José Ángel Valente.
Diario anónimo.
Edición de Andrés Sánchez Robayna.
Galaxia Gutenberg/Círcilo de Lectores. Barcelona, 2011.
Diario anónimo: Papeles inéditos de personajes que probablemente no existen, pero que de algún modo debieran haber existido, anotaba José Ángel Valente el 3 de diciembre de 1986 en el diario que mantuvo durante cuarenta años, entre el 18 de octubre de 1959 y la anotación sin fecha del 2000, el mismo año de su muerte.
Once años después de la desaparición del poeta, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores publica con edición, prólogo y notas de Andrés Sánchez Robayna, este Diario anónimo que contiene múltiples materiales y anotaciones. Es un diario literario, que acabó siendo un diario vital, un diario intelectual hecho a base de notas de lectura, citas, fichas bibliográficas, poemas en verso y prosa, reflexiones y tanteos sobre la técnica poética, sobre ética y estética, sobre ideología, literatura y filosofía del lenguaje, sobre la relación conflictiva entre la palabra y el conocimiento.
Baudelaire y Sartre, T. S. Eliot y Lorca, la tragedia griega y un viaje a Cuba, la mística (San Juan de la Cruz, Molinos, Eckhart), los románticos visionarios (Novalis, Hölderlin), la música y la pintura, el Oráculo manual de Gracián y la sabiduría zen del Tao, el flamenco, Edmond Jabès y la poesía como canto de frontera, el arte como revelación, lo órfico y lo prometeico, el carácter sagrado del ritmo, la lengua de los pájaros...
Esos son algunos de los nombres y los temas que recorren estas páginas en las que una y otra vez se asedia al poema como exploración verbal tanteante, como iluminación que aspira a la visibilidad de lo invisible, a ir más allá de las limitaciones del lenguaje y los sentidos:
La escritura no es un acto, es un estado. La poesía es una práctica o una experiencia no agotada en su sola naturaleza verbal (o en su solo residuo o resultado verbal), anotaba el 10 de septiembre de 1971.
La brevedad, el silencio, la explosión hacia dentro -la implosión-, el exilio y la disidencia son componentes esenciales de la reflexión de Valente, de su concepción del poema y de la progresiva depuración de su escritura, en la que es crucial la diferencia entre el poema corto y el poema breve, porque lo importante en poesía no es la extensión, sino la duración. Lo explicaba en nota del 21 de junio de 1983:
Poema corto y poema breve: no hay que confundir la duración con la extensión. Un haiku es un poema breve de larga, a veces enorme, duración. Hay poemas extensos cuya duración es manifiestamente escasa. Ver Bécquer, en los umbrales de la modernidad. “El arte puede ser muy rápido, a condición de que sea muy lento” (Juan Ramón Jiménez, La colina de los chopos, p. 71.)
Los materiales integrados en este Diario anónimo forman un conjunto polifónico que empezó siendo un diario literario y acabó siendo un diario autobiográfico, especialmente a partir de la muerte del hijo del poeta en junio de 1989, que provoca anotaciones tan intensas en emoción y en calidad como esta, del 28 de junio de 1991, segundo aniversario de la muerte de Antonio Valente:
Llorar por lo perdido. Qué más da. No deja huella el pie en la arena que no cubra la lenta subida de las aguas.
Desde entonces, el desaliento, la enfermedad, la conciencia de la disolución, la oscuridad amarga de notas como esta, fechada en Almería el 29 de septiembre de 1991:
Otoño
Llegó, súbito, el frío, corroído a su vez por la lenta progresión terminal de las arenas. Quedaba atrás el cielo anegado del sur, ciudad perdida, rota, que ya nunca jamás será soñada.
O este otro fragmento, escrito en Túnez en diciembre de 1992:
Tú ya no eres ni siquiera tú. Yo, tu vacío. Memoria yo de ti, tenue, lejano, que no podrás ya nunca recordarme.
Santos Domínguez