John, Olga, y el mundo según Monsanto

Publicado el 19 abril 2010 por Marpa411

John era ambicioso. Todas las noches soñaba en tener su propia empresa. Lo desvelaba saber que tanto conocimiento adquirido a través de la industria farmacéutica, de la cual él formaba parte como empleado, podía ser explotado al máximo y con resultados sorprendentes. Tenía una devoción, mejor dicho dos: el poder y Olga, o viceversa. Adoraba a Olga, su mujer, compañera de ruta y deseos. La misma que apoyo y alimentó día y noche cada decisión y error de John. Se puede afirmar que funcionaban como una doble sociedad: matrimonial y empresarial.

Al poco tiempo, John, inspirado en Olga, dio origen a la criatura. Y Olga, cómplice, cedió la mitad de su esencia: su apellido. John concretó sus fantasías, le dio fortuna y amor. Y además de un hijo, llamado Edgar, la pareja pobló una superficie del planeta con miles de hijos dependientes de sus productos. Con el paso de los años, muchos de ellos lograron destetarse, en cambio, otros tantos murieron envenenados.

Hoy, tras 109 años de la creación del inescrupuloso gigante Monsanto -y con el espíritu vanguardista de John y Olga como guía-, la empresa se anima a introducir sus prácticas y productos bajo tres premisas: “Preservar los recursos naturales para las futuras generaciones; Mejorar la vida de los agricultores y Producir más, ayudando a los agricultores a cubrir las necesidades de un planeta en crecimiento”.

Sin duda, frases que sólo encierran un descomunal negocio, que lejos está del cuidado del planeta y la salud del hombre. Dejando, tras el consumo y utilización de sus productos, una multiplicación de muertes y enfermos por todo el mundo.

Marie Monique Robin, periodista, escritora y directora de cine, en su documental: “El mundo según Monsanto“, reconstruye la génesis y desarrollo de este gigante industrial.

Cuenta como la empresa fue acumulando infinidad de procesos penales debido a la toxicidad de sus fórmulas, y describe como gracias a la comercialización de las semillas transgénicas -más del 90% del mercado mundial-, Monsanto no sólo controla una parte importante de la alimentación mundial y la forma en que se produce, sino que pretende extender su poder sobre las formas de vida tradicionales de una parte importante del planeta.

Una visión empresarial diametralmente opuesta a querer ‘nuestro bienestar’ como osan decir sus representantes.

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