En el pueblo Polentinos
hay una hermosa laguna,
donde se lavan las guapas,
porque feas no hay ninguna.
Si quieren saber señores
donde reina la alegría,
en el pueblo Polentinos
reina de noche y de día.
En la entrada a Polentinos
hay una piedra redonda,
donde prenden los cigarros
los mozos que van de ronda.
Esta noche rondo yo,
que los mozos no se atreven,
que tienen miedo al alcalde,
que prisioneros los lleve.
Si quieres que yo te quiera
has de hacer un juramento,
has de escribir en el agua,
y has de firmar en el viento.
Anda diciendo tu madre
que yo para ti soy poco,
que te lleve a la chopera
y te corte el mejor chopo.
Cuando me parió mi madre,
me parió en el campanario;
cuando vino la partera,
yo ya estaba repicando.
El día que tú te cases,
quiera Dios que no aparezca
ni el cura ni el sacristán,
ni las llaves de la iglesia.
San Antonio se murió,
la tabernera lloraba,
que se le murió un borracho,
que venía y no pagaba.
Una vez que quise ser
pastor de las tus enaguas,
como estaba el monte cerca,
se me marcharon las cabras.
Los suspiros de un cautivo
no pueden pasar a España,
porque está la mar en medio
y se convierten en agua.
Amor mío si te vas,
escríbeme en el camino,
y si no tienes papel,
el ala de un palomino.
Eres como aquel canario
que va a la fuente a beber,
y por no mojar el pico
vuelve con la misma sed.
Las penas que por ti paso
las voy a llorar a un valle,
y de compañía me llevo
unas piedras de tu calle.
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