Jonathan Pocoví
Entrevista a Jonathan Pocoví
3-01-12
El disco de Jonathan Pocoví (1975), Todo lo que quiero, salió en 2007 cuando el autor ya llevaba más de quince años escribiendo canciones. En él se distinguen, además de otros sonidos, una fuerte influencia de la música brasileña y de la música negra norteamericana (soul, funk, swing...). El resultado es un repertorio que hace que te muevas constantemente mientras aprecias la calidad de sus fabulosas y comprometidas letras en castellano. Y es que las canciones de este artista hacen honor a lo mejor de los cantantes y estilos que le han influido y de los que él nos habla durante la conversación. Escuchándole, hemos disfrutado tanto como lo hemos hecho escuchando arreglos de Quincy Jones o el ritmo de Djavan. Queríamos saber un poco más de él.
JD: ¿Cuándo empezaste a componer y quién o qué te animó a componer canciones?
Jonathan Pocoví: Empecé a componer más o menos con quince años, aproximadamente al mes o a los dos meses de empezar a tocar la guitarra. Aprendí a tocar gracias a un tío mío. Nos juntábamos con la familia y él tocaba la guitarra. Mi madre canta muy bien y cantaban coplas. Es algo que guardo con mucho cariño y que te impacta mucho. Yo quería tocar, así que me compró mi padre una guitarra y me hizo prometer que iba a aprender. Empecé a componer en seguida, fue como un impulso.
JD: ¿En qué consistía ese impulso? ¿Te divertía componer?
JP: Yo ya escribía desde bastante pequeño. Me gustaba mucho y lo hacía también como necesidad. Creo que fue por eso que empecé a componer, porque era otra forma de decir cosas, de crear.
JD: ¿Escribías cuentos, poesía...?
JP: Escribía poesía, sobre todo. Desde que recuerdo, la verdad. Posiblemente desde los nueve años o los diez. Aunque no te voy a enseñar nada de aquéllo (risas).
"Yo ya escribía poesía. Cuando aprendí a tocar, empecé a componer como algo natural"
JD: Entonces, desde que cogiste la guitarra lo natural para tí era empezar a escribir canciones...
JP: Sí, era como otro lenguaje de una misma cosa. De enano me gustaba también mucho dibujar y creo que siempre he tenido la necesidad de decir y de sacar cosas. Entonces era una cosa natural. Como que aprendías otro idioma y seguías hablando de las mismas cosas.
JD: ¿Y qué has hecho con todas esas canciones?
JP: Yo es que soy muy perfeccionista y muy obsesivo y muchas cosas las he ido desechando. Tengo cosas grabadas, o por ahí, pero no las retomo. Rara vez he cogido una canción antigua y la he vuelto a cantar. Las dejo ahí en el cajón.
JD: ¿Y no has pensado en hacer algo con ellas? ¿Ofrecerlas a lo mejor a cantantes? ¿Hay alguna que te guste y que tú no la cantarías, pero la moverías por otro lado?
JP: He intentado muchas veces ponerme en contacto con editoriales y lo he visto imposible, nunca me han contestado. Sí que me he buscado la vida por ese lado, pero, o no he conocido a la gente adecuada, o no he sabido por dónde meterme. Al final lo he ido dejando pasar. Entonces, si se me han hecho viejas las canciones a mí, como que he dejado que tranquilamente se murieran.
Sole Giménez sí supo ver el talento como compositor de Jonathan Pocoví al elegir su canción 'Algo empieza' para formar parte de su disco La Felicidad en el año 2008.
JD: ¿Qué música escuchabas en esa época?
JP: En esa época, sobre todo Silvio (Rodríguez) y los Beatles. Luego ya empezaron a entrar bastantes más cosas.
JD: Eso es como empezar por la universidad. Lo que pasa es que, claro, también son dos artistas que, siendo complejos, se disfrutan muy fácilmente.
