Joël Dicker: "La desaparición de Stephanie Mailer". La explotación del éxito

Publicado el 20 septiembre 2018 por Juancarlos53
En primer lugar debo advertir que he "leído" la última novela de Joël Dicker en formato audio-libro. Esta modalidad 'lectora', sin duda alguna, merece un comentario aparte del propiamente referido a la historia presentada por el escritor. Y es que no es lo mismo leer que escuchar. Es cierto que los inicios de la literatura, cuando el mundo era analfabeto, fueron orales, pero hoy la parte del mundo que nos ha tocado por suerte habitar es una sociedad completamente alfabetizada y los protocolos lectores discurren por derroteros distintos de los del sentido del oído.
No quiero liarme con el asunto de las bondades y las maldades de los audio-libros. En esta reseña quiero remitirme sólo a la historia transmitida por Joël Dicker; dejo para un próximo post y otro blog -mi blog "Reflexiones"- mi opinión sobre este formato que las editoriales están lanzando ahora.
La novelaSinopsis (proporcionada por la propia editorial)
La noche del 30 de julio de 1994 la apacible población de Orphea, en los Hamptons, asiste a la gran apertura del festival de teatro. Pero el alcalde se retrasa... Mientras tanto, Samuel Paladin recorre las calles vacías buscando a su mujer, hasta hallar su cadáver ante la casa del alcalde. Dentro, toda la familia ha sido asesinada.
Jesse Rosenberg y Derek Scott son los dos jóvenes policías de Nueva York que resuelven con éxito el caso, pero veinte años más tarde, en la ceremonia de despedida de la policía a Rosenberg, la periodista Stephanie Mailer lo afronta: pretende que Dereck y Jesse se equivocaron de asesino a pesar de que la prueba se hallara delante de sus ojos, y que ella posee información clave. Pero días después, desaparece.
Mi opinión
Diré en primer lugar que me acerqué a este relato empujado por el magnífico sabor de boca que hace ya algo más de cinco años dejó en mí "La verdad sobre el caso Harry Quebert" [leer reseña aquí], novela que lanzó al estrellato al escritor ginebrino. A renglón seguido debo añadir que cuando me puse a leerla me parecía que seguía en la misma novela anterior a la que el escritor habría dado un vertiginoso giro; quiero decir con esto que nada extrañé al engolfarme en la nueva historia pues la estructura empleada por el autor -tres grandes apartados en ambos relatos-, junto al amplio número de capítulos y de páginas que  conforman el enorme volumen era muy semejante al de la novela que le abrió las puertas del éxito.
En ambos relatos estamos ante una enorme cuenta atrás. En el que comento cada uno de los capítulos está encabezado con el nombre del personaje narrador del mismo: Jesse Rosenberg para 2014 ("Sábado  14 de julio de 2014. 14 días antes de la inauguración del Festival", por ejemplo) y Derek Scott para 1994 ("Principios de agosto de 1994", por ejemplo), aunque no son los únicos pues otros los narra Anna Kanner, compañera de profesión, u otros personajes ya más secundarios como Dakota, joven adolescente algo despistada vitalmente, o Steven, director de la "Revista de Letras" de Nueva York que mantiene una aventura con una secretaria suya, etc.. Pero las situaciones temporales fundamentales son las de los dos principales narradores y los capítulos que protagonizan en primera persona van encabezados por el número de días que restan hasta el 30 de julio de sus correspondientes años, día que se inauguró el Festival de Teatro de Orphea en 1994 y que desde ese año nunca se ha dejado de celebrar.
La novela está dividida en tres grandes apartados: I. "En la sima" (28 capítulos), II. "Hacia la superficie" (25 capítulos), y III. "Elevación" (16 capítulos). Esta tercera parte, como es lógico, gana en ritmo al aproximarse el desenlace de la investigación; quizás por ello el orden de la cuenta llevada hasta ese momento cambia de sentido y de ser hacia atrás revierte hacia adelante marcando en cuatro subapartados (1. "Natasha", 2. "Desolación", 3. "El intercambio", y 4. "La desaparición de Stephanie Mailer") los centros temáticos de los mismos. 
