Jordi pujol, el mito.

Publicado el 29 julio 2013 por Torrens

De los genios me gustan sus obras pero no me gustan la mayor parte de sus genialidades y de los personajes míticos siempre he pensado que en casi todos los casos su prestigio se basa en medias verdades, en solo una parte seleccionada de la realidad, y es un error muy frecuente dar credibilidad a alguien solo porque se trata de un personaje mítico.

Creo que Jordi Pujol es uno de los personajes míticos al que sería aplicable mi comentario anterior. Mi opinión sobre su persona, y su entorno, siempre ha sido bastante negativa, tanto cuando era Muy Honorable Presidente de la Generalitat como cuando en apariencia se retiró.

Aunque pueda parecer contradictorio con lo que vendrá a continuación, incluso por experiencia propia, sé que se trata de una persona de gran capacidad intelectual, notable inteligencia y portentosa memoria y/o un método de trabajo que le permite estar siempre totalmente informado sobre el asunto que tiene entre manos. Hacia mediados de los años 80, cuando ejercía de director de la División Internacional de Bankunión, acompañé a uno de los consejeros de nuestra oficina en Quito (Ecuador) a una entrevista privada con Jordi Pujol en el palacio de la Generalitat, y me quedé impresionado del conocimiento sumamente detallado que Jordi Pujol tenía sobre las familias catalanas residentes en Ecuador o de nacionalidad ecuatoriana pero origen catalán relativamente reciente. Durante más de media hora Jordi Pujol fue capaz de mantener una animada conversación sobre los entresijos de dicho grupo social, aportando tantos o más detalles que nuestro consejero.

A pesar de dicha experiencia y sin olvidar su dominio de nada menos que 6 idiomas, mi opinión ha llegado a ser tan negativa que en los últimos años de su mandato en la Generalitat llegué a soltar la burrada de que todas las zonas del mundo tienen su catástrofe natural, terremotos en California, huracanes en el Caribe, tifones en el sureste de Asia, inundaciones monzónicas en la India, etc…., y en Catalunya tuvimos a Jordi Pujol más de 20 años.

Aparte cuestiones menos importantes como haber perdido la oportunidad de crear una Administración Pública eficaz al dotarse de una burrocrácia catalana igual o peor aún que la española, las razones básicas de mi opinión son dos, por un lado su actitud frente a casos de corrupción y por otro su negociación del primer Estatuto de Catalunya.

Desde los primeros años de democracia, después de la muerte del dictador, y cuando empezaban a aflorar los primeros casos de corrupción he estado convencido que, si no se controlaba, este sería uno de los principales problemas de nuestra incipiente democracia parlamentaria. Por esta razón mi postura frente a la corrupción siempre ha sido intransigente e intolerante hasta el extremo que pronto hará 15 años que no voto o lo hago en blanco, y lo seguiré haciendo hasta que alguien haga un planteo serio para controlar la corrupción de manera eficaz, y yo me lo crea.

Jordi Pujol tuvo la listeza y habilidad de no verse nunca personalmente involucrado en ni un solo caso de corrupción, pero en consonancia con sus múltiples contradicciones, no solo fue permisivo con los corruptos sino que en la mayoría de los casos los apoyó incondicionalmente y llegó al extremo de atacar de manera atronadora y furibunda a quien se atrevía a denunciar casos de corrupción en su entorno, por más claro y evidente que fuese el caso. En la defensa de sus corruptos gritó más de una vez una de sus frases favoritas: “¿Qui s’han cregut que som nosaltres?” (¿Quien se han creído que somos nosotros?), y practico profusamente otro de sus tics al confundir denuncias de corrupción con ataques a Catalunya.

La ruidosa y apasionada defensa de sus corruptos llegó a extremos ensordecedores cuando su cuñado Antoni Subirá, Consejero solo de Comercio, Industria y Turismo de la Generalitat,  resultó imputado en el caso Mas Blau, unos terrenos adyacentes a la autopista al aeropuerto de El Prat, que fue sobreseído por una muy generosa aplicación de los plazos de prescripción por parte del juez. Al cabo de poco tiempo su cuñado volvió a estar implicado en la venta de toda la maquinaria de dos fábricas textiles catalanas que habían cesado su actividad a una empresa de una antigua república soviética, mediante un préstamo del Institut Catala de Finances, que finalmente se convirtió en subvención porque se declaró fallido sin ni tan solo intentar cobrar el primer plazo impagado. Pese a que se denunció la participación del Sr. Subirá como accionista de la empresa receptora de la subvención, nunca se demostró tal relación pero tampoco se investigó lo más mínimo ni el caso llegó a ningún juzgado.

