Hace algunos meses Íñigo Errejón se mostraba partidario de sustituir el himno oficial de la Comunidad de Madrid, compuesto por Pablo Sorozábal Serrano y Agustín García Calvo, por la canción de Joaquín Sabina "Pongamos que hablo de Madrid"; así lo explicitó y defendió en Onda Cero: "No hay madrileño que no se emocione con esa canción y esa sí que nos la sabemos". No voy a entrar a polemizar sobre la idoneidad de la propuesta; a una España tan crispada y turbia en lo político sólo le faltaba que los blogs de música también entraran en disputas ideológicas. Sin embargo, no me es difícil comprender por qué Errejón entendió que esta melodía podría representar a los madrileños; llevo toda mi vida en esta ciudad, aquí nacieron mis padres, mis hermanos y yo, y todos nos sentimos orgullosos de nuestra procedencia, pero no hace falta ser de aquí para amar y ser amado por esta ciudad. Casi todos la queremos a pesar de sus imperfecciones o, más bien, precisamente por eso, porque es un lugar deliciosamente imperfecto, que puedes amar y odiar incluso en un mismo día debido a sus interesantes contrastes y, también, por esa opción que nos da para poder vivirla con cierta hostilidad y pausado desenfreno, algo que está a disposición de todos los que quieran acercarse para disfrutar de ella o sufrir sus incomodidades.
Como bien supo plasmar Sabina -jienense de cuna pero madrileño de adopción y corazón-, Madrid es ciudad de contrastes, un lugar "donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo", donde puedes dejarte "la vida en sus rincones" tratando de buscar esas estrellas que "se olvidan de salir"; un enclave mágico, en el que "el deseo viaja en ascensores" y "los pájaros visitan al psiquiatra"; una ciudad difícil para los que vivimos en ella, con jeringuillas en los lavabos y la muerte viajando en ambulancias blancas. Sabina no dudó en terminar este tema con la siguiente estrofa: "Cuando la muerte venga a visitarme que me lleven al sur donde nací, aquí no queda sitio para nadie, pongamos que hablo de Madrid". Con estos versos apareció publicada en su segundo álbum de estudio (" Malas Compañías", 1980) y en el disco "La Mandrágora" (1981), grabado en directo junto a Javier Krahe y Alberto Pérez, acompañados del guitarrista Antonio Sánchez, precisamente el coautor de "Pongamos que hablo de Madrid", como el propio Sabina reconoce al comienzo del tema:
"Esta canción se llama Pongamos que hablo de Madrid, y es una historia de amor y odio a una ciudad invisible pero insustituible. Es una letra que yo hice según la melodía de Antonio Sánchez, que es este chico (...)".
En ese mismo año 1981, Antonio Flores grabó una excelente versión, más rockera, por supuesto con la estrofa final anteriormente aludida, que fue grabada en su disco titulado "Al Caer el Sol". Con el paso del tiempo, Sabina decidió cambiar el final de la canción ( aquí o aquí lo podéis escuchar), tal vez porque llegó un momento en que ya no sentía lo que cantaba, porque a nadie se le obliga a amar Madrid, simplemente sucede: "Cuando la muerte venga a visitarme no me despiertes, déjame dormir. Aquí he vivido, aquí quiero quedarme. Pongamos que hablo de Madrid". Se han hecho versiones acústicas ( Revolver), pop ( Rosario), rock ( Alhandal, Los Lebreles), latinas, de orquesta, flamencas ( Enrique Morente, Carmen Linares), incluso pensadas para bebés ( Nico Infante), sin embargo no podía dejar fuera del trío de cabecera a la realizada por Porretas, una banda de rock y punk rock creada en los años ochenta (aún en activo) procedente del barrio de Hortaleza (Madrid), precisamente el que da nombre al distrito en el que actualmente resido.
Felicidades para todos los Isidros, para todos los que se sientan madrileños y para todos aquellos que, aún viviendo en Madrid, sufren en esta imperfecta ciudad de la que -estoy seguro- se acabarán enamorando.
Autor: Raúl
Me llamo Raúl Rodríguez, me dedico a la docencia universitaria y a la investigación en el ámbito de la Historia de la Ciencia, actividades que forman parte de mi vida desde que acabé la carrera, allá por 1986. Sin embargo, la música está conmigo desde mucho antes, desde mi infancia y primera adolescencia, y ha sido siempre una leal compañera. Decidí abrir un blog de canciones con el propósito de encauzar mis inquietudes musicales a través de un canal que pudiera ser sintonizado por otras personas con intereses similares y que, además, sirviera como foro de opinión para todos aquellos que quisieran compartir su pasión por la música. Decidí llamar a este espacio "La Guitarra de las Musas", en honor de las diosas griegas de las Ciencias y las Artes, especialmente de la Poesía y la Música. Quiero pensar que si hubieran tenido guitarras -y baterías, bajos, teclados y demás instrumentos de nuestro tiempo- hubieran sonado como la música propuesta en este blog. En este espacio, el rock en casi todas sus vertientes será el protagonista pero, también, otros estilos como el blues, el jazz, el pop, el soul y las melodías más pegadas a nuestra cultura: cantautores, canción melódica, boleros, corridos mexicanos, tangos, rumbas e, incluso, copla. Por favor, que nadie se enfade conmigo si no encuentra aquí la música que le gusta; la selección de los temas y los comentarios realizados responden, únicamente, a mis intereses particulares que, como bien puede verse, están un poco anticuados. Todos aquellos que busquen música actual no la encontrarán en este sitio. Lee todas las entradas de Raúl
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