El thriller que la novela es comienza tal como finaliza con la desaparición de Stephanie Mailer, personaje que da título a la novela, pero cuya función en la misma es secundaria. Su desaparición hará que el caso de 1994 -cuatro asesinatos producidos el día de la inauguración del Festival de Teatro de Orphea- que se creía resuelto desde hacía tiempo se revele como asunto pendiente. Muchas incógnitas se abren ahora y la no menor es la de si el culpable señalado entonces, Ted Tenembaum, muerto tras una persecución policial, habría sido el verdadero asesino.
Los mimbres del relato son ciertamente atractivos, pero en mi opinión el autor estira mucho el chicle como si lo que persiguiera fuera aumentar el número de páginas. Se diría que un escritor de best seller como es él [recordemos que su primer gran éxito es prácticamente un manual de cómo fabricar un best-seller] no pudiera contentarse con un número de páginas inferior a las 600. Es por ello que, en ocasiones, la novela se me ha hecho un tanto tediosa. A este hastío contribuye no poco el excesivo número de personajes cuyas relaciones el novelista no se resiste a contarnos, resultando algunas agobiantes y sin interés alguno; igual que las excesivas reiteraciones y repeticiones que realiza en función del personaje narrador de cada uno de los capítulos; o el excesivo número de asuntos que Dicker toca siquiera sea de soslayo (machismo en la comisaría de Orphea que recibe a una joven, guapa y competente Anna Kanner; corrupción política; trata de mujeres; hipocresía social; la culpa; la función del crítico literario; las relaciones padres-hijos; las adicciones; etc., etc.); y también, claro, los engaños y trampas que nos tiende el escritor que por frecuentes provocan en ocasiones un cierto descreimiento en el lector hacia la historia narrada que corre, por ello, el riesgo de caer en la falta de verosimilitud.
Si al llegar a esta altura de mi comentario habéis tenido la paciencia de leer la reseña que hice del primer gran éxito de este novelista suizo os diré que las recetas que da en esa novela para crear un éxito de ventas literario las aplica aquí punto por punto, o casi:
  • Afán por 'atraer y retener al mayor número de lectores': de ahí ese excesivo número de personajes y asuntos que a todos contente.
  • Procedimientos de novela negra: corrupción policial y política, bajos fondos prostibularios, drogas, interrogatorios frecuentes para así dar voz a personajes diversos, resúmenes recopilatorios para que el lector no se pierda, giros argumentales sorprendentes..., incluso cierto desarrollo de historias secundarias para dar así más fuelle a la novela.
  • Alusiones literarias diversas y al alcance de la mayoría: la primera y más relevante es una autocita que remite a "La verdad sobre el caso Harry Quebert", "A veces no vemos lo que está ante nuestros propios ojos", la frase que al inicio del relato la periodista Stephanie Mailer le dice al policía Jesse Rosenberg en la fiesta que están dando a éste por su baja en el Cuerpo a petición propia. Pero hay otras muchas más: explícita, la de la obra de Chejov, "Tío Vania", con que se abrió el Festival de Teatro en 1994; además yo he querido ver un claro homenaje a "Extraños en un tren" de Patricia Highsmith; e incluso a la obra de Ibsen, "Un enemigo del pueblo" en ese afán del alcalde Brown de que los crímenes que han sacudido a Orphea no espanten a los turistas, igual que los habitantes de la pequeña localidad noruega querían silenciar el peligro que corrían los usuarios de su balneario si se difundía la noticia de la contaminación de sus aguas; e incluso también un cierto homenaje a esa literatura policíaca que utiliza libros y sus templos, las librerías, como medio de intercambio de mensajes.
  • El Cine: Una novela escrita por uno de los personajes conocerá versión cinematográfica. Esto me parece una autoparodia referida a sí mismo por Joël Dicker. Y es que no hay mayor encumbramiento para un autor de best sellers como él es que ver su producto llevado a la gran pantalla o como en el caso del escritor de Ginebra verla convertida en serie televisiva. Según escribo esta reseña me entero de que la serie inspirada en "La verdad sobre el caso Harry Quebert" será estrenada por Movistar+  en su canal #0 antes de que finalice este año. ¡Bienvenida sea!
