentes. Sembrar la duda, o mejor dicho, acusar a la vez que se lava las manos no debe ser la actitud.
Deberían sancionarle. Sí, a él. Bien por conducta antideportiva por acusar de algo tan grave a un compañero sin pruebas; o bien por ocultar un caso de dopaje y ser cómplice de las trampas de otros. Jesusico, hay que aprender a medir las palabras.
No sé qué ha hecho o ha dejado de hacer Bezabeh, pero esto suena a pique de egos al más puro estilo tauromaquia, donde uno de los diestros quiere hacerse con los carteles de las principales ferias y relegar a su peor enemigo a plazas de segunda.
En la misma línea Chema Martínez, de manera cobarde tildando de bochornosa la decisión. Que no profesen el lema fácil, “en el atletismo español todo vale”, que hagan algo por mejorar y limpiar el deporte que tanto aman o con el que al menos se ganan su pan. Ya está bien de jugar a juez y no querer ser parte.