José Luis Castillo Flores es licenciado en Traducción e Interpretación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y traductor e intérprete jurado de inglés. Estudió el Máster de Traducción Audiovisual por la Universidad Autónoma de Barcelona y ha trabajado para el Gobierno de Canarias y la propia ULPGC. También forma parte de la tradusfera, con su blog Perdido en San Borondón. Ahora es director, investigador y traductor en el equipo de investigación independiente ETEP.
1. Ya nos comentaste cómo surgió ETEP (en la página web del grupo de investigación), así que mi primera pregunta es: ¿cómo fueron comienzos de los Estudios de Traducción en el Erotismo y la Pornografía? Como todo buen comienzo, fue bastante complicado. Después de realizar un análisis preliminar de la industria del sexo en sintonía con la esfera de la traducción y entender que había todo un mundo por descubrir, debía formar un equipo de trabajo, conseguir que sus integrantes compartieran la misma pasión que yo hacia el proyecto y que fueran capaces de guardar el secreto durante al menos el primer año de vida. Fue difícil comenzar porque, como no había nada escrito sobre esto, no sabíamos por dónde tirar del hilo. Por supuesto, no teníamos a nadie a quien preguntar porque trabajábamos de incógnito. Con el paso del tiempo, comprendimos que el proyecto estaba tornando en algo más serio, hecho que muchos no se imaginaban en un principio. Cuando entendieron la magnitud del monstruo que estábamos engendrando, algún que otro miembro del equipo original decidió bajarse del carro porque no podía asumir tal carga de trabajo por amor al arte. Fue un duro golpe, pero es algo que dice mucho de ellos: tuvieron la madurez de respetar la implicación que el proyecto requería.
2. ¿Qué tal fue tu experiencia al presentar unos estudios tan innovadores en el congreso de la AIETI (el pasado mes de enero) y en el ENETI (hace unas semanas, el 22 de marzo)? ¿Se cubrieron las expectativas?
3. ¿Qué formato de los dos a los que te dedicas en estos estudios (cine y videojuegos) se presta más a la investigación, según tu opinión? A mí me gustan los retos y, entre más intrincados, mejor. Hay más material sobre cine erótico, así que no supone un desafío tan grande porque ya hay mucha tinta vertida sobre él, como los libros de Tomás Pérez Niño, aunque también desde el punto de vista investigador. En videojuegos, sin embargo, la experiencia es totalmente diferente: es imposible encontrar información sobre la traducción en este ámbito, así que lo disfruto más porque es como si diera con una piedra preciosa cada vez que avanzo. Ahora estoy inmerso en mi tesina, que versa sobre la traducción y adaptación de referentes culturales en videojuegos erótico-pornográficos.
4. Habláis de que muy pocos se han atrevido a adentrarse en este campo de la traducción. ¿Qué os hizo a ti y al resto del equipo ser más valientes y empezar esta andadura? Supongo que la juventud es la clave. Una de las características del equipo es que todos los investigadores estamos en la veintena, y ser joven y no estar vinculado a ninguna institución te da cancha para indagar por derroteros que, de otra manera, podrían estar vedados. Por supuesto, la mentalidad abierta, la educación y la forma de ser de todos los miembros del equipo influyen sobremanera. Otra de las claves para dar el paso es el contexto en el que nos encontramos. Es el momento de innovar, de traer aire fresco, de abrir nuevas vías y de ilusionar a la gente, que parece que últimamente todo el mundo ha perdido la fe y las ganas de luchar. Decidimos que este tema era lo suficientemente interesante como para lanzarlo y en ese punto estamos. No tenemos nada que perder y, aunque asumimos que esto nos cerrará muchas puertas, también creemos que nos abrirá algunas.
5. Mucha gente se sorprende de que solo tengas 23 años. ¿Crees que la edad de los integrantes del grupo de investigación influye en el respeto que pueda tener hacia estos estudios? Bueno, en realidad cumplo 24 en septiembre. No, ahora en serio, muchos se sorprenden, pero la verdad es que cuando uno se sumerge en algo que le apasiona se dedica a ello en cuerpo y alma y no se da cuenta de cuánto tiempo emplea al día. Por otro lado, es totalmente normal que la gente no nos tome en serio en un principio, pero es algo que no me preocupa: tan solo nos hace falta la oportunidad de presentarles el proyecto para demostrar a los más incrédulos que el enfoque es serio y que de verdad creemos que es un campo inexplorado en el que hace falta «limpiar, fijar y dar esplendor».
