Jovellanos con amor de Brahms

Publicado el 19 noviembre 2011 por Pablosiana @pablosiana
Viernes 18 de noviembre, 20:15 horas. Basílica Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, Gijón. Concierto Homenaje a Jovellanos: Coro de la Fundación Príncipe de Asturias, José Esteban García Miranda (director), Dúo Wanderer (Mª Teresa Pérez Hernández y Francisco Jaime Pantín, piano). Obras de Brahms y Arrieta.
Para cerrar el "Bicentenario de Jovellanos" su ciudad natal programó desde la Fundación Foro Jovellanos este concierto con el patrocinio de la Fundación Mª Cristina Masaveu Peterson y la Fundación Príncipe de Asturias, debiendo pagar el peaje institucional con un discurso de agradecimientos y una perorata pseudopolítica (al menos no llegó a mitin) en el último día de campaña electoral a cargo de la alcaldesa local Carmen Moriyón (con gran murmullo entre un público que abarrotó la Iglesiona para escuchar música) quien aprovechó la lectura de una carta del gijonés más ilustrado a Godoy para sutilmente recuperar "su vigencia 200 años después" en presencia de todo tipo de autoridades (civiles, religiosas y militares) que se ubicaron en los primeros bancos para ellos reservados. El resto para poder sentarnos tuvimos como "suplemento" la Misa de las siete y media (aunque sin homilía), de los fotógrafos y cámaras de vídeo ya escribiré en otro momento...
La parte musical corrió a cargo del coro de uno de los patrocinadores, pues nadie mejor para ello, con un programa de apenas tres cuartos de hora donde a Brahms le "tocó de telonero" con esas dieciocho joyas que son los Valses de Amor para coro y piano a cuatro manos (ejecutado magistralmente por el Dúo Wanderer que suelen ser "fijos" en estas obras), Lieberlieder Walzer, Op. 52, de desigual resultado sonoro en parte por una reverberación horrorosa que mezclaba muy mal voces y piano, escuchando claramente sólo algunas consonantes puntuales, dando una sensación de desajustes y retardo permanente del coro tras el teclado, pese a conseguir pasajes álgidos sobre todo en los valses sólo con voces graves o blancas pero inferiores en las mixtas, aunque también hubo números más que dignos, de emoción compartida. Personalmente hubiese buscado unos tiempos algo más pausados, pues la acústica hay que tenerla siempre presente. También hubo momentos de ligera desafinación calante que empañaron una mejor interpretación en una obra que el coro domina desde hace tiempo, y donde el piano resulta más que un mero acompañante (sobre todo en las manos de la pareja de profesores astur-canaria, un lujo para todos).
La Cantata Jovellanos (1891) con letra de Plácido Jove y Hevia, Vizconde de Campo Grande y música de Pascual Emilio Arrieta supuso el momento más esperado, obra recuperada de la Biblioteca Nacional de España que mi querido Fernando  Menéndez Viejo transcribió, completó la parte pianística y adaptó coralmente con mimo y sabiduría ("Por razones de facilidad para el coro, se ha rebajado medio tono esta partitura con respecto a la original") allá por diciembre de 2002. La historia de la partitura está bien contada por Jesús Menéndez Peláez, presidente del Foro Jovellanos, que también avanzó en el discurso previo al concierto (así como en las notas al programa), interpretada por vez primera el 28 de marzo de 2003, aunque para mí resultó un estreno que además pude seguir partitura en mano, algo inhabitual pero que me proporcionó muchísimos más datos de los aquí reflejados. No analizaré la misma, tan sólo comentaré lo escuchado, con una letra de su época algo "chirriante" para nuestros días, aunque música pegadiza y con el oficio de un maestro de la lírica como Arrieta al que su paso por Italia marcará estilo también en esta obra, sin olvidar reminiscencias británicas (de Pompa y circunstancia) que venían muy bien para el objeto de esta obra de encargo donde el piano "sustituye" a una banda de música que bien podría ser sinfónica por el lenguaje musical empleado por el maestro navarro. Para el coro todos los ingredientes de alternancias en tempi y voces (graves, blancas y mixtas) donde la melodía refuerza el texto, con "registros duros" no siempre bien solventados en cuanto a vocalización, ataques o matices que podrían haber cuidado un poco más como en obras de tanta o mayor dificultad que esta. Tal vez faltase más convicción en una interpretación que se quedó en testimonial sin llegar a emocionar.
No soy quién para hablar de una obra menor (o caxigalina) aunque fuera de contexto dudo mucho que se inteprete, si bien recuperar música del olvido siempre es de agradecer y celebrar. Ante el éxito entre los presentes, se bisó la primera parte de una "cantata" más himno o marcha triunfal a mayor loa de nuestro ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos -Gijón, 5 de enero de 1744 - Puerto de Vega (Navia), 27 de noviembre de 1811-.