JP: A mí Silvio me dio cosas que yo había estado leyendo, de poesía latinoamericana, del realismo mágico y que en él lo vi musicado. Además, con el punto de mira bien puesto en algo. No era cantar por cantar, sino que era expresar ciertas realidades, cierta forma de ver las cosas. Los Beatles me llegaron por mis hermanos, que tenían los discos, y lo que me llegó de los Beatles fue la energía. Fue ver a esos cuatro tipos en el escenario, en los vídeos, y sentir un subidón. Decir, "¡Ostia, qué pasada!". Había algo mágico ahí arriba. Eso me sigue ocurriendo cuando los oigo. Volviendo a Silvio, por aquélla época yo andaba metido en cosas de voluntariado e historias de estas, entonces me tocaban mucho los temas sociales. Entonces Silvio aunaba poesía, la música que estaba entonces descubriendo, además guitarrísticamente, y ese contenido social, no sé si llamarlo compromiso. Pero sí que era una persona que se conmovía por ciertos temas y te hacía a tí conmoverte también.
JD: Años después te presentaste a dos concursos para cantautores, que ganaste. ¿Te presentaste ya con el estilo que tienes ahora, que tira un poco por el soul? ¿Se puede llamar así tu estilo actual?
JP: Sí... Bueno, puedes llamarlo como quieras. Yo es que prefiero no ponerle nombre. En el disco en realidad hay un poco de todo. Me gusta toda la música y además, yo creo que me aburriría si hiciera sólo funky o sólo música brasileña.
"El hilo conductor de mis canciones son las letras"
JD: Sí, también hay mucho de música brasileña.
JP: En mi caso... Para mí lo importante son los textos. También la música, la música me encanta y me encanta tocar. Pero me gusta tocar muchos estilos y no sé por qué no se puede hacer.
Hablando de los textos, nos quedamos un poco sorprendidos al escuchar esto, ya que Pocoví es un gran músico y esa faceta suya destaca de manera inmediata al oir sus canciones. Uno imagina que para crear esas melodías y armonías el compositor ha debido de estar muy centrado en ese aspecto de la canción. Reflexionando sobre ello, llegamos a una conclusión: aparte de la enorme calidad de sus músicas, las letras de Pocoví, que tienen valor propio por sí solas, están tan bien integradas en la melodía, que llegan al oyente de una forma muy natural. Eso mismo ya habla de la calidad de las mismas.
JD: Claro, pero en tu disco sí se ve bastante de música brasileña y afroamericana, aparte de otros estilos. No siendo eso Silvio, ni los Beatles ¿cómo llegaste a esas músicas?
JP: Tenía un amigo que decía a cualquier cosa: "Eso es un submundo". Como que te metes y se van abriendo pestañas y es infinito. Por aquel entonces, que serían los principios de los '90, hubo como una explosión de los cantautores en España, que desde entonces no ha habido otra. Salió Pedro Guerra y salió Javier Álvarez, dos músicos que me encantan. Yo llegué a la música brasileña por Pedro Guerra. Me gustó mucho porque tenía mucho de Silvio y también mucho de los Beatles. Es decir, tenía mucho de Silvio y tenía mucho de levantarte y moverte. Y tenía cosas rítmicas que hacía con la voz... Porque de Silvio, yo recuerdo que cuando lo descubrí yo empecé a tocar sacando de oído las canciones de él. Y con Pedro Guerra me pasó parecido. Y dije, "¿esta historia de dónde viene, esta historia rítmica?" Y llegué a la música brasileña. Y con la música brasileña llegué a Caetano, a Gilberto Gil, a Joao Gilberto... Por aquél entonces salió (Jorge) Drexler, que también tenía mucho de música brasileña. Y a la vez entraban muchas cosas. Música americana como Stevie Wonder, The Police... Muchas cosas. Lo que digo, se van abriendo pestañas y vas aprendiendo a escuchar y te vas quedando con cosas de todo lo que oyes.