En mi opinión CiU, en base sobre todo a la actitud de su gran jefe, ha sido uno de los partidos que más ha actuado en terrenos corruptos, pero también es cierto que lo hacían con un elevado nivel de ingeniería financiera.  Hace bastantes años, en el apogeo de Jordi Pujol, y en las oficinas de un personaje entonces muy importante para la Generalitat, tuve ocasión de ver los papeles de una operación que llevó a cabo uno de los notables de CiU, cuyo instrumento fue un cuadro de uno de sus familiares que era artista. Cuando se vende un cuadro, con frecuencia se manda solo el certificado y el cuadro queda depositado en el taller del artista o en los almacenes de algún galerista. La operación consistió en vender el cuadro a un precio razonable de mercado a una empresa registrada en un paraíso fiscal, con pago previo y envío del certificado al paraíso fiscal donde estaba registrada la empresa, y pasados unos días el mismo cuadro fue vendido a otra empresa de otro paraíso fiscal por un millón de Dólares. En España la operación es totalmente legal, y de lo ocurrido una vez el certificado ha salido de España, vaya usted a investigar si le gusta perder el tiempo. Cuando pregunté cual era el destino de los papeles me dijeron que se lo estaban pensando, pero nunca vieron la luz pública, entre otras cosas porque me quede con la impresión de que los que me mostraban los papeles conocían íntimamente al comprador final del cuadro.

En cuanto a su negociación del Estatuto, su fracaso lo estamos pagando ahora. En mi opinión el problema del divorcio entre Catalunya y España tiene dos hitos que marcan el desarrollo, el tamaño y el contenido del problema. El primero se produce cuando a Catalunya se le niega el concierto económico, que sin duda se hubiese aceptado aunque hubiese sido más limitado que el vasco o el navarro y hubiese incluido mecanismos de solidaridad con otras CCAA, y el segundo corresponde a la sentencia de Tribunal Constitucional sobre el Estatuto del 2006, que podía haber ayudado a la solución del problema pero las fobias del PP y la colaboración, sin hacer ni decir nada, del PSOE lo impidieron.

No es cierto, como se repite continuamente en la caverna mediática, que desde Catalunya no se pidiese nunca el concierto económico, los partidos catalanistas (CiU y ERC) si lo pidieron, pero los mismos que habían votado por el concierto vasco y navarro UCD, PSOE, AP y PCE votaron en contra del concierto en Catalunya.

Jordi Pujol pidió el concierto económico al negociar el Estatuto, pero lo hizo con la boca pequeña, y ni de lejos insistió como tenía que haberlo hecho, o aplicó la tremenda presión que podía haber ejercido con el apoyo parlamentario y popular de que disfrutaba. Usó otra de sus frases favoritas “Ara no toca”. En la época en que se negoció el Estatuto yo vivía en Madrid y en más de una ocasión oí el rumor de que Catalunya no tendría concierto porque se oponían a ello tres instituciones: el ejército, la monarquía y el PNV. Posiblemente ante el poder de al menos dos de los que se oponían al concierto Pujol decidió contentarse con tener Estatuto aunque fuese con el desastroso café para todos. A la muerte de Franco en el país había más preocupación por lo que ocurriría en Catalunya que en el País Vasco, y Pujol en vez de hacer uso de esta especial sensibilidad adoptó una actitud conciliadora, aceptó sin batallar más que lo necesario lo que le propusieron e interpretó el papel del estabilizador, lo que no es en absoluto criticable, pero si lo hubiese combinado con bastante más guerra en el asunto del concierto económico no habríamos recibido y estaríamos recibiendo tantos palos.

Un importante miembro de CiU en aquella época era Ramón Trias Fargas, economista y catedrático, que por desgracia murió en 1989 de un ataque al corazón en pleno mitin de CiU. Trias Fargas tenía una visión mucho más amplia y menos localista que Jordi Pujol, pero sus opiniones no eran tenidas demasiado en cuenta dentro del partido. Me interesé por su manera de pensar por mi amistad con un miembro de su familia, y creo que mejor nos hubiese ido a todos si Trias Fargas hubiese sido bastante más que una especie de Reina Madre en CiU. De entrada era totalmente contrario a la permisividad con la corrupción y se levantaría de su tumba si pudiese saber que una fundación de CiU que lleva su nombre está relacionada con el caso Palau. En lo referente al Estatuto creía que si Catalunya no conseguía el concierto económico, o algún tipo de autonomía financiera acabaríamos teniendo serios problemas como así ha sido, y fue de los pocos que desde el mismo día de su nacimiento calificó el Estado de las Autonomías basado en el café para todos como una descentralización que en realidad era una tomadura de pelo que acabaría mal, y no se equivocó.

La batalla del Pacto Fiscal no se ha perdido ahora, se perdió en la transición, y la perdió Jordi Pujol.