Jolgorio y regocijo

Publicado el 27 abril 2018 por Icastico

En un telediario, como quien dice, la manada, cinco tipos cuyo hobby es violar en grupo, planificada y coordinadamente, quedarán en libertad. Ya llevan cumplidos dos de los miserables nueve años que les han impuesto. A partir de un año empezarán a disfrutar de privilegios carcelarios. En nada podrán seguir practicando el ‘abuso sexual continuado’, que es como se le llama ahora a la violación. Mujer, si no gritas, si no arañas, si no se entiende el NO es No puede parecer un SI. Si no mueres no hay nada que hacer. Como le pasó a Nagore una aciaga noche de los San Fermines de 2008. Dijo NO es NO y acabó muerta.

Están suficientemente preparados. De hecho, parte de la pandilla tiene otro juicio pendiente por abusos sexuales. En el equipo hay un miembro de una peña ultra, otro que pertenece a la Unidad Militar de Emergencias (UME) y un Guardia Civil. Dos cuentan con antecedentes. Nada de esto se ha tenido como agravante. Porque el guardia, por ejemplo, sabe por su ‘oficio’ cómo actuar en estos casos: retirar el teléfono a la víctima para que no pueda alertar a nadie del ultraje, y dejarla tirada por ahí para que le de tiempo a enfriarse, a pensar  y olvidarse con suerte de poner una denuncia por la salvajada de la que ha sido pasto. ¿Acaso no es esto una asociación creada para delinquir?

La condena a la manada es una condena a seguir pasando miedo por ser mujer. De la presunta violación múltiple que instruyó inicialmente un juez se ha pasado a ese abuso sexual continuado que contemplaron otros. Incluso uno de ellos no vio más que jolgorio y regocijo. Alegría. Poco se puede decir al clamor imparable que se oye en todas las Avenidas de la Impotencia de esta España que cuenta con jueces que ya quisieran en la India, por lo visto. Tantas miles de mujeres no pueden estar equivocadas. Claro que todo es achacable al Código Penal, que en lo relativo a delitos sexuales parece derivar de la palabra ‘pene’. Manadas de penes. Hay que darle un empujón. Se podría añadir el delito de Terrorismo Sexual, porque es así como viven las víctimas y candidatas a víctimas: aterrorizadas. De esta forma se estaría a la par con lo ocurrido en Alsasua. Allí, a los presuntos agresores de dos guardias civiles les piden 62 años, el fiscal los acusa de terrorismo y fascismo. La mala suerte para los presuntos agresores es que los agredidos no tienen vagina, si no se irían con nueve años de condena.

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