Personalmente, creo que hay más razones para convocar una huelga general en el conjunto del Estado que una huelga parcial en el sector público. El recorte de prestaciones sociales y la pérdida de derechos laborales afectan al conjunto de la ciudadanía, e incluso mucho más a quienes están en el desempleo, a quienes son víctimas de la precariedad y también, cómo no, a las personas que a duras penas sobreviven con una pensión, ahora congelada por Zapatero, contraviniendo el Pacto de Toledo y todas sus promesas al respecto. Por ello, espero que esta jornada sea un anticipo, un ensayo, de una próxima huelga general, que no puede esperar.
Las perspectivas no invitan al optimismo. El ajuste anunciado por Angela Merkel en Alemania ha llevado a la vicepresidenta Elena Salgado a reconocer que el Gobierno Zapatero estudia nuevos recortes y nuevas medidas para reducir el déficit. Por supuesto, las víctimas seremos, una vez más, las personas sin empleo, quienes reciben una pensión y quienes trabajamos en el sector público. La banca y la patronal no sólo quedarán libres de toda culpa y responsabilidad en la crisis, sino que será el propio mercado el que dicte las políticas (¿?) que más le beneficien. Los Gobiernos, mientras tanto, acatan fielmente las órdenes y además las aplauden. ¿Dónde queda entonces la democracia?