Loudonville, barrio de la ciudad de Colonie en el Condado de Albany, estado de Nueva York, el 4 de febrero de 1923 nace Joan Vollmer bajo la gracia de una familia de posibles (clase media alta, para entendernos), hija de la Sra. Dorothy y del Sr. David W. Vollmer. Pero todo no es alegría en la casa del rico, aburrida de una existencia tan económicamente privilegiada como alejada del mundo que anhela, cansada de luchar contra las restricciones impuestas por sus padres y frustrada por las continuas discusiones con su madre; tan pronto como puede pone tierra de por medio, impaciente marcha a vivir la vida bohemia de la ciudad de Nueva York. Se matricula en el Barnard College, centro privado femenino de enseñanza superior adscrito a la Universidad de Columbia donde asiste a las clases de la Escuela de Periodismo. Estudiante brillante y vivaz, con fama de tener buen ojo para los chicos (a los que aplica la misma clase de valoraciones sexuales que ellos, generalmente, emplean con las chicas), aunque es posible que con la mirilla romántica un tanto desenfocada. El 9 de enero de 1940 en el Condado de Vance, Carolina del Norte, contrae primeras nupcias con Henry Allan Keeler, el enlace es anulado en agosto de 1941. Al año siguiente, más por provocación que por amor, se vuelve a casar en Nueva York con Paul Adams estudiante de derecho en la Universidad de Columbia, joven apuesto, alto y de cabello rizado, quien es reclutado por la Infantería de Marina de los Estados Unidos, acuartelado en Tennessee y enviado a luchar en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial.
Producto de una carambola vital (Lucien Carr presenta a Kerouac a Ginsberg y a estos dos a Burroughs), en febrero de 1944 Joan Vollmer conoce a William S. Burroughs (1914-1997) un hijo de familia rica graduado en la Universidad de Harvard, homosexual, adicto a la morfina, simpatizante de las armas, con trastornos emocionales y declarado exento de servir a su patria por incapacidad psicológica. Llegado el verano, fruto de la relación con Paul Adams, Joan alumbra a su primer hijo: una niña que ponen de nombre Julie Adams. Prosigue un agosto movidito en el que la vida de los amigos es también su vida. El día 14 Lucien Carr en el fragor de una riña apuñala mortalmente a su amigo David Kammerer, arroja el cadáver al río Hudson y, en compañía de Jack Kerouac, tira el arma homicida (una pequeña navaja de boy-scout) en una alcantarilla y se deshacen de las gafas de la víctima. Acosado por los remordimientos Carr se entrega a la policía confesando ser el autor del crimen, como consecuencia Kerouac es arrestado en calidad de testigo material acusado de ocultar pruebas; librado del cargo de complicidad, la única manera que tiene Jack de eludir la prisión es abonar la fianza fijada por el juez, su padre se niega a soltar ni un duro así que busca otra salida, jura a Edie Parker amor eterno, el 22 de agosto la pareja contrae matrimonio en la cárcel con el regalo de boda bajo el brazo del pago de la fianza por parte de la familia de la novia; el vínculo se romperá un año después. Celebrado el juicio, Lucien Carr se declara culpable alegando que actuó en defensa propia ante el obsesivo acoso sexual al que Kammerer le tenía sometido; la sentencia le condenó a veinte años de prisión por homicidio de los que sólo cumplió dos en el Elmira Correctional de Nueva York. Calmadas las aguas, en diciembre Joan Vollmer, su hija Julie, Edie Parker y Jack Kerouac se mudan a un apartamento en el 419 West 115th St., piso que compartirán también con Allen Ginsberg, William S. Burroughs y las visitas frecuentes de Herbert Huncke. Kerouac y Burroughs hicieron buenas migas desde el primer momento, tanto es así que redactaron a dos manos una novela inspirada en el trágico suceso protagonizado por Lucien Carr, And the hippos were boiled in their tanks, que se publicó sesenta años después de ser escrita.