JD: ¿Y estás ahora mismo cómodo con los estilos que estás tocando? ¿Crees que vas a seguir por ahí o te gustaría moverte por otro lado?
JP: El hilo conductor de mis canciones, realmente, son las letras. Uno mama de muchas fuentes y todos los temas tienen algo en común... Nunca me he planteado: "Voy a ir por esta línea o voy a ir por esta otra..." Creo que por el momento voy a seguir como hasta ahora y a lo mejor al final sí que encuentro como un estilo propio o algo así, pero de momento voy a seguir experimentando. Como tampoco tengo una compañía detrás que me diga cómo tengo que hacer las cosas, tengo bastante libertad en ese sentido.
Se le antoja al entrevistador que ese estilo propio ya existe. El mérito consiste en mezclar esos sonidos brasileños o afroamericanos, además de las otras influencias que se pueden apreciar en el disco (el tumbao de 'Ella sabe'... ), y crear un sonido de conjunto a lo largo de las once canciones que componen el mismo.
JD: Hasta ahora hemos estado hablando de música brasileña o música norteamericana y estos son estilos que pertencen a culturas musicales de fuera de nuestro país, aunque nosotros los escuchemos mucho. ¿Eso te ha generado algún dilema en el plano creativo, en el sentido de si debieras buscar a lo mejor más cosas locales?
JP: Ahora que lo dices, últimamente sí que le estoy dando bastantes vueltas. Hemos estado hablando de influencias, pero no te he hablado de copla, de música española, de flamenco. Y es algo que tengo desde pequeño, por lo que te he dicho antes de que mi madre canta copla. Y últimamente sí que me he planteado "¿Por qué no meto algo de esto?". O, más que meter, ¿por qué no lo dejo salir? Porque es algo que pienso que está dentro. A todos nos pasa en España que vives el flamenco, o la canción española, y quieras que no, como que nos toca algo dentro que no nos puede tocar otra cosa. Lo llevamos casi en los gérmenes, como dice un amigo mío.
"Creo que sí que es bueno mirar hacia adentro y agarrar un poco de tus raíces. En eso estoy ahora"
JD: Lo que pasa es que, a la hora de tocar una música, tendemos más a aprendernos canciones extranjeras, que canciones de aquí. A lo mejor para dar ese salto, primero hay que pasar por ese proceso de aprenderse las canciones españolas a la guitarra, las letras... Estudiarlas un poco de esa forma. Por eso quizás no nos sale tan fácil como lo otro, ¿no?
JP: Yo creo que todos tendemos un poco a valorar más lo que viene de fuera. Y en España creo que sabemos mucho de eso. Yo creo que también me ha pasado eso. Como que lo de aquí lo daba un poco por sentado y lo que te sorprende es lo nuevo, lo que oyes de fuera. Pero sí que es cierto que lo que oyes de fuera te llega tanto porque está muy enraízado en algo, como en el caso de la música brasileña, o la música americana, o cubana. Y creo que sí que es bueno mirar hacia adentro y agarrar un poco de tus raíces. En eso estoy ahora. Dándole vueltas a esa historia.
JD: Luego decides hacer el disco. ¿Qué te impulsa a ello?
JP: Me impulsan amigos. Yo tenía el proyecto de hacer el disco, tenía un montón de repertorio, pero como que no me animaba, porque era una movida muy grande. Porque si lo hacía lo quería hacer bien, estaba cansado ya de maquetar, de mover cosas. Y de hecho los amigos me dejaron la pasta para hacerlo. Y lo hice, me ilusioné mogollón con el proyecto y pienso que quedó bastante guay. Hubo bastante gente detrás. Y de hecho, yo estaba trabajando en un taller de mecanizados y lo dejé porque decidí intentarlo. En aquél entonces podía hacerlo. Estuve moviendo el disco y tenía mucha fe en que fuera a algún sitio, aunque fuera con una compañía pequeñita, pero pensaba que sí que podía tener su público. Al final he vuelto a currar en el taller de mecanizados... porque la cosa está muy mal. En Valencia está fatal, y no sé cómo estará en Madrid, en los demás sitios... Igual de mal, ¿no?
