Hace unas semanas estrenó en Madrid «La verdad», un texto de un joven autor francés, Florian Zeller, que está, según mi amiga Rosana Torres, «como un queso» (sic). Es una comedia, casi un vodevil, aparentemente insustancial, pero que lanza sin piedad sus aguijones contra la hipocresía y la mentira. Flotats la convierte además en un espectáculo visualmente de una gran elegancia y claridad.
En un papel peligroso, porque está rayano a la caricatura, Flotats convierte su interpretación en una lección de comicidad bien entendida; moderado y divertido al tiempo. Y también como director brinda una lección, dominando los tiempos de un género que exige un metrónomo en la mente de cada actor, y creando el clima necesario para la enredadera en que se va convirtiendo la historia conforme transcurren las escenas. Le acompaña, muy bien, María Adánez, encantadora (encantar, según el diccionario de la RAE: «Atraer o ganar la voluntad de alguien por dones naturales, como la hermosura, la gracia, la simpatía o el talento»), y también Aitor Mazo, con su aplomo habitual. Kira Miró, sin embargo, está un tanto apagada en la función.
La foto es del estupendo fotógrafo Javier Naval