La música de Bach tiene y ha tenido siempre el don de la universalidad porque parece que en un momento u otro le gusta a todo el mundo, aunque quizá se pueda decir que sea una universalidad parcial, fingida, popularizada ya que todos podemos tararear fragmentos de algunas de sus composiciones sin saber de quién son ni saber por qué lo hacemos, sólo nos damos cuenta de que los disfrutamos y los apreciamos inconscientemente.
Lo cierto es que la música de Bach no es fácil de escuchar, todo aquel que quiera empezar con ella debe predisponerse a hacer un esfuerzo. ¿A qué viene comenzar este artículo haciendo esta reflexión? A que los misterios en torno a la vida y obra del compositor han sido abordados durante más de dos siglos y siempre se ha llegado a una serie de conclusiones comunes que dan a entender quién es y por qué tenía un lenguaje musical tan singular, atractivo y “seductor” en cierto modo y que son debatidas, creo yo, de una manera excelente en dos películas que han intentado hablar de su vida e invitar a la reflexión para aclarar estas incógnitas.
En el año 1968 los cineastas (casi artesanos del cine ligados en gran medida a la Nouvelle Vague) Danielle Huillet y Jean-Marie Straub decidieron filmar una película basada en un libro que había escrito la segunda mujer de Johann Sebastian Bach, una pequeña biografía del músico titulada Pequeña crónica de Ana Magdalena Bach. En ella se cuenta la historia de la vida del músico con un estilo increíblemente claro: prácticamente sólo se relatan los hechos más significativos de su existencia y se habla, evidentemente, de su labor como compositor y maestro.
La Crónica de Ana Magdalena Bach de Straub y Huillet es una película en blanco y negro, grabada en mono, en la que se usa un estilo tan sencillo como el de Ana Magdalena (o más) construida a través de dos tipos de secuencias, unas en las que se cuenta la historia mediante una narración o un diálogo y otras en las que se deja un plano prácticamente fijo en el que se interpreta un fragmento de una pieza de Bach de principio a fin. La historia se cuenta, entonces, mediante la imagen y la palabra (hay narración en off e intervenciones individuales de algunos personajes) o mediante la imagen y la música para recalcar que sus composiciones están motivadas por las circunstancias de su vida y su trabajo por eso son una parte indisoluble de la historia.
A lo largo de la crónica se cuenta que Johann Sebastian Bach era un hombre humilde y sencillo, trabajador y muy religioso que subordinó su vida a su música pero que luchó siempre por tener una voz propia respetando desde un principio todo aquello que había aprendido o podía aprender de otros maestros. Debido a esto tuvo que viajar por varias ciudades de Alemania para conocerlos y ofrecer sus servicios donde los pudiesen necesitar, de hecho siempre se habla de él como del compositor viajero que nunca salió de su país (en contraposición a Handel, el compositor viajero y cosmopolita famoso en toda Europa).
La película menciona peripecias conocidas por los admiradores de nuestro protagonista y recalca el hecho de que sus obras están condicionadas por hechos determinados incurriendo así más en un anecdotario que en el relato de una vida ilustre: su famoso Clave Bien Temperado no son más que ejercicios para sus alumnos de clavicordio, las Variaciones Golberg las compuso para un conde que tenía insomnio y cada una de sus cantatas se utilizaban en la misa del domingo dependiendo de la festividad que tocase por poner tres ejemplos.
Este halo de antiheroicidad, de hombre común y corriente, de trabajador, de obrero es quizá lo que más ha atraído a Straub y Huillet que siempre han hecho un cine ideológico, de izquierdas, y parece que defienden no sólo esta humildad ante el día a día sino también esta maestría de aquel que se comporta como un artesano, de aquel que mejora su arte con la práctica y el trabajo porque esta música es producto de un conocimiento profundo de las reglas de la armonía y el contrapunto y de un virtuosismo técnico extraordinario, algo que también ocurre con cualquier otro tipo de trabajador que domina los gajes de su oficio y los practica con gusto y pasión (sea éste un carpintero, un comerciante, un abogado…).
Así vemos cómo los dos cineastas han aprendido de Bach lo que es verdaderamente importante dentro de su película (es una de las primeras que rodaron e influyó considerablemente en su manera de hacer cine posteriormente), esto es, enseñar, mostrar lo que se cuenta, por eso su método se despoja de cualquier artificio sentimental, se basa en exponer hechos sin más, y probablemente este sea el fenómeno que ayude a dilucidar el misterio de por qué su música es tan aceptada.
Si escuchamos frecuentemente piezas del compositor nos acabamos dando cuenta de que su valor proviene de cómo están construidas, de qué notas se escogen en determinado momento para crear una estructura firme y agradable, es un lenguaje que tiene valor por sí mismo y que revela que la lógica y la matemática dan lugar a un tipo de belleza mecánica y (podría llegar a decirse) espiritual al mismo tiempo.