Jornadas por la Sanidad Pública en Madrid, una reflexión necesaria y un cambio político no conseguido

Publicado el 11 octubre 2023 por Tomasalberich

 Lo más conocido de la entidad “Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid”, organizadores de las Jornadas del pasado fin de semana, ha sido el éxito en la convocatoria de las manifestaciones de los pasados noviembre y febrero, con más de 700.000 personas cada una recorriendo las calles centrales de la capital, sin minusvalorar otras movilizaciones, como la consulta sobre la sanidad en la que participaron más de 300.000 madrileños en las urnas de más de mil mesas informativas simultáneas.

Aunque las comparaciones son odiosas, por poner solo un ejemplo la gran movilización nacional contra la amnistía y de apoyo a Feijóo de hace unas semanas él mismo la cifró en 40.000 asistentes venidos de toda España y la consideraron un éxito.

En las movilizaciones por la sanidad hubo una crítica clara y directa contra las políticas sanitarias del gobierno de la Comunidad de Madrid pero después de estos éxitos en la movilización social, vinieron las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo con los resultados conocidos, mayoría absoluta del PP. En conclusión, se produjo éxito de la movilización social y fracaso de la movilización política,  político-electoral habría que matizar. Reflexión que ha sobrevolado los intensos debates durante los tres días que han durado las Jornadas. Necesarias para analizar lo ocurrido, lo alcanzado, los errores y aciertos. En las Jornadas se trataron múltiples temas, no se trata de hacer aquí un resumen ni exponer sus conclusiones, que la propia organización realizará adecuadamente (las exposiciones se pueden encontrar en internet. Activistas y profesionales sanitarios se reorganizan para frenar el saqueo de la sanidad pública en Madrid | Público (publico.es) . Solo resaltar algunos puntos significativos de los tratados.

Se expusieron multitud de denuncias. Por ejemplo los errores en la ampliación de algunos hospitales, en las infraestructuras, incluso llegándose a preguntar si se busca el mal funcionamiento, la negativa gestión, de una forma intencionada para deteriorar la sanidad pública. Magníficas las denuncias de afectados por el Covid persistente, las de la Auditoría Ciudadana de la Deuda en Sanidad sobre los lobbies, y la de Acceso Justo al Medicamento del sobrecoste farmacéutico: se calcula que el gasto en medicamentos es el doble del que se podría tener con una adecuada intervención pública (bajaría del 30 al 15% de todo el gasto en la sanidad española, lo que permitiría contratar a cien mil profesionales más).

Se reflexionó sobre el cansancio que se produce en algunos sectores después de tres años de constante movilización.

Entre las propuestas: crear brigadas sanitarias que anuncien temas concretos de movilización, puntuales pero simultaneas en pueblos y barrios; como por ejemplo denunciando en movilizaciones mensuales la situación de la falta de personal en pediatría, la salud mental, etc. Acciones menos ideologizadas. No centrarse tanto en “Ayuso dimisión”, no personalizar tanto (punto polémico). Se reivindica el cambio de políticas no de personas. Plantear -ahora que se está negociando y pactando una investidura- reivindicaciones generales de defensa de la sanidad pública y cambios legislativos estatales.

La explicación del éxito social conseguido es más fácil que la del fracaso político. Se pueden enumerar una serie de aciertos:

“Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid” no se configura como una nueva organización social, carece de estructura, más allá de la asamblea y de grupos de trabajo específicos y temporales. No es una organización, ni una federación, ni siquiera una plataforma: sus protagonistas lo definen como un “espacio”, donde confluyen asambleas de barrio y entidades muy diversas. Especialmente en su creación fueron fundamentales las plataformas en defensa de la sanidad pública de diversos distritos madrileños (como las de Villaverde, Carabanchel, Vallecas…), a las que se unieron otras de pueblos y comarcas (Tres Cantos, Sierra Guadarrama, Getafe y municipios del sur metropolitano…) además de personas, activistas conocidos y profesionales a título particular. Un espacio donde “todos tienen cabida” como nueva forma de organizarse.

Las plataformas barriales y de algunos municipios llevaban varios años trabajando en defensa de la sanidad y contra las privatizaciones, algunas ya antes de la pandemia y que cobraron más fuerza a raíz del aprovechamiento de esta por el gobierno regional para cerrar los servicios de urgencia extrahospitalaria, que se sumaba a la desastrosa gestión gubernamental en todos los ámbitos, las muertes en las residencias de mayores, la construcción del Zendal, el maltrato a los profesionales de la sanidad, adjudicaciones con sospechas de corrupción, y en definitiva más dinero para empresas privadas y menos y peor para la sanidad pública.

Por lo tanto el éxito de Vecinas y Vecinos hay que enmarcarlo en un contexto en el que se suman estos factores y las respuestas que se van dando, especialmente durante los últimos años (desde el final del confinamiento, mayo 2020):

- Por ejemplo la Asamblea Popular de Carabanchel que convoca manifestaciones todas las semanas por el barrio. Otras plataformas han realizado movilizaciones de muy diverso tipo, concentraciones, charlas-debate, recogida de firmas, etc. La defensa de la sanidad se hace “con pico y pala, día a día” se ha dicho en las Jornadas. Todas las plataformas tienen un espíritu unitario y asambleario que, como el propio espacio de Vecinas y Vecinos, recoge la cultura desarrollada desde el movimiento 15M de 2011, la actualiza y crea nuevas formas de acción y organización.

- Los profesionales de la sanidad han realizado protestas y las huelgas más largas, en un sector fuertemente fragmentado y corporativo, pero que supo dar una respuesta unitaria que es arropada por la ciudadanía, como se ha relatado en la experiencia del encierro de profesionales de Manoteras y SUME.

