Un espejo o un armario, era lo único que debíamos traspasar en la infancia para llegar hasta un mundo fantástico. Allí se plantaba uno, con apenas siete u ocho años, y se disponía a vivir aventuras que tan solo transcurrían en imaginación. Pero esa chispa se mantiene en cada uno de nosotros y es la razón por la que, aún después de muchos años, uno disfrute con Alicia en su Pais, Con Dorothy y sus extraños compañeros de viaje, o vea en Bastian al niño que salvó ese mundo imaginario. A ese elenco de personajes, debemos unir el nombre de Joe.
Grant Morrison, en una limites de diez números en su regreso a Vertigo nos regala una historia fantástica, protagonizada por Joe, un chico huérfano y dotado para el dibujo, ademas de diabético, quien en uno uno de sus ataques de hipoglucemia comienza a tener alucinaciones que le transportan a otra realidad, donde parecen esperarle y es conocido como “el chico moribundo”. De un mundo que no le trata nada bien, a otro donde está destinado a derrotar al villano y salvar ese mundo de fantasía.
A decir verdad, la historia poco tiene de original. Como tanta otras veces, el protagonista deberá hacer frente a una serie de pruebas que le conviertan en ese salvador profetizado. El camino no lo recorrerá solo; en esta ocasión lo hará acompañado de un animal antropomórfico, una rata que también existe en el mundo real. Juntos, deberán vencer sus miedos y descubrir valores como la amistad, la valentía o el sacrificio. Mezclado con la trama en el mundo de la fantasía, Joe vuelve en algunos pasajes a la realidad, de forma que duda de que lo que vive sea real y que tan solo sea una alucinación. Esa barrera entre real y mágico, se hace cada vez mas débil con el transcurso de la historia, lo que hace que Joe termine por comprender que esta viviendo en dos mundos al mismo tiempo, aunque siempre con la eterna duda de si tan solo es producto de su imaginación.
Morrison consigue que todos los elementos, aunque repetidos, se tomen con amabilidad y nostalgia de esas épocas donde la fantasía y la magia alimentaban los juegos de la infancia. Joe es cualquiera de esos niños que pensó en un mundo donde todo podía ocurrir, incluso la muerte.
El apartado gráfico corre a cargo de Sean Murphy. Da en el clavo con sus composiciones y diseños, dotando de vida a la historia. Un excelente trabajo, sin duda. Fluye en cada viñeta y eso lo nota el lector.
Una de las mejores compras de este mes de Octubre.
Valoración:7,5
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