EMMA GRAND
No obstante, para lograr ese objetivo general –como todo proyecto–, hay que cumplir una serie de objetivos secundarios estratégicos, de los cuales se ha materializado el primero, y del que el ministro Arias se siente muy orgulloso. “Este Ministerio se ha planteado lograr el máximo nivel de articulación posible de todo el aparato productivo, sobre todo el público; y los logros que hemos venido obteniendo en estos meses –de los cuales me siento muy satisfecho– han sido consecuencia de esa articulación”, indicó Arias y resaltó: “No estamos construyendo un nuevo modelo, ni levantando empresas a realazo limpio. No. Silenciosamente ponemos a las empresas a comprarse entre ellas, una a suministrarle la materia prima a la otra, a darle contratos. Por ejemplo: hay grandes empresas que contratan porque son gigantescas como CANTV, Sidor. Ellas tienen constantemente un conjunto de obras, actividades que generan trabajo para otras. Compran insumos, servicios. Lo que estamos planteando es muy sencillo; si se requiere de empresas metalmecánicas que hagan equis trabajo, por ejemplo, bueno, tenemos varias empresas dirigidas por trabajadores que son de ese sector. ¡Contrátalas a ellas! Entonces, es así como hemos ido levantando varias empresas. Varias decenas de empresas.
A mí me dijeron: Juan, si logras levantar una (empresa) tendrás éxito. No, no logramos (levantar)una, logramos (levantar) varias docenas en 9 meses de gestión”.
—¿Cuántas empresas tiene el ministerio a su cargo?
—Formalmente son 112 empresas. Pero hay algunas que son corporaciones como la Corporación Venezolana de Plástico (Coveplast), que la tenemos registrada en el Ministerio como una (empresa), pero ahí hay varias empresas, como la de pañales Guayuco, que pertenece a esta corporación y no está registrada como Guayuco sino como Coveplast, que también fabrica inyectadoras, tanques de agua de distintas dimensiones, kits hospitalarios y mucho más. Tiene una vajilla de plástico que se consume en hogares humildes y en otros no tan humildes que la usan como vajilla viajera para la playa, por ejemplo. Esa corporación tiene varias líneas de producción y cada una es una empresa. Si consideramos cada una de las plantas no son 112, son más. De repente estamos alrededor de 160 empresas. Está la corporación del vidrio, del papel, del cemento, que por cierto la estamos transfiriendo al Ministerio de Vivienda y Hábitat, por decisión del presidente Nicolás Maduro, la cual respetamos y apoyamos.
—¿Qué otro objetivo trazado se espera cumplir en el ministerio para transformar el actual modelo de producción?
—Fomentar un sistema de verdadera promoción de la innovación y desarrollo tecnológico e insertar poderosamente el Inces y las universidades y tecnológicos en esta estrategia. En las universidades se desarrollan investigaciones que no tienen nada que ver con la dinámica productiva del país, pero nada. En los próximos días lanzaremos el Consejo Nacional de Innovación y Desarrollo Industrial. Lo hicimos sin anunciar, ahora lo vamos a anunciar. Esto es una política. Hacemos cosas y anunciamos que ya la hicimos. Muchas veces algunos políticos dicen qué van a hacer y no hacen. Por ejemplo, dije (que la empresa de sardinas y atún) La Gaviota volvería y volvió; que Sidor no estaba muerta, y ya está activa. Se trata de cómo rompemos cuellos de botella estructurales como el tema tecnológico. Aquí tenemos excelentes ingenieros e ingeniosos que están produciendo cosas. En estas empresas tenemos un montón de ingeniosos, viejitos que te manejan talleres de metalmecánica. Ellos están sustituyendo partes. Son unos patriotas, unos fenómenos. Están haciendo una revolución industrial silenciosa. Yo quiero esa Venezuela creadora y hemos diseñado la arquitectura para hacerlo. Estamos proponiendo crear una gran red de estos talentos entre todas las empresas. Cada empresa tendría un comité de innovación y desarrollo industrial.
—¿Cuáles son las empresas más destacadas?
—Muchos se van a poner bravos, pero mi favorita es La Gaviota, una empresa sin patrón. (Y tras tomar un frasco de sardinas, el ministro explicó por qué es su favorita). Esto que tengo en mi mano no es sólo sardina. Aquí hay todo un esfuerzo de encadenamiento productivo. Veamos: Las sardinas las pescaron los pescadores artesanales de Cumaná y alrededores. Esta etiqueta (la pegada al frasco) es de Impresos Venezolanos, antiguamente Global Print, una empresa sin patrón. El vidrio es de Venvidrio (Venezolana del Vidrio), una empresa nacionalizada, era de la antigua Owens Illinois y el presidente Hugo Chávez la nacionalizó. Y la empresa que cerró la tapa del frasco es una empresa socialista construida en Revolución, creada por Corpivensa (Corporación de Industrias Intermedias de Venezuela) del Ministerio de Industrias Básicas, Estratégicas y Socialistas. En concreto, la planta Guanaguanare que está en Portuguesa es una empresa metalmecánica que hace equipos. En ese lugar diseñaron la máquina que hace el cierre del frasco, hasta los tornillos son venezolanos. Antes el cierre era manual. Los trabajadores son unos chamitos formados en revolución. A unos los mandaron a formarse en Irán para gestionar esa fábrica.