De hecho, no he tocado en Madrid todavía. Una de las veces que fui a Madrid a ver a amigos, cogí discos y me dí una vuelta por salas como Búho Real o Libertad 8, para ver si me salía algún bolo. Simplemente por el placer de tocar allí y porque me apetece tocar por allá. Y no lo conseguí. De hecho hablé con el chico del Libertad 8, con el dueño, y me dijo "Claro, es que tú eres de Valencia, no tienes aquí gente, yo tengo que pagar a los camareros..." Es una putada, lo puedo entender, pero yo no puedo irme a Madrid a vivir para buscarme la vida. No estoy en ese punto ahora, estoy en otro. Curiosamente, se puso en contacto conmigo un chico que me había escuchado en el Libertad 8, porque el disco que dejé, lo pusieron. Por lo visto lo ponían de vez en cuando... ¡pero yo no podía tocar allí! La verdad es que el mundo está un poco loco.
JD: ¿Entonces, el disco lo has podido tocar mucho?
JP: Lo he tocado bastante por aquí, con Roberto Moreno a la batería. Natxo Tamarit estaba antes conmigo tocando el bajo eléctrico, ahora está Xavi Alamán. Y sí que hemos tocado bastante por aquí, lo que pasa es que el circuito aquí es bastante pequeño. Y una vez lo quemas... Y no sé, tampoco quiero reventar el poco público que tengo.
JD: ¿Te ha resultado difícil tocar el disco en directo, ya que la grabación tiene mucha instrumentación, una banda muy potente detrás? ¿Te ha resultado difícil trasladarlo al directo?
JP: Pienso que no, porque los temas están paridos a guitarra, con un arreglo de guitarra. Los arreglos están hechos partiendo de una base de guitarra, bajo y batería, y todo lo demás se añadió después. Tocar el disco en directo a trío es un poco tocar el esqueleto del disco. Es el mismo tema, pero sin todos lo adornos.
JD: Te resulta natural...
JP: Sí. Hombre, sí que hay temas que a lo mejor no te suenan igual, o que estás más acostumbrado a escucharlos con la programación, con arreglos de metales, que los hizo David Pastor, brutales. En el tema de 'Todo el mundo bailó', por ejemplo. Y en algunos temas sí que se hace un poquito raro, pero son los menos.
JD: ¿Cómo surgieron las colaboraciones que hay en el disco de Boris Larramendi y de Javier Ruibal?JP: Lo de Boris, yo ya lo conocía y me apetecía un montón, porque soy muy fan suyo, así que estuve dándole vueltas y buscando el sitio donde lo pudiera meter para que grabara. A Ruibal yo lo conocía porque me había presentado en un bolo suyo que hizo aquí, en Valencia, y le di una maqueta mía. Yo ya me había olvidado de aquella historia y me llamó un amigo al cabo del año, o año y pico, y me dijo que había leído una entrevista de Ruibal en la que me nombraba. Yo me quedé bastante alucinado. Entonces leí lo que había dicho y en aquél entonces estábamos preparando la grabación del disco, y dije, ¿no se enrollará y grabará algo? Entonces me puse en contacto con él por el Myspace, el gran Myspace, y me dijo que sí, que encantado. La verdad es que fue un subidón. Le mandé las pistas y lo grabó allí.JD: Hay que atreverse ¿no? Porque a lo mejor te planteas que es un músico al que admiras y que nos es fácil que quiera colaborar contigo.JP: Yo creo que sí, porque en realidad es una persona normal y corriente. Al final cuando estás en este mundillo y conoces a mucha gente, te das cuenta de que hay músicos brutales y creadores alucinantes que no se están comiendo nada, que son gente normal, y que hay verdaderos bodrios que están vendiendo cientos de miles de discos. Entonces, como que se te caen ese tipo de ideas. El artista al que admiras es una persona normal. Tú te pones en contacto con él, se lo propones, y ya te dirá él algo. No tienes por qué pensar que lo que estás haciendo tú es peor de lo que hace él, aunque muchas veces sí que lo pensemos. Y muchas veces yo cuando tengo delante a alguien que admiro me quedo cortado, pero creo que hay que tener claro que no, que son gente normal. De hecho, fíjate que yo, que soy un mierdecilla, en algún bolo se me ha acercado alguién que notabas que se ponía nervioso porque te quería decir algo. Y entonces te das cuenta de que es todo un circo y de que es mentira. De que son gente, que son creadores, músicos, y que si les apetece lo harán y si no, no.
