¿Auténtica recuperación?
El entierro de un escultor de la talla de Julio Antonio, el 16 de febrero de 1919, asistieron entre otros Eduardo Dato, Ortega Y Gasset, Arniches, Gregorio Marañón, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Bretón de los Herreros, Mariano Benlliure, Sorolla, Corrochano, Martínez Sierra, Victorio Macho, Albéniz, Zuloaga, Baroja, Fernández de los Ríos, Muñoz Seca…
Y, entre tantas personalidades, también se encontraba un tal José Planes, joven escultor murciano, casi recién llegado a Madrid. Cuando Planes falleció en julio de 1974, en su casa de la Senda de Granada, si el recuerdo no falla, a despedirlo para siempre, además de los escasos miembros de su familia, acudieron las vecinas huertanas con las que platicaba, unos amigos y menos escultores como González Moreno y Pepe Hernández Cano. Acaso no sea igual morir en Madrid que en Murcia o, también hay que reconocerlo, Julio Antonio era quien era y de Planes no muchos sabían y no tantos saben.
Planes es, pese a todo, una figura que, como persona, dentro de su sincero trato, se hacía querer y respetar, y como artista, acaso se encuentre a la altura de Salzillo, nuestra gloria más inmortal, aunque cada cual aferrado a su debido estilo y momento. Parece, por lo que afirmaba hace poco el compañero García Tallón, en 'La Opinión', que se quiere montar un parque en Espinardo, en el que brillen obras del desaparecido y, posiblemente, demasiado tiempo semiolvidado gran escultor. Meritorio proyecto, que merece el aplauso más generalizado, porque posibilitará el encuentro con la obra de un artista de alta categoría: arrambló con los premios y condecoraciones más importantes e impregnada de una hermosura variada.
No merece la pena ocuparse ahora sobre si un lugar alejado del mayor tránsito entraña la recuperación máxima de quien tanto hemos tenido archivado. Viene costando eliminar la inercia que mantienen las obras de excelentes artistas sumidas en un olvido casi irreparable. Pero olvidemos también los deseos inoportunos en esta ocasión, cuando de lo que se trata es, precisamente, de una posible reparación, que sería lastimoso no se consumara.
El proyecto debe ser algo irrefrenable y expeditivo, de modo que la figura y la obra de Planes pueda reencontrarse con los espectadores. Se han hecho exposiciones, sí, e incluso incluso se puso en marcha, en Madrid, una fundación con el nombre del escultor, de la que no se oye el menor latido.
Se desconoce, por tanto, cual es la auténtica realidad de la meritoria obra de nuestro artista, de quien, sin duda,es precisa una rotunda biografía, que no se ha consumado pese a la importancia que Planes alcanzó desde el principio, y pese a las teorías artísticas que el propio escultor hacía saber. Quizá, su vocación surgió «cuando, contemplaba, maravillado, los belenes de movimiento, que mis padres me llevaban a ver a Murcia». Luego, como a otros, le llegaría su afán por «modelar con el barro de los bancales, con el barro del Segura». ¿Y el arte? «Tenemos un campo de sencillez magnífica».
La delicada sencillez de sus imágenes es lo que mejor demuestra la maestría de Planes. Recuperarlo al máximo, una gozada.
FUENTE: LAVERDAD.