Vamos. Esta cabeza mía parecía tener ya solo espacio para ficción y más ficción. Pero ayer hablaba de realidades distorsionadas, del affaire de las escuchas en La Camarga, de todo ese entorno real que nos acaba pareciendo un espejismo, y voy y devoro, por motivos dispares, dos artefactos que confluyen de la misma manera en un tema: la crueldad.Black Mirror: segunda temporada en plena emisión y dos capítulos absolutamente fascinantes. El primero, que Horacio ha sido tan rápido en visionar que me ha hecho sentir hasta un poquitín mal, fascinante refrito de los aspectos más enfermizos de las películas de inteligencia artificial y replicantes, y el segundo, titulado White bear, recreación acertadísima de otras decenas de referencias en las que incluiría películas como El día de la marmota y A clockwork orange y que, al menos coincidiréis en que es un mérito que en 42 minutos se sea capaz de apelar a cosas tan diametralmente opuestas.Y este libro, ávidamente recomendado hace unos meses por Deborahlibros, y que finalmente ha caído en mis manos después de una absurda espera administrativa. Ensayos de 200 páginas que se leen de un tirón: a ver cuantos sois capaces de decirme. Ensayos que concluyen con un estudio detallado de siete libros donde el componente de la crueldad tiene un papel protagonista, y, con excepción del que ya has leído (Meridiano de sangre, de McCarthy: extenuante y necesario como una mañana de verano en la playa) pienses que no puedes seguir viviendo sin leer los otros seis. Joder con José Ovejero y su capacidad para hipnotizar con sus argumentos cultos pero asequibles, amables pero contundentes. Lo siento: diez minutos para el partido. Hago más de lo que puedo.