Cuando sopla el viento, las lluvias amenazan con desbordar ríos o el mar se agita, los cubanos se hacen siempre una pregunta: ¿qué dice Rubiera? Durante décadas, el semblante y el tono de la voz del meteorólogo más reconocido del país han sido medidores sobre la gravedad de los fenómenos naturales, sobre todo los huracanes.
La imagen del doctor José Rubiera llega a los hogares cubanos desde el inicio de los pronósticos en vivo del tiempo, cuando aún la televisión se hacía en blanco y negro.
Más allá de los reclamos cuando se le escapa un día lluvioso (la meteorología no es una ciencia exacta), la gente sabe que si Rubiera está tranquilo ante el paso de un huracán, no hay nada que temer. Pero si se muestra nervioso, el tema es más preocupante.
Rubiera conversó con Granma en exclusiva sobre el inminente paso de Irma por nuestro país y las características de este huracán, uno de los mayores que se han registrado en el Atlántico.
–¿Por qué Irma es un fenómeno tan poderoso?
–Tiene todas las condiciones para hacerse fuerte. La temperatura del mar es mucho más elevada que lo que se necesita. Normalmente 26,5 grados son suficientes para el desarrollo de un huracán, pero Irma ha encontrado temperaturas de 29, 30 y hasta 31 grados.
«En altura los vientos son débiles, lo que le da un entorno favorable. La columna del centro del huracán se puede formar y ganar una altura considerable. Ese es otro factor necesario para su desarrollo. Y la otra cuestión es que el aire es húmedo, no hay aire seco.
«Esos son los factores por los que este huracán ha mantenido durante tres días la categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, cosa que normalmente no ocurre.
«Lo normal es que logren esa categoría solo por algunas horas, pero este la ha mantenido casi tres días, aunque puede tener fluctuaciones».
–¿La fortaleza de este huracán puede tener algo que ver con el cambio climático?
–Un huracán es un episodio o un evento. No se puede hablar de cambio climático a través de un solo evento. El cambio climático es un fenómeno a largo plazo de distintas variables climáticas.
«Respecto a los huracanes y el número de ellos que ocurren cada año, se pueden hacer pocas inferencias y por eso existen algunas incertidumbres. Lo que sí es cierto, o parece cierto, es que los huracanes han tendido a ser más intensos durante el presente siglo XXI y su máxima intensidad la han alcanzado en plazos récord de pocas horas.
«El panel intergubernamental de cambio climático establece que uno de sus efectos puede ser el aumento de la intensidad de los huracanes así como de la cantidad de lluvia que dejan.
«Además de Irma, un fenómeno muy intenso, tuvimos recientemente a Harvey en Texas, Estados Unidos, que fue muy lluvioso.
«En el caso de Irma lo que pasa es que avanza muy rápido y el de Texas se detuvo, fue como un Flora. Mientras más rápido vaya menos lluvia deja caer. Si se estaciona puede haber lluvias abundantes».
–A Cuba le vendría bien algo de lluvia…
–No creo que Irma deje la suficiente lluvia porque va muy rápido. Solo vamos a tener las bandas que van a ir cruzando sobre nosotros. Claro que la poca lluvia que haya ayuda a palear la situación, aunque no la resuelva. La sequía va a seguir presente a no ser que tengamos una cantidad de agua como para llenar las presas, que no parece tener este huracán.
–¿Qué importancia tiene para Cuba contar con un Instituto de Meteorología?
–La meteorología es un sistema mundial, nadie la puede hacer por sí solo. Por eso existe un intercambio de información a nivel global. Todas las mediciones se comparten por las líneas de comunicaciones establecidas.
«Un país puede tener mayor tecnología, como los centros mundiales. El Centro Europeo o el de Estados Unidos se dedican a hacer modelos globales; los países pequeños no tienen esa necesidad.
«El hecho de que Cuba pueda tener una tecnología como la red de radares, que ha sido automatizada, te da un poco menos de dependencia tecnológica. Pero eso no niega que la gran tecnología está en los centros mundiales.
«Lo que sí tenemos que hacer es tener un buen centro nacional y ocuparnos muy bien de nuestro país y aprovechar el intercambio internacional.
-Cuando los cubanos quieren saber del clima, preguntan por Rubiera. ¿Qué significa eso para usted?
–Para mí es una gran satisfacción. Quiere decir que han servido para algo la ciencia y la información meteorológica a la que he dedicado toda mi vida.
«Yo empecé la información diaria meteorológica en el noticiero cuando se decía que no era posible. Fue un 13 de enero de 1981. Empecé en vivo con la televisión en blanco y negro. Estuve mucho tiempo solo hasta que después empezaron a salir más personas y otros programas. Después fue creciendo.
«Hoy soy profesor de Comunicación Meteorológica en la Universidad de La Habana. Intento mezclar el periodismo con la ciencia. A veces lo logro y a veces no.
«Yo hablo como si estuviera hablando a un familiar o un amigo. Quizá tenga un poco más de entrenamiento, ciertas dotes, pero es lo que recomiendo hacer».
–Pero usted también ha ayudado a que los cubanos entiendan la terminología científica de la meteorología.
–Es cierto. Recuerdo una anécdota cuando el huracán Michelle. A nuestro país viajó un meteorólogo estadounidense. Un día me dijo que todos los cubanos eran meteorólogos.
«Me contó que había escuchado una conversación en una parada de ómnibus sobre la trayectoria del huracán y cómo el anticiclón evitaba que cogiera rumbo norte. En cierta medida todos los cubanos hemos aprendido sobre estos fenómenos».
–¿Y cómo ve el relevo en la meteorología?
–Hay jóvenes muy talentosos y otros que avanzan aunque más lento. Pero estoy seguro de que tenemos un futuro en esos muchachos.
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