Jorge Lavelli
dejar imágenes imborrables en el corazón de sus espectadores.
Es que el teatro de Jorge Lavelli (considerado en el mundo como uno de los más grandes directores de ópera y teatro del siglo veinte) no hace concesiones de ninguna clase a la hora de ser representado: todo en él es tensado hasta los límites posibles en donde la belleza, la crispación, el refinamiento y el juego actoral se unen en una suerte de apoteosis que no admite indiferencia posible.
De este modo, O’Neill, Pirandello, Ionesco, Arrabal, Bernhard, Shakespeare o Moliere son revelados, gracias a montajes extremadamente vanguardistas, como a través de una nueva óptica verdaderamente revolucionaria.
Y sin embargo, ser un artista de vanguardia no es en él un fin: sus ideas se plasman en el escenario, aunque parezca una paradoja, de una manera simple, con fluidez, como si simplemente no fuera posible hacerlo de otro modo.
Para el actor que trabaje con él, una vez estrenado el espectáculo, la recompensa será enorme, pero el agotamiento durante los períodos de ensayos, aplastante.
Hasta no lograr lo que Lavelli exactamente quiere ver en sus actores, es capaz de hacerlos repetir una misma escena durante horas.
diseños lumínicos y escenográficos.
Responsable de dar a conocer en el mundo la producción teatral del polaco Witold Gombrowicz y del argentino Copi (del que montara buena parte de sus obras) Jorge Lavelli fue el primer director argentino en dirigir un teatro nacional en Francia: el Théâtre National de la Colline, inaugurado a mediados de la década del 80 en París y consagrado exclusivamente a autores del siglo xx.
En nuestro
El gobierno francés lo designó Comendador de la Orden de las Artes y las Letras, en reconocimiento a toda su obra, y Caballero de la Legión de Honor.
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Autor del Post: Facundo Ramirez