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John Le Carré: Nuestro juego (2). Taimado, rencoroso, tramposo.

Publicado el 02 julio 2012 por Francisco Ortiz
Le Carré es un gran escritor, dotado de un aliento narrativo verdaderamente notable y de una profundidad psicológica mercedora de los mayores los elogios. No son pocos los que lo señalan como uno de los autores fundamentales de nuestro tiempo. Lastrado por su adscripción a un género, también hay quienes lo desdeñan a la ligera, prejuiciosamente. No es mi caso. Soy habitual lector de la obra de Juan Benet desde hace más de veinte años, de la de Juan Goytisolo, Heinrich Böll y Faulkner, y pienso que no hay que limitarse a leer sólo un tipo de literatura, que hay que abrir los ojos a las obras que a priori pueden parecernos menores, hechas para el entretenimiento, para un gran número de lectores. Como ejemplo del buen hacer de Le Carré, valga este párrafo:
No, Marjorie, cariño -pensé-. yo no he dicho nada parecido. Lo que digo es que Larry era un ladrón de afectos sobre un balancín y tan pronto como tuviese a CC en el bolsillo, correría a mí y cumpliría con su obligación porque, además de espía, era el hijo de un párroco y no poseía un sentido de la responsabilidad muy desarrollado, así que necesitaba la absolución de todo el mundo para traicionar a todo el mundo. Lo que digo es que, pese a su ostentación de mala conciencia, sus peroratas moralistas y su supuesta amplitud de miras intelectual, se entregaba al espionaje como un adicto. Lo que digo es que era un hijo de puta; que era taimado y rencoroso y te quitaba a la mujer a la primera ocasión; que tenía dotes innatas para este oficio y para la magia negra, y que mi delito fue fomentar en él al tramposo en perjucio del soñador, razón por la cual a veces me odiaba un poco más de lo que merecía.





Caracterización, relaciones humanas, lo dicho y lo callado, sentimientos y sensaciones, el tiempo, los trabajos secretos, la religión, la culpabilidad, el perdón, la entrega, la fidelidad y la infidelidad. Hay tantos temas en este párrafo que podríamos dedicarle una jornada entera a meditar sobre cuanto se nos dice. Y es que Le Carré es algo más, mucho más que un simple narrador de género.

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