El heno
olía al amor
del cielo por la tierra.
Eras el dolor de mis costillas
que afligían
los carros aún por descargar.
Los muertos
ocupaban el umbral
con la vista tras ellos.
Eras la casa
la bujía bajo el ciruelo
y mi eternidad.
John Berger (de La razón del campo)
Traducción de Pilar Vázquez