Los tabloides ingleses están haciendo correr rios Tamesis de tinta sobre el affaire de John Terry, su capitanía y su amante. Los anglasojones son muy propensos a exagerar este tipo de situaciones, en las que los cuernos son protagonistas, elevando al máximo su nivel de importancia y entregando a los leones a los ponedores de cuernos, sin pensar que, en realidad, el/la principal agraviado/a es el/la engañado/a, que como en el caso de la mujer del futbolista del Chelsea tiene que huir del país para evitar la humillación pública.
Al margen de la política comunicativa anglosajona, cada uno trata los temas que más le interesan dejando al margen el puritanismo, quiero centrarme en el hecho de la retirada de la capitanía a John Terry. La presión ha sido enorme y el futbolista, que al parecer es un líder en el terreno de juego, ha tenido que irse a un lado en la selección.
Sin querer ser tan puritano como los mismos británicos he de decir que estoy totalmente a favor de esa medida. No por el hecho de que le pusiera los cuernos a su mujer, sino porque también se los puso a un compañero de equipo. El puesto de capitán tiene que ser un puesto de confianza, además de ser una posición en el que el jugador ha de ser un lider dentro y fuera del campo. Yo, personalmente, no me sentiría bien representado por una persona que ha engañado a un compañero de vestuario. Si él ha sido capaz de violar esta privacidad, puede ser capaz de cualquier cosa.
En lo personal ahora Terry debería no sólo arreglar las cosas con su mujer, sino también con su excompañero, “Cornudo oficial de la Premier League” que ha declarado no querer compartir el mismo espacio que el excapitán en las concentraciones de Inglaterra. El jugador del Chelsea parece tener la confianza de la grada. Ahora falta recuperar el respeto de sus compañeros si algún día quiere recuperar la capitanía.