"No interesa cierto tipo de música porque se piensa que no va a vender. Y luego a lo mejor sí que vende. Mira a Manolo García"
JD: Respecto a lo que dices del panoramo musical, ¿por qué crees que es así, que hay tanta gente mala vendiendo mucho y tantos buenos creadores escondidos?JP: Eso es muy largo. Hay un libro que no me he leído, pero me quiero leer y del que estuve oyendo la entrevista al autor en Radio 3, con el que estoy de acuerdo. Se llama Puño Invisible, no recuerdo el nombre del autor, pero sé que es un autor mexicano -el autor es Carlos Granés- y habla un poco de cómo el arte y la cultura han influenciado a la forma de vida. Habla del dadaísmo y de muchas cosas. Yo creo que hoy en día somos víctimas de toda una ola que hubo de libertad, que por un lado es brutal y está de puta madre, pero por otro creo que hay como un desenfreno en la gente y como múchísima necesidad de divertirse y de ser feliz. Tú pones la tele y todo es color... acaba rayando la estupidez muchas veces. Porque la vida a veces es eso, pero a veces no. Y yo creo que ha pasado eso en la música y en el arte en general. Como que se está convirtiendo en entretenimiento simplemente. Y está bien bailar y está bien que sea entretenido, pero creo que el arte no puede ser sólo eso. Entonces, en mi opinión, a nivel de compañías de música lo importante es que las cosas vendan. Un poco el modelo americano de coger algo, explotarlo y cuando ya no funciona tirarlo a la basura. Hay pocos artistas de carrera realmente, que aguanten más de dos o tres discos hoy en día. Y creo que pasa eso, que se valoran cosas como muy efímeras. Entonces la canción que busca algo más, que busca algo nuevo, que no suena a lo de siempre, no sé si decir que hace pensar, o que tiene una estructura que no es sota, caballo y rey, pues no interesa. A lo mejor porque se piensa que no va a vender. Y luego a lo mejor sí que vende. Por ejemplo, mira a Manolo García, los temas que hace. No tienen una estructura comercial, digamos. Sin embargo, tiene su público y yo supongo que su compañía está súper contenta de tenerlo. Aunque creo que ahora está con su propia compañía, pero bueno. Hay gente que funciona muy bien. Santiago Auserón, Juan Perro. Tiene un público más reducido, no vas a vender cuatro millones de copias, aunque tampoco las venda nadie hoy en día. No vas a ser un gran boom, pero su compañía va a tener un artista que le está funcionando, que le está vendiendo discos, que está haciendo bolos... Entonces pienso que esta forma de hacer las cosas es un error y que se debería apostar más por la carrera de los artistas, que por buscar esa cosa explosiva que se apague y luego ir a por otra.JD: ¿Sería entonces un círculo en el que las compañías deciden cuáles son los artistas que se venden, esos artistas a su vez influyen en el gusto de la gente y esa gente, para cerrar el círculo, condiciona lo que venden las compañías?JP: Sí, es un poco el huevo y la gallina. De eso he hablado con muchos amigos. ¿Realmente quién tiene la culpa en la crisis que estamos viviendo a nivel cultural? ¿Quien demanda el producto o quien lo está ofreciendo?JD: Si esos artistas influyen en el gusto de la gente, ¿crees que influyen también en la forma de pensar? ¿Crees que el hecho de vender productos muy fáciles influye en el pensamiento de la gente, del público masivo que consume esos productos?JP: Pienso que sí. Pienso que son las dos cosas. Y también el pensamiento del que te estaba hablando antes, no sé si llamarlo hedonista, y de buscar la inmediatez y la diversión. Eso influye también en lo que se ofrece. Creo que es un círculo vicioso.