Aquí lo que hay es puro encadenamiento, pura unión.
—¿Este encadenamiento también alcanza a la empresa privada nacional?
—Totalmente. Estas empresas deben ser sustentables, deben dar dividendos y también satisfacer necesidades de otras empresas. Si estás en el campo de los cartones y envases ¿quien te va a comprar? , ¿Pedro Pérez? No, tú estás vendiendo cosas que compran las industrias… Aquí te van a comprar industrias públicas e industrias privadas. Esto es una cosa muy importante, la mayoría de las industrias no son públicas, son privadas. Si el poderío industrial fuese del Estado aquí no habría guerra económica. Me explico, si nosotros controláramos la economía, aquí no hubiera problema. Pero como la mayoría de las empresas son privadas, digamos, alrededor del 90%, y hay grandes monopolios y oligopolios que gobiernan, entonces, se pueden hacer cosas como disminuir la producción de Harina PAN y generar un caos. El Estado tiene varias plantas de harina de maíz, pero la capacidad de producción de esas plantas es minúscula en relación a la de la privada que te genera 60% o 50% mínimo de producción.
—¿Cómo podemos medir el éxito de estas decenas de industrias recuperadas?
—Primero por su operatividad. Si está cerrada, por un lado, los productos no se ven, hay que pagar salarios a la gente, ¿cómo se saca el dinero?; es un lío social. Nada de esto ha estado ocurriendo. En el caso de la producción, todavía estamos teniendo problemas con algunas empresas porque el nivel de producción todavía no es el mejor, no es el óptimo. Por ejemplo, con la producción de cabillas, Sidor empezó produciendo unas de una pulgada, pero resulta que el país no sólo consume de una pulgada, también de media y de tres cuartos. Entonces abarrotamos los anaqueles de cabillas de una pulgada, ahora hay que hacer las otras. Y ustedes dirán, bueno, ¿Por qué no se hicieron de las tres?. Y la respuesta es porque no es tan fácil, porque cambiar la producción de una a otra implica parar la producción; tardas dos días haciendo ajustes de moldes. Lo mas fácil fue esto. Vamos a sacar la cabilla más importante y después vamos con las demás. Eso fue lo que se hizo. También teníamos unos lotes de cabillas importadas de otras medidas. Ahora Sidor va a fabricar las otras cabillas junto con el Complejo Siderúrgico Nacional. Se dividieron el trabajo: tú haces las de esta medida y yo hago las de esta otra. Es todo un trabajo de planificación, división de responsabilidades que hemos estado realizando. Otro indicador importante (que mide el éxito de las empresas reactivadas) además de la operatividad, es la de generación de divisas. Hemos contabilizado unas cuantas. Las principales empresas generadoras de divisas adscritas al ministerio son las de Guayana, las básicas, que el año pasado generaron casi 500 millones de dólares. No está nada mal, ojo, pero pudieran generar muchos más. Estamos poniendo como meta para este año triplicar esas ganancias. Nos estamos planteando 1.400 millones de dólares. Nos exigirá, pero es una meta alcanzable, retadora, pero alcanzable. Los trabajadores tienen el mejor ánimo para producir. En cuanto a Sidor, superamos la muerte. Sidor estuvo parada, se paró todo. Recuperarla fue como recuperar un carro viejo totalmente parado; es un proceso titánico, costoso, pero ya lo hicimos, ahora que está andando la cosa es más fácil. Por otro lado, tenemos empresas que nunca habían exportado como las empresas del sector maderero, concretamente Maderas del Orinoco. El Bosque de Uverito es una empresa maravillosa que estaba silenciada por allá en el Orinoco, de ella no se hablaba. Bueno, este año esa empresa va a sonar. Por un lado está el tema de que estamos negociando exportación de madera a Europa y Trinidad y Tobago. Además de eso estamos enlazando Maderas del Orinoco con varias empresas a las que nunca se les vendía nada. Maderas del Orinoco le está vendiendo a las carpinterías del Inces y de las carpinterías del Ministerio de las Comunas. Eso no se veía antes. El encadenamiento estaba totalmente fracturado, cada quien trabajaba por su cuenta; estamos tratando de pasar de un archipiélago de empresas a una red de empresas, a un enjambre de empresas, todos codo con codo. Maderas del Orinoco (toco madera) si Dios quiere estará exportando por primera vez en su historia madera rolliza a Europa y aquí mismo a Trinidad y Tobago. Y sigo con esto, con este encadenamiento, estas metas. Tenemos una producción que ya arrancó. También estamos fabricando miniplantas de harina de maíz. Las estamos fabricando en Guanaguanare (Portuguesa) y serán vendidas articuladamente con la Gran Misión Saber y Trabajo y pequeñas empresas privadas y vamos a venderles estas miniplantas de maíz a las comunas, de manera que pequeños productores tengan la posibilidad de procesar ellos mismos su maíz y no arrimárselos a los privados. Entonces esto nos va a permitir más eficiencia, disminuir costos, generar más empleo en las granjas. Son las empresas socialistas dándoles respuestas al pueblo.