  • Sexo: Cualquier best seller que se precie ha de contenerlo y aquí naturalmente que lo hay. Reposa en la pareja adúltera formada por Steven, el jefe, y su inútil pero hermosísima empleada, Alice
  • Humor: Joël Dicker aquí, al igual que en "La verdad...", da cierto respiro a la innegable tensión que genera en sus páginas con alguna concesión al humor. Son los abuelos del personaje principal, Jesse,  los que con sus dos frases reiteradamente empleadas ("panda de tarados" -dice el abuelo-; "menuda mierda" -dice la abuela-) introducen una cierta, muy pequeña en verdad, comicidad.
En cuanto a recursos literarios es destacable la maestría con que el novelista maneja los dos tiempos narrativos principales -1994 y 2014- haciéndolos surgir no sólo en los capítulos narrados en 1ª persona por Derek y Jesse respectivamente, sino -¡y esto sí que me ha gustado!- haciendo que fluyan de manera muy cinematográfica según que la investigación avanza y vayan apareciendo personajes y circunstancias. Así cuando tal cosa sucede el narrador de 2014 cede su voz al personaje de 1994 sea quien sea éste, recobrándola de inmediato una vez "vista" esa acción en el momento temporal en que se realizó. Hay capítulos en los que el ritmo es tal que los flashbacks, aunque breves, abundan. Este recurso da mucha plasticidad a la novela, haciendo que los lectores 'veamos' in situ lo que sucedió. 
Poco más puedo comentar respecto a aspectos literarios pues al haber accedido a la novela en formato de audio creo haberme perdido algunos de los elementos formales tan interesantes siempre, al menos para mí. Escuchar la novela, perfectamente transmitida por sus intérpretes (Víctor Velasco, Raúl Llorens, Nuria Mediavilla, Masumi Matsuda, Nerea Alfonso, Luis Posada, Gemma Ibáñez y Juan Carlos Gustems), me ha forzado a prestar una excesiva atención pero esencialmente al desarrollo argumental de los asuntos pues al ser dichos en inglés los nombres de los personajes, y ser éstos muchos y con relaciones entre sí algo enrevesadas, mi confusión sobre quién era quién en cada momento de la historia me ha resultado en ocasiones algo difícil. Por otra parte la velocidad de la palabra hablada apenas si me ha permitido quedarme con alguna frase de manera textual. Para hacerlo he tenido que volver hacia atrás (rebobinar) lo escuchado con la lógica pérdida de la concentración exigible en una lectura 'tradicional'. Por ello pocas frases puedo destacar de relato tan extenso. Lo intentaré con dos o tres que consideré acertadas y realicé el pesado ejercicio de volver sobre lo escuchado, y también dos o tres que por repetirse en exceso hicieron que chirriasen en mis oídos.
  • Las buenas:
    • "Los críticos somos la policía de la verdad intelectual" (cap. 16). Son las palabras que dice un personaje, Meta Otrowski,  que defiende la crítica literaria por encima de la creación.
    • "Un crítico no puede ser escritor ni actor -dice Ostrowski- ¿Pollock haciendo una crítica de Hopper? No se puede hacer la crítica de un arte que se ejerce" (cap. 31) Me ha llamado la atención fundamentalmente por ser un cuadro de Edward Hopper, 'Sol de la mañana', el elegido por la editorial Alfaguara para componer la portada de la novela en su edición española.
    • "Resultaba difícil diferenciar entre lo que era relato y lo que era ficción" (cap. 14). Reflexión hecha por Jesse Rosenberg tras leer la novela que Stephanie Mailer estaba escribiendo. En el fondo ésta es una de las constantes de la narrativa actual y de la del autor en particular.
    • Las que ya no me han gustado tanto:
    • "Tuvo que vomitar
    • "Le entraron ganas de vomitar"
    • "Me dan ganas de vomitar"
Este excesivo uso del vómito para referirse a momentos desagradables o poco confortables no me  agrada nada. ¿Será así en la versión original? Y si no, ¿por qué este afán del traductor?
A modo de conclusión
Una novela que prosigue la puerta abierta al éxito logrado por su autor con "La verdad sobre el caso Harry Quebert". La investigación de una desaparición lleva a abrir el caso cerrado de unos crímenes del pasado. Se pasa del presente al pasado de manera fluida y sin despistar jamás mucho al lector al que se le lleva de la mano por miedo a que se pierda en la foresta de la narración. Una novela, en definitiva, entretenida aunque con un excesivo número de páginas. Al autor le vendría bien aligerar sus próximos relatos y cambiar en algo la estructura narrativa de los mismos. ¡Ojalá que sea así!