El troll de piedra
El Troll estaba sentado en su asiento de piedra,
Mordiendo y masticando un viejo hueso desnudo;
Había estado royéndolo durante muchos años,
Pues la carne era difícil de encontrar.
Vivía solo en una caverna de las colinas,
Y la carne era difícil de encontrar.
Llegó Tom calzado con grandes botas.
Le dijo al Troll: “¿Qué es eso, por favor?
Pues se parece a la tibia de mi tío Tim,
Que debería yacer en el cementerio.
¡Cementerio! ¡Sahumerio!
Hace ya muchos años que Tim se nos ha ido,
Y creí que aún yacía en el cementerio”.
“Compañero”, dijo el Troll, “es un hueso robado.
Pero, ¿de qué sirve un hueso en un agujero?
Tu tío estaba muerto como un lingote de plomo,
Mucho antes de que yo encontrara esta tibia.
¡Tibia! ¡Alivia!
Puede darle una parte a un pobre viejo Troll;
Pues él no necesita esta tibia”.
Dijo Tom: “No entiendo por qué las gentes como tú
Han de servirse libremente
La canilla o la tibia de mi tío;
¡Así que pásame ese viejo hueso!
¡Hueso! ¡Rehueso!
Aunque esté muerto, aún le pertenece;
¡Pásame entonces ese viejo hueso!”
“Un poco más”, dijo el Troll sonriendo,
“Y a ti también te comeré y te roeré las tibias.
¡Un bocado de carne fresca me caerá bien!
Te clavaré los dientes ahora mismo.
¡Mismo! ¡Sismo!
Estoy cansado de roer viejos huesos y cueros;
Tengo ganas de comerte ahora mismo”.
Pensando ya que se había asegurado la cena,
Descubrió que no tenía nada en las manos,
Pues Tom se había deslizado por detrás
Lanzándole un puntapié como buena lección.
¡Lección! ¡Cocción!
Un puntapié en las asentaderas, pensó Tom,
Será el modo de darle una lección.
Pero más duros que la piedra son la carne y el hueso
De un Troll que está sentado a solas en la loma.
Tanto valdría patear la raíz de la montaña,
Pues las asentaderas de un Troll son insensibles.
¡Insensibles! ¡Inservibles!
El viejo Troll rió oyendo que Tom gruñía,
Y supo que su pie era sensible.
Tom regresó a su casa arrastrando la pierna,
Y su pie quedó estropeado mucho tiempo,
Pero al Troll no le importa y está siempre allí,
Con el hueso que le birló al propietario.
¡Propietario! ¡Recetario!
Las asentaderas del Troll son aún las mismas,
¡Y también el hueso que le birló al propietario!
J.R.R.Tolkien. Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo. Traducción de Ramón Passolas.
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