Revista Toros

José Garrido triunfador de un ciclo de novilladas enmascaradas como clases prácticas

Por Malagatoro

José Garrido triunfador de un ciclo de novilladas enmascaradas como clases prácticas

José Garrido, justo triunfador del VII Certamen Internacional de Escuelas Taurinas “La Malagueta”


Los que asistimos ayer a la Malagueta a la final del VII Certamen de Escuelas taurinas, no dábamos crédito a lo que salía por los chiqueros. Novillos cuajados, rematados, que pasaban por toros en muchas plazas. Incluso en ésta, hemos visto corridas de toros con bureles de menor presencia. Reses que en más de un caso hubieran necesitado más de una vara con la puya para novillos. Una señora novillada la de Torrealta que tuvo presencia, calidad, casta y nobleza. Con dos bravos ejemplares, quinto y segundo, premiándose a esté último con una excesiva vuelta al ruedo. ¿Novillos de este peso y presencia para una clase práctica? ¿Clase práctica con novilleros inscritos en el registro de profesionales taurinos? ¿Dónde se encontraba el director de lidia? ¿Por qué se concedieron trofeos cuando reglamentariamente no puede hacerse? Llamemos a las cosas por su nombre y no enmascaremos como clases prácticas el ciclo de novilladas que contiene el pliego de esta plaza, cuando, además, es la empresa la que corre con los gastos de las mismas.

El pacense José Garrido, pupilo del Tato y Ferrera, con todos los defectos que lógicamente tiene, estuvo a un gran nivel, con el sitio cogido, a años luz del resto de novilleros que han participado en este certamen. Con el segundo de la tarde, flojo de remos pero bravo y con clase en la embestida, aunque abusó en algunos pasajes de pico muleteril y de ahogar la embestida de la res, toreó ceñido, con mano baja, rematando el pase atrás y  mostrando un gran valor y temple, sin el que el toreo no es posible. Mató de una gran estocada en la suerte de recibir, por sí sola merecedora de premio. Cortó dos orejas que, aunque antirreglamentarias, fueron merecidas. En su segundo manejo el percal con temple y cadencia, con el defecto de encoger los brazos en algunas verónicas, rematando con una excelente media belmontina. Brindó al gran banderillero malagueño Juan José Trujillo. ¡Qué maldita costumbre la de salir al ruedo a recibir el brindis, consentida por la autoridad que pasa de todo! Hubo una serie muy buena en redondo, echando la muleta al hocico, por bajo, con ligazón y rematando en la cadera. Con la izquierda, una serie de naturales excelentes, pasándose al novillo muy cerca. Alargó en demasía la faena. Mató de una estocada delantera y se le premió, antirreglamentariamente, con dos orejas excesivas. Me ha encantado este novillero. Resuelve en la cara, la cabeza le funciona y anda muy puesto. Una esperanza para los aficionados. Esperemos que siga progresando, vaya limando los defectos, y que no lo maleen.

Su paisano, Javier Moreno, mostró muchas carencias, con fallos en la colocación, sin cruzarse en el primero cuando había que hacerlo, fuera de cacho, sin dar el paso adelante, descargando la suerte. Demasiados enganchones en la faena del cuarto, por falta de temple. Superficial y vulgar.

¿No hubo mejores novilleros en el certamen para pasar a la final que Pablo Llaguno? Esta pregunta me la hacía al ver en el ruedo al mexicano. Todo vulgaridad, frialdad e inseguridad, manejando el capote muy mal, cosa que sorprende en un mexicano. Con la franela muy perdido, pegando pases por aquí y por allá, poniéndose muy pesado con faenas largas y anodinas.

Ahora llega la hora de la reflexión por parte de los responsables de la Escuela Taurina de Málaga que, entre otras muchas cosas, deben analizar por qué ningunos de sus tres representantes han pasado a la final. Por su parte, Diputación y la empresa deben llamar a las cosas por su nombre, ofrecer, al igual que se hace en Sevilla, el ciclo de novilladas que figura en el pliego, junto a un certamen real de clases prácticas para alumnos de escuelas taurinas que son tan necesarias.


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