—El aparato industrial venezolano se montó sobre la base de los dólares baratos, con una alta dependencia de los dólares. Dólares para comprar materia prima y para los equipos. Un aparato industrial muy dependiente. Entonces, al hacerse escasos y costosos los dólares para nuestro país entró la crisis. Ya no puedo importar toda la materia prima que necesito. (Se daña un equipo y no tengo el repuesto). Exacto, no lo puedo traer de Alemania, está muy costoso. Papá Estado me tiene que dar los dólares y no tiene dólares. Por eso se ha dicho que tenemos una economía dependiente. Y no le parábamos a la cosa, porque como había dólares para financiar la cosa, ¡qué me importa que seamos dependientes! Y pasó lo que hemos venido diciendo desde la Cuarta República, porque esto es una economía heredada. Esta economía no la inventó Chávez, la economía la tenemos así desde el arranque del petróleo, es una economía fuertemente dependiente de dólares generados por el petróleo. Por eso se habla de una economía que depende de la renta petrolera. Entonces, al caer la renta, bueno, sobrevino la crisis.
Son varios factores, pero el fundamental es ese, la dependencia de los dólares, pero a eso también se le une una cultura de ineficiencia, de contratos fáciles. Aquí ha habido una burguesía sobre todo comercial importadora. Muchas de sus empresas han sido prácticamente empresas comerciales y no empresas, digamos, de innovadores, de emprendedores. Entonces resulta que en medio de una crisis me declaro en quiebra. Ya me voy, me retiro. Aquí hubo mucha gente que cerró la planta y se fue, no dio la pelea. Un verdadero empresario muere con su empresa. Batallando, como un emprendedor. Aquí hemos tenido muy pocos emprendedores.
—¿Cuántas empresas cerraron el año pasado?
—No he revisado esa información, pero lo que sí hemos visto es fugas de empresarios de manera vil, tramposa. Por ejemplo, la empresa de vidrio Guardián de Venezuela. Habíamos diseñado en esta mesa (del piso 2 del Ministerio) una estrategia para aliarnos con ellos a los fines de que incrementaran la producción y Venvidrio también. El presidente de Venvidrio habló varias veces con el gerente de esa planta y cuadraron una visita, y yo sin decir nada me fui a acompañar al presidente de Venvidrio a esa reunión. ¡Sorpresa!, cuando llegamos resulta que los tipos habían cerrado la planta dos días antes. Se fueron del país sin decirnos nada. Ellos nos decían que estaban produciendo. Luego de irse se declararon en quiebra. Resulta que el administrador de esta empresa estuvo cometiendo actos ilícitos con los dólares. Hay muchos empresarios así, que por años recibieron dólares preferenciales para importar materia prima y no importaban para lo que realmente se les había dado y, de nuestra parte, del Estado, los niveles de fiscalización son débiles o muy vulnerables. Este señor, sabiendo que el Estado se está poniendo más rígido con el control de las divisas, decidió irse. Montó todo un teatro de que el Gobierno los está persiguiendo. Metieron una demanda en España diciendo que el Gobierno les había ocupado la empresa. ¡Mentira! Se fueron y ahora sí la ocupamos. Pero se fueron en el momento en que nosotros los estábamos ayudando a subir la producción. Aquí hay muchos pseudoempresarios dirigiendo empresas. Y hay ciertamente un conjunto de empresarios que son unos patriotas, porque no es asunto de vestirse de rojo rojito, hay gente que verdaderamente ama el país pero no lo dice, se restea por Venezuela y hace de todo por generar bienestar para todos. Yo creo que hay un empresariado que verdaderamente quiere este país y apuesta al país y sabe que hay espacio para hacer dinero de manera ética y honorable./CiudadCcs
FOTOS MARCOS COLINA