Sin duda José Tomás acaparó buena parte de los pensamientos de los taurinos, también de algunos no tan taurinos, y no sólo hoy sino desde que anunció su regreso a los ruedos tras el accidente sufrido en Aguascalientes y que finalmente le inundó el cuerpo de sangre mexicana...
Hoy de manera inesperada me topé en twitter con una aficionada que posteaba una a una las imágenes que la emoción dejaba que se colaran a su celular y que felizmente rebotaron en mi pantalla. Gracias Roci Fresneda. Pero eso no es suficiente para saber lo que sucede del otro lado del mundo, en Valencia, en la corrida a la que llamé por error De Resurrección, Tomás es ateo. Por lo que me armé de una transmisión en vivo, huí de mis paisanos casi por descuido, me topé con Punto Radio y me quedé ahí, porque usaban el mínimo de tecnicismos y sensacionalismo...
Mi necesidad de pasar la voz me llevó a escribir en mi muro pequeñas notas acerca de lo que escuchaba y pegar las imágenes que iban llegando vía twitter... Lo más sorprendente es que nunca me había enfrentado a la transmisión radiofónica... porque una cosa es escuchar al Joven Murrieta mientras miras en la pantalla lo que sucede y otra es permitirle a tu imaginación que se deje llevar y como en un vals goce y disfrute de un movimiento imaginario a otro.
Recordé que José Bergamín hablaba de la música callada del toreo, y en su libro explicaba que aquello llegaba desde la imagen vívida de quien está en la plaza y lo mira todo. Sin embargo yo no estuve, pero ví y sé bien que de mi imaginación taurina se produjo esa música a la que Bergamín dedica un libro.
Yo no fui a Valencia... No gocé de la merienda a media corrida, ni grité ante la voltereta de Tomás, pero la sufrí y la disfruté como pocas cosas intangibles he podido...
Viajé por el patio de cuadrillas y me quedé atenta ante la seriedad de Tomás y las medias lunas de su traje de luces. Y luego eché del redondel a los periodistas, porque en mi ser taurino mexicano no es posible un paseíllo tan imprudente, sacrílego a mi gusto, a mi tradición torera... Luego vi la imagen: Tomás seguramente perdió de vista a los alguacilillos mientras caminaba hacia el destino taurino.
Caray brindarle su primero a quienes lo rescataron de la muerte como única manera de agradecer sentidamente eso, la vida. Esto señores es el toreo verdad, la verdad del toreo, porque para Tomás la única forma de dar las gracias es esta: toreando. Pero más adelante remataré esta suerte, de momento volvamos al paseíllo...
Puerto llegó a esta corrida porque Mora sufrió tremendo accidente que lo dejó fuera de lo que será considerada sin temor a equivocarme una corrida de Leyenda. Víctor Puerto salió por todo, a jugarse la vida y sentirse, verse y saberse torero, muy torero. Sus fallas con la espada le costaron los trofeos. El arte al que nos expuso como aficionados fue enorme como su corazón torero. Un encierro difícil, hicieron que el viento fuese lo de menos. Durante su primer toro como es buena lid, Tomás salió al quite, un hermoso juego con las manos que dejó ver los delantales que mecieron la expectativas sólo para inquietarnos más. A Tomás es a quien Puerto le ha brindado este toro. Qué detalle, casi una ofrenda.
El monstruo de Galapagar, el príncipe dirían los taurinos, el divino, digo yo... se entregó en su primero. Sin mucho lucimiento porque el burel no ayudaba, la verdad es que faltó toro. Pero de manera inmisericorde él se mostró torero. Fino, pinturero, valiente, tremendista de tan ajustado, dramático por estatuario. El tendido aguantando porque se sabe que en el toreo muchas veces depende del duende, de si se abre el frasco de las esencias, de si el universo se alinea. Lo especial fue el brindis, Tomás se desmonteró frente a sus cirujanos, les ofrendó la muerte y lidia del primer toro desde su resurrección. Qué cosa tan de la verdad, qué cosa tan difícil de entender, a mí se me revuelven no sólo las tripas sino las neuronas al pensar en esa triada de muertes a las que está sujeto aquel brindis. Cuánta muerte y cuánta vida guarda como significado.
Pero bueno llegó la hora del chaval mexicano, Arturo Saldívar, algunos decían, y de verdad que no recuerdo quién, que era como un torero a modo, de forma que se aseveraba que estaba en el cartel más importante de las europas, sólo para que Tomás se viera más torero. Qué jodido comentario, porque finalmente eso de "no hay en México promesas del toreo o no hay quién de la cara", fue acallado por Saldívar y su Puerta Grande. Le cortó una a su primer toro, muy a pesar del pinchazo. Finalmente el reglamento se respetó y la gente le entregó la primera.
Llegó pues la merienda, salió el cuarto al que Puerto se tuvo que tragar sin más porque no más no se dejaba, ni él se acomodaba... Y tan pronto como pudo se despidió del toro como de cualquier buen amigo.
Y bueno la verdad es que Tomás arrasó nuevamente... le dedicó la muerte a los discapacitados, supongo que por lo cerca que estuvo de formar parte de estas filas... El toro mucho más difícil que el otro, brusco, calimocheante y peligroso por incierto. El burel arremetió contra él y se cumplió parte del ritual?... más bien de lo morboso de la costumbre... pero es que es inevitable. Tomás caló en el tendido, emocionó que es de emoción de lo que esto se alimenta, y aunque no lo vi, sino lo escuché voy a decir que Tomás se fue por todo... se comportó como lo que es: José Tomás el más torero de nuestro tiempo, el resucitado por los mexicanos... y bueno el asunto terminó con una estocada defectuosa delantera y contraria por lo que escuché pero igual pedían dos orejas... sólo le dieron una. Mejor así, no sabemos cuántos de los que sí estaban en la plaza eran taurinos y cuántos tan solo curiosos!!!
Luego vendría el sexto, qué nunca regalan toros en España?...Saldívar mosntró lo poderoso que es el mal de montera, lo poderoso que es el sentirse torero, lo poderoso del vaivén que representa una tarde de oportunidad, lo poderoso de un sentimiento que arrebata al tendido hasta hacerle olvidar que a su consentido no le dieron una oreja y pida una para ti... (o que se diga que eran dos las que pedían), bueno entregarse completo fue la decisión de Saldívar, sacar lo mejor y más variado de su repertorio, un y otro lance para no dejar de gustar, para sorprender, para que el respetable añore el pasado y sonría hacía ti, torero mexicano. Caray qué gusto que aunque con cierta hambre algunos le vieran apresurado, porque finalmente qué es el ser torero sin esa necesidad de toro y plaza, de tendido y temple, te música callada y alboroto estridente, qué, qué es sino nada!!!
Esta corrida me recordó las historias de mi abuelo, aquello del "yo escuchaba con mi papá a Paco Malgesto"... caray desde que mi madre me obligaba a escuchar cada noche un cuento distinto mi imaginación no se volvía y revolvía, lujuriosa de palabras... Pero bueno así viví la corrida y aún retumba en mis oídos, no la narración sino las imágenes intangibles que se bordaron de Valencia... Caray qué bonito es cuando los toreros salen a sentirse toreros, a saberse, a gustarse en un traje de luces que no les queda chico... ni grande... qué relindo es entusiasmarse con la Fiesta, qué reguapo llenarme de oxígeno taurino.
Qué chingonería que José Tomás haya vuelto de la muerte y recorra, oreja en mano, el redondel con la bandera de México en la mano!!!