Dice que una imagen vale más que mil palabras, y eso sucede con la instantánea tomada al ex presidente de la Generalitat, ex honorable y ex muchas cosas, menos rico, que sigue siéndolo y mucho. Estaría despistado el Sr. Pujol cuando se le disparó la fotografía que ilustra la entrada de hoy, en el momento de participar en la astracanada que fue el simulacro de votación catalán que no dejó ni satisfecho ni indiferente a nadie, salvo en el acuerdo generalizado de su inutilidad; estaría distraído, pero casi seguro que ese es su verdadero semblante, con cara de pocos amigos y muchos familiares, con la atenta supervisión de la Sra. Ferrusola, que camina un paso detrás aunque vaya verderamente uno por delante. Jordi Pujol dirigió la comunidad catalana institucionalizando la corrupción, sancionando como legal el famoso tres por ciento y vendiendo prebendas a través de sus hijos, hasta amasar una considerable fortuna. Opinamos desde este espacio, que poco servirá a la ciudadanía española, aunque le pese al catalanista, la condena penal y social del político jubilado; a todos nos sentaría mucho mejor que le incautasen sus bienes, que devolviese lo sustraído y lo adquirido injustamente, porque todo ese dinero ha salido del bolsillo de unos contribuyentes, muchísimo menos afortunados económicamente que el honorable, y lógico es que vuelva a ellos o sirva para el fin social que fueron ideados.