Revista Filosofía

John Finnis en Notre Dame: la prioridad de las personas

Por Zegmed

finnis

John Finnis es probablemente uno de los máximos representantes recientes de la llamada teoría de la ley natural que, por sus relativos nuevos matices, es llamada Nueva Teoría de la Ley Natural o simplemente NNLT, en los círculos de habla inglesa. Hace ya varias semanas (¡perdón por la demora!), Finnis se presentó en Notre Dame e hizo una exposición sobre los avances desarrollados un par de décadas después de, según se dice, su libro más importante, Natural Law and Natural Rights. Su conferencia se tituló “The Priority of Persons”.

El autor inició señalando que en la legislación romana, las personas fueron el centro de la ley. Eran las relaciones entre personas las que debían trascender el presente no propiamente las leyes. Esto, sin embargo, fue cambiando. La famosa teoría del derecho de Kelsen, por ejemplo, no da prioridad a las personas sino a la formalidad misma de la ley. Un caso ejemplar es que en su reflexión jurídica no se tiene presente el derecho de los no-nacidos. En ese sentido, Finnis replica, las cortes de justicia deben de ser muy cuidadosas en la aplicación de la ley. Al hacerlo deben priorizar a las personas, quienes son el origen y el fin de toda legislación. Es por eso que la Declaración Universal de los Derechos Humanos  de 1948 refiere al derecho romano, indicó.

Para entender lo que pasó en la historia del derecho, sostiene este intelectual, hay que mirar a la historia misma. En ese sentido, el rol del liberalismo secular es fundamental, pues este postulo en la edad moderna una nueva versión de la teoría medieval de las dos verdades generando una dicotomía entre la fe católica y el mundo secular. Lo que sucedió es que se privatizaron los valores de la fe, parece sugerir el autor. En ese sentido, todo indica que el tiempo es parte de nuestras valoraciones morales y del tipo de lugar que le damos a las personas en nuestras respectivas legislaciones. Así, la justicia social toma un rol particular en la doctrina social de la Iglesia con el paso del tiempo. Aun cuando hay un solo fin primordial, el bien común, este se discierne a la luz de la historia y de los contextos particulares.

Siendo todo esto cierto, mantiene Finnis, existen sin embargo, bienes que trascienden la historia. O, pues el lo puso de modo negativo, injusticias que superan cualquier contexto. Que son un mal donde aparezcan. El ejemplo que eligió Finnis fue el de los matrimonios homosexuales a los que se les concede el derecho de criar niños (para la posición contraria, pueden leer esto, también di una conferencia al respecto). Para Finnis existe una verdad biológica según la cual los seres humanos fueron creados como hombres y mujeres. Y esto debe ser respetado por el bien de las generaciones venideras. Privar a un niño de una familia sana y de un contexto heterosexual de crianza es una injusticia universal, piensa el autor.

Uno de los puntos más débiles de los defensores de las diversas variantes del liberalismo político (Habermas, Rawls, Dworkin, etc.) es la falta de presencia del concepto de familia. Para Finnis, nunca podemos ser separado del modo en el cual fuimos formados por nuestras familias. Es por eso que la justicia debe ser muy cuidadosa con las familias y respetar siempre la “alianza” (covenant) entre generaciones que la familia supone. Respetar esto, en muchos sentidos, es la única manera de garantizar la justicia.

Es posible que se me escapen algunos detalles, pero este fue, más o menos, el eje de la postura de Finnis, a saber, la defensa de ciertos bienes naturalmente establecido como tales y de cuya universalidad depende el bienestar de la humanidad. Pasemos ahora a algunas observaciones al respecto.

Evaluación crítica

Quienes conocen este blog y lo leen con alguna regularidad sabrán que me encuentro en la antípodas de esta posición. Fue realmente difícil mantenerme en ese auditoria al escuchar a Finnis decir estas barbaridades con tanta elocuencia y con tanta aceptación en el público. No solo eso, pues ustedes siemplemente leen mi narración: a mí me tocó verlo y soportar sus notorios gestos de desprecio y superioridad moral cuando se refería a la problemática homosexual. Fue realmente degradante, bastante lejano de algo así como “dar prioridad a las personas”. Es por eso que Zizek sostiene que todas las masacres y todas las formas de genocidio han supuesto siempre una particular forma de despersonalización del otro. ¡Claro que hay prioridad de las personas! Pero para eso, hay que señalar quiénes no lo son. Por eso Bartolomé de las Casas fue una figura tan incómoda y a la vez tan edificante espiritualmente en la época de la conquista de las Indias.