6. ¿Qué descubrimiento ha sido el más reseñable hasta la fecha? En ETEP tenemos un bombazo que se conoce muy poco y que nos parece uno de los mejores descubrimientos que hemos hecho hasta el momento. Antes de lanzarlo tenemos que atar algunos cabos, pero esperamos anunciar de qué se trata cuando comencemos con la nueva temporada, tras las vacaciones de agosto. En cuanto a la terminología… es algo frustrante. Hay muchos vocablos que importamos del inglés, como fisting o BDSM, y algún caso en el que tenemos referentes en español, pero con un registro más técnico, como ocurre con pissing por ‘urolagnia’. A bote pronto es imposible acuñar ciertos términos en español porque el tabú social hacia el sexo —y en particular hacia estas prácticas— influye en la lengua, de modo que no hemos normalizado el uso de estas palabras con un referente autóctono. En cualquier caso, estamos trabajando en la elaboración de glosarios especializados y bases de datos específicas para poner un poco de orden, que hace falta.
7. ¿Creéis que la traducción pornográfica está al mismo nivel de tabú que el porno en sí? Creo que se acentúa incluso más. Es cierto que la gente no habla sobre el porno en el día a día, pero la industria está muy bien asentada y tiene ferias muy famosas como el Salón Erótico de Barcelona. Los profesionales de la industria del porno tienen oportunidades para interactuar en eventos como los premios AVN o los XBIZ, mientras que a los traductores de contenido erótico-pornográfico no les queda ni una vía de escape, ni siquiera dentro del medio, aunque ETEP ya está trabajando en ello.
8. ¿Tu afán investigador nació al terminar tus estudios universitarios? Mientras estaba en el último cuatrimestre de la carrera, empecé a trabajar como becario de la facultad de traducción de la ULPGC, y ahí entré en contacto con muchos profesores desde otra perspectiva. Estuve trabajando ahí un año, y muchas veces me asaltaba la curiosidad por saber qué había investigado cada uno de ellos. En algunos casos no entendía por qué esas investigaciones se estancaban coincidiendo con la fecha de obtención de plaza fija y entonces pensé que su actividad investigadora poco tenía que ver con un afán particular, más bien había sido un trámite por alcanzar un puesto de trabajo. Me di cuenta de que yo no quería que eso me pasara a mí en un futuro y resolví que en esta temática siempre tendría cierto interés, ya que me resulta mucho más apasionante estudiar la estrecha relación entre la traducción y la industria del sexo que indagar en áreas como la lingüística.
9. ¿Alguna vez te imaginaste estar investigando acerca de la literatura erótica o de la traducción del porno? En absoluto. Fue una idea que brotó de repente, sin previo aviso, y lo cierto es que no puedo estar más feliz. En mi entorno se ve con total normalidad y eso me ha permitido compartir experiencias increíbles con personas con las que, de otro modo, nunca habría hablado de esto. También tiene la ventaja de que en casa puedo consumir porno sin tener que esconderme. Es un lujo.
10. ¿Cuál crees que es el perfil que debe tener un traductor «erótico»? Depende del área. Quizás el papel más complicado lo tenga el traductor de literatura. Por nuestra experiencia y por lo que hemos hablado con escritores de este tipo de libros, el objetivo es siempre excitar al lector a toda costa. Por supuesto, hay que racionar las dosis y no reproducir con mayor intensidad que en el original, pero debemos compensar las pérdidas en juegos de palabras y sacar todo el juego a la riqueza léxica de nuestra lengua, como expliqué en alguno de los ejemplos de las presentaciones que hemos hecho. Por otro lado, hay que ser lo suficientemente profesional como para separar nuestros gustos personales de lo que se cuenta en un relato, así como para conseguir que eso que a uno no excita estimule al lector. En este ámbito creo que es más efectivo que haya vía libre para la transcreación. Luego ya entramos en cuestiones personales: algunos traducen mejor después de haber practicado sexo y otros, sin embargo, preferimos trabajar cuando estamos excitados porque consideramos que transmitimos más y que producimos mejor literatura.