Bienvenido 1946 la velocidad de caída en el abismo se acelera, lo que será, a partir de ahora, una constante en su relación. A principios de primavera, William S. Burroughs, que ejercía de camello eventual vendiendo heroína en el Greenwich Village, fue arrestado por falsificar recetas de narcóticos; Joan, inquieta, llamó a su viejo psiquiatra el Dr. Wolberg para que intercediera en su liberación, el doctor a su vez se puso en contacto con la familia Burroughs; finalmente la sentencia fue suspendida con la condición de que William regresara a su hogar en St. Louis (Missouri) y durante tres meses permanezca bajo el cuidado de sus padres. Esta situación deja a Joan Vollmer emocional y económicamente desamparada lo que unido a su estado de adicción desemboca en una crisis psíquica grave; se la encuentra la policía junto a su hija Julie, sentada en la acera de la calle, abstraída en un delirio incoherente, lo que da lugar a su ingreso en la unidad de Salud Mental del Bellevue Hospital Center, poniendo en peligro la custodia de la niña. Al enterarse Burroughs de esta penosa circunstancia, una vez completado el periodo de reclusión en el domicilio familiar, vuelve a Nueva York, rescata a Joan del sanatorio psiquiátrico y la pide que se case con él. El matrimonio nunca se formalizó, vivieron como esposos de hecho acogidos por el derecho consuetudinario. Entre ellos se había establecido una relación atípica, aparentemente delirante, de humor frío, en la que subyacía una complicidad de sutiles vibraciones, ambos poseían mentes brillantes que se complementaban; Burroughs, el figurín del semblante triste y la voz monótona, antipático y distante, manifiestamente gay desde que tiene uso de razón, se siente atraído por la inteligencia inquieta, activa, rebelde e independiente de Joan que posiblemente sea la única mujer con la que se siente seguro; Vollmer se enamora locamente de un tipo en apariencia siniestro, de ideas originales, carácter audaz, cínico y sarcástico: ambos se influencian y se necesitan. Allen Ginsberg consideraba que Joan era la contrapartida femenina del ser intelectual de William. Comprendido dentro de este intervalo de tiempo, William S. Burroughs viaja en coche a México donde se divorcia de Illse Klapper, a quien había conocido en Europa, mujer judía huida de la persecución nazi con la que se casa para que pudiera obtener un visado de entrada a los Estados Unidos; los dos mantuvieron su amistad a lo largo de los años. A la vuelta del viaje, William, después de una visita navideña a sus padres en St. Louis, decide trasladarse a Texas, adonde más tarde le seguirán Joan y su hija en busca de la tranquilidad.
Con débil afán de reconstrucción familiar, William, Joan y sus hijos se instalan en un apartamento de la calle Orizaba en la colonia Roma de la capital mejicana. Burroughs planea permanecer en México hasta que prescriban los cargos que en Estados Unidos supuestamente pesan contra su persona; tiempo estimado, al menos, cinco años. Pensando qué hacer barajan la idea de abrir un bar, después de darle vueltas, la escasa predisposición acaba desechando el proyecto. A falta de otros planes de presente, William S. Burroughs asiste a clases de español, escritura mexica y lengua maya (con R.H. Barlow) en el México City College, y continúa inmerso en su mundo de drogadicción y sexo homosexual (Ciudad de México era un paraíso para los adictos a la heroína, el alcohol y el sexo barato). Mientras tanto Joan Vollmer sustituye las anfetaminas (difíciles de obtener en su nuevo lugar de residencia) por el tequila y a su marido por amantes ocasionales, se siente abandonada, a pesar de su juventud las adicciones y los excesos etílicos pasan factura, su aspecto ha envejecido: se le cae el cabello, tiene la cara hinchada, cojea visiblemente como deriva de la poliomielitis infantil, etc. su estado es tan lamentable que apenas puede cuidar de los niños; su comportamiento impredecible alarma a Allen Ginsberg y Lucien Carr cuando van a visitarla: insinúa a sus amigos que sus días están contados. El comportamiento de Burroughs empeora el estado de Vollmer que durante mucho tiempo había soportado la persecución de William a jóvenes homosexuales, desilusionada y desesperada comienza a desarrollar una amarga hostilidad hacia él; se burla, le humilla y, siempre que puede, le castiga verbalmente en público. Aunque no estaban oficialmente casados, William S. Burroughs presenta una solicitud de divorcio, a buen seguro con la intención de obtener la custodia de su hijo si el matrimonio se deshacía, pero la demanda fue retirada. La turbulenta relación de pareja entra en una fase de autodestrucción.
(1) Fragnento del poema «Registro de un sueño: 8 junio 1955», Allen Ginsberg; Sandwiches de realidad, Visor Libros, traducción de Antonio Resines.