- La Marea de Residencias, que ya existía antes de la pandemia por la falta de control público de las residencias privadas, toma nuevo impulso ante los “protocolos de la vergüenza” que niegan el traslado de las personas mayores enfermas a hospitales. Se creó un jurado con la Comisión Ciudadana por la “Verdad y Justicia en las Residencias de Mayores” para realizar un juicio ciudadano que esclarezca lo ocurrido y que aún sigue trabajando. Comisión presidida por J. A. Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo.

- Estos espacios unitarios han conseguido que se fueran sumando otras plataformas y entidades, como la Marea Blanca, que no ha dejado de organizar manifestaciones mensuales -más de cien llevan- y, a diferentes niveles, sindicatos profesionales y asociaciones vecinales. Participaciones que no están libres de tensión, por los recurrentes protagonismos o personalismos de unos u otros pero que se han conseguido superar para las convocatorias concretas.

Estas acciones movilizadoras unitarias construyen por tanto nuevos espacios de acción política apartidista. Se hace política pero no se hace política de partidos. Es un debate permanente en los movimientos sociales: saber acertar en cómo hacer política. Hay quien lo niega “aquí no se viene a hacer política” pero es irreal, de hecho se reivindica constantemente el cambio de la política sanitaria madrileña (defensa de lo público, no a las privatizaciones…), todo lo público es político. El espíritu apartidista permite su crecimiento y buena imagen pública y vecinal, crece una buena relación con los medios de comunicación, al menos con los más objetivos. Y con personalidades del mundo de la cultura, las artes y la comunicación que han prestado su voz e imagen al apoyo a las manifestaciones.

Sin embargo, toda esta capacidad movilizadora no se ha traducido en un éxito en el objetivo principal: cambiar la política sanitaria madrileña. Se han conseguido éxitos parciales, que conviene siempre recodar, especialmente en el ámbito de las izquierdas tan dadas a flagelarse. Se paró el cierre total de las urgencias extrahospitalarias, el gobierno regional se vio forzado a cambiar su política sobre las urgencias varias veces, con dimisiones en las gerencias por medio; los profesionales, especialmente el sector médico, consiguieron algunas de sus reivindicaciones.

Pero se era consciente que el cambio en la política sanitaria solo se podría conseguir si se producía un cambio claro en los partidos de gobierno. Y en esto el 28M cosechó un tremendo fracaso con un PP de mayoría absoluta. No se puede negar esta realidad y el pesimismo que estos resultados han provocado en buena parte de la ciudadanía movilizada. Se puede matizar indicando que las movilizaciones han fracasado en el objetivo de cambio político general pero han sido un éxito en el ámbito sociopolítico.

Aquí tenemos un trabajo pendiente para profesionales de la Sociología y Políticas. Al menos los sociólogos lo tenemos difícil para explicar un fenómeno que pienso no se había producido antes, al menos con estas dimensiones. Cuando se produce un ascenso en la movilización social con un incremento sostenido en el tiempo, suelen coincidir varios factores internos y externos en la movilización y su desarrollo, en lo que denominamos una estructura de oportunidad política (EOP) que provocarán también un cambio político-electoral, antes o después y en diferentes niveles. Cada circunstancia es diferente, pero así ocurrió por ejemplo con el proceso movilizador de denuncia de los desastres del Prestige, Guerra de Irak etc. (2003/4) o con las movilizaciones de 2018 (huelga feminista, mareas de pensionistas…). Se plantearon reivindicaciones políticas, no solo sectoriales, que se tradujeron después en cambios político-electorales.


Si en una manifestación participa un número x de personas podemos considerar que estas personas representan a un número que hay que multiplicar por dos o por tres al menos. Siempre una buena parte de la población no va a las manifestaciones pero las apoya, sean del signo que sean. No acuden por impedimento físico, por falta de tiempo, por edad, por trabajo, por comodidad, por miedo a participar en eventos masivos (por la tensión social que se produce) o por otros motivos. Pero está claro que simpatizan con la movilización, son familiares, amistades, compañeros, simpatizantes políticos, etc. de los que se manifiestan. Estas simpatías se miden en las encuestas y también en estudios sociológicos cualitativos. Por ejemplo en las manifestaciones y acampadas del 15M en 2011 participaron en total más de un millón y medio de personas en España (hasta 2,5 millones a lo largo de 2011, según algunos estudios), pero la simpatía y apoyo a las reivindicaciones de los indignados entre la ciudadanía superaba el 70% en ese año (estudios del CIS), y no se reivindicaba solo un cambio gubernamental si no un cambio del sistema.

Esta teoría no se ha cumplido en la Comunidad de Madrid en las pasadas elecciones. El PP obtuvo un millón y medio de votos en la región (1.586.985). Si cada manifestante contra la política sanitaria de Ayuso-PP hubiera votado y convencido a una o dos personas más… las izquierdas hubieran ganado holgadamente.

Hubo un 30% de abstención. Hay que tener en cuenta las diferencias en el nivel de abstención según la renta de cada zona censal: se vota menos en los barrios pobres, se incrementa la abstención según disminuye el nivel de renta. La falta de igualdad, frente la justicia, la corrupción, las oportunidades de vida, etc. crea desafección hacia la política y por tanto más abstención.

La estructura de oportunidad política madrileña en la que se han desarrollado las millonarias manifestaciones se ha visto seguramente contrarrestada por una estructura mediática conservadora cada vez más potente y multinivel (medios tradicionales más redes sociales, bulos…) y una estructura política estatal reaccionaria que oportunamente consiguió que se votara en la C. de Madrid en clave nacional.

Pero ahí queda el tema planteado para su mejor investigación.

Tomás Alberich

Sociólogo (tomasalberich.blogspot.com)