Bueno, a mí me quedó muy claro que Finnis, sin violencia expresa, estaba haciendo exactamente lo que señalaba Zizek: trazando la línea entre personas y no-personas para poder defender a las primeras. A mi juicio, se trata de una perversidad que se ve mucho en los bandos conservadores, con diferentes tonos y matices, sin duda. El problema en cuestión es ese respaldo rígido a la idea de que hay bienes naturales o injusticias naturales. Yo, particularmente, como lector de pragmatistas, hermeneutas e incluso de la Escritura me siento muy sospechoso de esta forma de concebir las cosas. No porque no crea que hay bienes que tienen permanencia y males que son siempre terribles, sino porque creo que ambos son SIEMPRE iluminados histórica y contextualmente en un perenne proceso de manifestación y ocultamiento como bien lo señalara Heidegger, pero no solo él. Creo esto, además, porque la otra opción, ya hace más de una década me empezó a parecer muy perversa y peligrosa. Finnis no es más que un ejemplo.

Las personas religiosas autodenominadas “buenos católicos/as” o “buenos cristianos/as” suelen defender valores universales con cierto rigor, como lo hace el propio Benedicto XVI (mi crítica al Papa sobre la problemática gay puede verse aquí). La defensa de estos valores es loable porque, normalmente, tiene un fin noble, a saber, el cuidado de las personas, el objetivo del bien común. El problema y la perversidad es que este tipo de concepciones tienen normalmente a ser muy férreas y a considerarse las únicas poseedoras de verdad. Suele ser defendidas de modo cerrado y muchas veces o impuestas o consideradas superiores a costa de la mirada de desprecio hacia los otros “pecadores”, “relativistas”, etc. De estas posiciones a la Inquisición no hay más que algunos pasos, tristemente. Es por eso que Zizek, citando a otro pensador cuyo nombre se me escapa, siempre dice que la religión es la única forma de ver el mundo que genuinamente puede volver a gente buena realmente mala. Normalmente, la gente mala sigue por ahí haciendo sus maldades; la gente buena anda su camino haciendo el bien. Sin embargo, cuando gente buena se encuentra con una versión tan cerrada y rígida de la religión se vuelve cerrada y rígida también y así enfoca el mundo y con cerrazón y rigidez trata a los que no piensan de ese modo.

Casi siempre, las cosas no pasan de una suerte de mirada por sobre el hombro. Como ayer, en la casa de una amiga en la que escuché que una tercera persona se refería a una chica X diciendo “pensé que ella se respetaba más a sí misma” como consecuencia de que había tenido sexo antes del matrimonio. ¿De cuándo acá el concepto de respeto está asociado a una estrecha mirada de ver la vida y el matrimonio? ¿Acaso tener sexo con alguien post-matrimonio es la única garantía de respeto? Esta era una persona a punto de sacar su PhD, lo que solo demuestra que la educación superior nada tiene que ver con el criterio o con la sensibilidad para lo diferente. Este es pues, un caso frecuente, a pesar de que la Biblia nos pide no juzgar, sino entender al otro. Pero claro, hay otros como Finnis, que elaboran teóricamente estas cuestiones y llevan a los altares académicos ideas que son realmente formar pervertidas de comprender a la persona y la”universalidad” de los valores. Hay, pues, que estar atentos ante este tipo de posiciones y tratar de darles batalla en sus diferentes niveles. Esa es la labor de los buscadores de la verdad, que tienen presente que son esos: sus buscadores, no quienes la poseen.

Volveré sobre Finnis en el futuro cercano, esta vez hablando con más detalle de la moral del matrimonio y, en general, de la antropología católica, de sus vicios y de sus promesas a partir de un excelente libro que he comenzado a leer y que a todos los interesados en estos temas recomiendo: The Sexual Person.

*Imagen tomada de:

http://www.um.edu.ar/web/index.php?option=com_content&view=article&id=1865:el-dr-john-finnis-en-la-um&catid=7:fcjs


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