En verdad podía dar gracias a la vida: una familia acogedora y numerosa, un prestigio y una carrera reconocida, un sinfín de amigos solícitos en cualquier parte del país...
La vida había sido generosa con él. Mucho más que con aquellos desdichados a los que enmarcaba en sus canciones, solitarios, perdedores, inadaptados o criminales, gentes de mal vivir en cualquier caso, sin más oficio que el hedonismo o la astucia, ni mayor beneficio que la pura supervivencia; desdichados de la fortuna cuando no de la esperanza a los que un día el destino torció el brazo.
Éstos en particular componían a su asombro una curiosa paradoja. Aquellos que no habían mostrado turbación o rastro de piedad en la ejecución de sus fechorías y crímenes, se enternecían ahora escuchando sus historias de amor y desengaño. Él era el espejo en que sus almas se miraban, quien glosaba sus desdichas, golpes de suerte y anhelos de futuro, mientras el mismo Johnny sólo podía verse en el espejo como un ser dichoso y afortunado.Sobre la repisa, un vaso ancho de whisky le esperaba para aclararse la garganta. Se incorporó, suspiró y tomó el vaso para echar un trago, pero al llevárselo a los labios se percató de un insecto flotando animoso sobre el licor. Johnny sonrió sorprendido; !aquel bicho peleaba duro por salir del whisky!, pensó.
Como estaba de buen humor, era cristiano y guiaba sus pasos en el amor al prójimo, Johnny se apiadó del mosquito e introdujo un dedo en el vaso a su encuentro. Enseguida, en el alocado aleteoa través de la bebida, alcanzó su dedo con sus patitas y se le incorporó como hiciese cualquier naúfrago. Johnny sonrió nuevamente, reconfortado con la habilidad del insecto."Vas a pasar una noche animada, amigo", espetó contemplando como intentaba recomponerse del enjuague atusándose alas y patas, desde la cima de su dedo índice.
Entonces se le ocurrió que tal vez, como aquel estúpido bicho a quien había librado de perecer ahogado en el alcohol, esos otros naúfragos a quienes glosaba y encandilaba con sus canciones solo tenían sus manos interpretando acordes sobre un mástil y la cínica perspicacia de sus letras para redimirse, aferrarse a la vida y recuperar la dignidad perdida.
"!Dos minutos, señor Cash!", sonó tras la puerta del camerino.Johnny apoyó el índice sobre el pulgar, percutió los dedos y se deshizo del bicho proyectándolo al vacío, para acabar estampado con sus tripas sobre el espejo iluminado. El murmullo de los asistentes al show presagiaba una magnífica entrada.Traducción 'Delia's Gone':http://lyricskeeper.es/es/johnny-cash/delia-s-gone.html
Texto original de Manolo Piñero Sánchez @ 2012
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