"La música influye en la gente. Te metes en su casa y en su modo de pensar"
JD: Desde es punto de vista se podría decir que los artistas sí que influyen, a través de sus canciones, en el pensamiento de la gente.
JP: Claro que sí. JD: Y en eso incluyo a artistas que hacen canciones de temática social. O sea que sí que tendría un sentido hacerlo, porque aunque llegue a menos gente, sí que puede influir en las personas. ¿Es así?JP: Sí, porque a mí me han influido.JD: Eso es interesante, porque hay músicos que piensan que no se influye, que es un producto diferente al masivo, pero no se llega a influir realmente en la sociedad. La sociedad sigue su curso por otro lado.JP: Pero es que la sociedad también es la música que oye la sociedad y lo que come la sociedad. La sociedad son las personas que se tumban en la cama y se ponen música. Esa es la sociedad, realmente. Y te estás metiendo en su casa y te estás metiendo en su modo de pensar, a no ser que digas 'baila, morena, baila'... Y también estás influyendo. También estás enseñando a no pensar. Pero sí, claro que sí. Todo influye.JD: ¿Tú cómo ves ahora mismo tu carrera? Has grabado un disco. Tienes todos los que quieras por delante. ¿Qué esperas de tu carrera, cuáles serían tus deseos?JP: A mí me gustaría poder hacer los discos que me apetezca hacer. Creo que no soportaría que alguien me dijera "Tienes que hacer un disco así". A lo mejor si estuviera comiendo sólo de eso, no sé qué haría si me viera en la tesitura de 'si no hago esto me quedo sin compañía y me quedo en la calle'. No creo que pasara por ahí, pero no lo sé. Y me gustaría tener un pequeño público que permitiera mantener esa forma de vida. Salir, tocar aquí y allá... No me hace falta que sea un gran público, ni mucho menos. Y ya está, no quiero más, porque el resto creo que es humo. Pienso que lo que queda al final son las canciones y las cosas que haces. Lo demás, como tampoco depende de uno...JD: ¿Y cómo ves el panorama musical para que eso llegue a ocurrir?JP: No sé. Está difícil, pero, realmente, ¿cuándo no ha estado difícil?. Porque ahora, por ejemplo, es muy fácil grabar un disco. Hace veinte años era casi imposible grabar un disco. Tenías que irte a un estudio y te costaba una millonada. Hoy en día, casi te lo puedes hacer en casa si tienes un poco de material y sabes algunas cosillas. Hoy en día es fácil, lo que pasa es que claro, tienes cuatrocientosmil discos. Todo el mundo graba discos. Entonces, no creo que esté ahora más difícil que antes. Creo que lo que más funciona es, lo primero, hacer algo que valga la pena. Que valga la pena subirse al escenario para ofrecérselo a la gente. Que te lo creas. Que seas sincero con lo que haces, porque, llegues arriba o te quedes donde estás, tiene que merecerte la pena el hecho de subirte al escenario a ofrecer eso. Pienso que el camino es ir tocando, ir haciendo bolos, y si realmente haces algo chulo y que a la gente le llegue, poco a poco con el boca a boca irá funcionando. Tras la entrevista tenemos el privilegio de que Jonathan nos toque a la guitarra los temas que formarán parte de su nuevo disco. Con canciones así, desde luego, el boca a boca tiene que acabar funcionando.
Jonathan Pocoví: www.myspace.com/jonathanpocovi