No, no voy a hablar de la famosa película tan de moda últimamente. Voy a hablar del modelo de política y protección social al hilo de algunas reflexiones y diálogos que hemos tenido en otros foros donde me resulta complicado argumentar y profundizar.
En ese sentido podríamos decir que es una elección bastante estable y que, en cierto modo, hay cierto grado de satisfacción con ella. No se atisban reformas legislativas de calado en el “status quo” conseguido y a nivel organizativo y estructural nadie propone cambios profundos.
Sobre las repercusiones en el Sistema de Servicios Sociales, hemos hablado reiteradamente de ellas. Fundamentalmente ese papel residual (o de última red) está impidiendo que se desarrollen otras funciones más allá de las asistenciales y que tienen que ver con toda una pléyade de cuestiones relacionales y convivenciales a las que apenas se está dando una respuesta coherente y estructurada. Lo cual tampoco parece importar demasiado a nadie, por otra parte, más allá de algunas respuestas reactivas a alguna problemática “emergente”.
Así, es innegable la ventaja de tener una red de servicios sociales con este encargo asistencial y residual. De la misma manera que es muy ventajoso mantener esa red con un componente importante de confusión e indefinición. Si se define se delimita y poner límites implica asumir que hay que cambiar prioridades y funciones, tanto en un sistema como en los restantes. Por eso es mejor no definir y tener un sistema que pueda encargarse de todo, aunque sea de cualquier manera, aunque suponga sobrecargar sus estructuras y profesionales.
Por eso opino que las cosas no van a cambiar sustancialmente. Es el sistema que hemos elegido para la protección social en España y hay demasiados actores que, dadas sus innegables ventajas, piensan que es el mejor de los sistemas posibles. En el fondo todos sabemos que para hacer trampas es mejor tener un joker.